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«Esta no es una batalla que podamos ganar», pensó Noah mientras miraba la tormenta de rayos que rodeaba a la Gran Anciana Diana.
Los Royales retrocedieron unos pasos, pero Noah los advirtió de inmediato con su mirada fría. Tenían que permanecer allí y ayudarlo en caso de necesidad.
La Anciana Regina quería acercarse a su Matriarca, pero Noah también le lanzó una mirada fría. La Gran Anciana Diana no estaba en un estado en el que pudiera reconocerla.
La Gran Anciana Diana no avanzó, pero mantuvo sus ojos en Noah. Parecía decidida a hacerlo el blanco de su ira.
Noah no tenía que adivinar por qué estaba en esa situación. La Gran Anciana Diana se había vuelto adicta a las leyes crudas, y verlo comiéndolas había desencadenado su ira.
«Tampoco puedo escapar», aceptó Noah en su mente mientras evaluaba la situación.