—La batalla de hoy será bastante brutal ya que tienes que tomar la vanguardia y no hay nadie para limpiarte el trasero si cometes un error —Nan Hua miró hacia abajo—. ¿Estás listo para sacudir el campo de batalla hoy?
Los soldados estaban todos gritando:
—¡SÍ!
—En ese caso, sigue mi orden correctamente. Si no haces tu trabajo correctamente, seré yo quien te expulse personalmente del ejército.
Nan Hua se giró con calma, pero su movimiento parecía estar lleno de algún tipo de poder y encanto. Atraía a la gente a seguirla y los hacía querer demostrar su valía.
Una sensación extraña, pero todos ellos la experimentaron.
Nan Luo observaba todo desde su tienda, su emoción estaba en tumulto. Desde hace tiempo sabía que Nan Hua era mucho mejor que él. Sin embargo, ver por sí mismo cómo los soldados ya estaban atraídos por el encanto de Nan Hua todavía lo dejaba atónito.
Si dijera que no estaba un poco celoso, sería una mentira.