"Cuando Abigail y Viviana se acomodaron en el coche, estallaron en risas.
La voz jovial de Viviana se abrió paso a través de la risa, sus palabras puntualizadas por risas. —¿Viste su cara? ¡No tiene precio! Debe estar preguntándose qué demonios está pasando en este momento. Su risa surgió de nuevo, sus ojos brillando con picardía. —Pobre Chris... Está tan decepcionado. Me siento mal por él.
La risa de Abigail se desvaneció, y adoptó un semblante más contemplativo. Su corazón estaba picoteado de remordimiento y preocupación. Ella era consciente de la incomodidad que estaba causando a Cristóbal y tampoco estaba contenta torturándolo así. Pero su determinación de abordar sus problemas subyacentes estaba impulsando sus acciones.
—Necesita cambiar su actitud y comportamiento —dijo Abigail, con un tono firme—. Necesita desarrollar confianza en mí y dejar de permitir que el celo o la inseguridad gobiernen su vida.