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El señor Hawk, que antes se daba aires, ahora estaba agachado, metiendo las rodillas bajo su barbilla y poniendo la cabeza entre sus manos; fue golpeado y pateado al aire libre por dos guardaespaldas.
—¡Oh, cielos! —exclamó—. ¡Cómo iba a saber él que Savannah era la mujer de Dylan Sterling!
—¡Además, no se aprovechó de Savannah para nada!
El señor Sterling había llegado antes de que él pudiera siquiera ver a aquella modelo en bikini.
—¡Fue acusado injustamente!
No muy lejos, Dylan estaba de pie en los escalones, observando al hombre siendo golpeado, con las manos en los bolsillos y su sombra alargándose por la luz.
Tal vez fue porque Savannah huyó otra vez, su corazón estaba desbordante de ira.
Así que, castigó a ese viejo lascivo para desahogar su enojo.
Después de un rato, el señor Hawk ya no tenía fuerzas y su cuerpo se desplomó.
—Señor, el señor Hawk se ha desmayado —dijo un guardaespaldas.