—¡Esto no puede ser! ¡Esto no puede estar pasando!
—Ahmed gritó su incredulidad mientras hacía un esfuerzo enorme para liberarse de las cadenas que restringían sus movimientos. Cada vez que se movía, era electrocutado, sintiendo nuevamente el dolor en todo su cuerpo. Sabía que estaba en las mazmorras y sabía que todos los miembros de su aquelarre estaban también en sus respectivas prisiones, excepto aquellos que los habían delatado.
Aún ahora, aún no podía creer cómo cayó en la trampa de Nikolai. ¡Y esa mujer! Había ocultado sus verdaderas intenciones durante tantos años. Hizo todo lo posible para controlar sus emociones y su ambición hasta creer que sus planes ya eran lo suficientemente perfectos para llevarlos a cabo. Y sin embargo…
Apretó los dientes de rabia. —¡Esa mujer!