A pesar de su sombría situación, Rasian era resiliente. Se enfocaba en sobrevivir, esperando un futuro mejor. A menudo encontraba consuelo en los libros que los nobles desechaban de sus casas, sumergiéndose en los relatos de héroes y aventuras. Encontró esperanza en el hecho de que los héroes de esos libros a menudo partían de orígenes humildes, como él mismo, pero que fueron capaces de cambiar sus circunstancias y alcanzar la grandeza.
Sus sueños no se detenían en sobrevivir. Soñaba con una vida libre de la tiranía de su padre, una vida en la que pudiera cuidar a su madre sin preocupaciones, una vida donde pudiera encontrar la felicidad. Y aunque sabía que era improbable, se atrevió a soñar con convertirse en un héroe, como aquellos de sus libros favoritos.
Sin embargo, como el destino lo tendría, la desgracia no se limitó a un solo evento.