—¡Maldito, te he llamado por siglos y siglos... sin embargo no respondiste mi llamada! ¿Y ahora te atreves a volver? ¿Por qué no dejas que te golpee la cara, eh! —gritó el Anciano Au mientras el joven esquivaba sus golpes y se colaba en la casa ignorando los gritos de su padre—. No volví por ti o por ella, volví por mi sobrina, he escuchado lo que le pasó y en lugar de llevarla con otro especialista ¿realmente buscaste a un charlatán para tratarla? ¿Están ambos locos?