Abigail miró a su alrededor asombrada por el lujo del espacio. La habitación emanaba un aire de elegancia y sofisticación, lleno de lujo y comodidad. Obras de arte de buen gusto, con paisajes serenos y vibrantes piezas abstractas, creaban una armoniosa mezcla de estéticas.
La luz natural entraba a raudales por las ventanas de suelo a techo, que estaban cubiertas con cortinas fluyentes de seda fina, balanceándose suavemente con el aire y añadiendo un toque de gracia al ambiente. Bajo el suave resplandor de la iluminación empotrada, los suelos de madera pulida brillaban, creando un ambiente cálido y acogedor.