Ella había escuchado suficiente. No quería quedarse aquí más tiempo. Se dio la vuelta para ir a su habitación y se encontró con Sophia.
—Oh, Ella. Estás aquí. Qué sorpresa —dijo Sophia, con su voz rebosante de sarcasmo.
Ella la ignoró y caminó hacia su habitación, su corazón latiendo aceleradamente con una mezcla de anticipación y ansiedad.
—¿Estás buscando las cosas de tu madre? —preguntó Sophia, su voz siguiendo a Ella.
Ella se detuvo en su camino y miró hacia atrás, frunciendo el ceño.
Una sonrisa de autosuficiencia se esparció en el rostro de Sophia. —Ve y búscalas en el patio trasero.
El estómago de Ella se contrajo con sus palabras. Sin perder tiempo, corrió hacia el patio trasero, su corazón pesado por el temor. Cuando observó la escena, su rostro se tornó pálido.
No podía creer lo que estaba viendo. Las cosas de su madre, los únicos restos de su pasado, estaban siendo consumidos por las llamas hambrientas.