Ella desvió la mirada hacia la distancia. No se atrevía a preguntar qué le habían dicho sus padres.
—¿Sigues preocupado por lo que pasó en la mañana? —preguntó Cristóbal mientras se sentaba en la silla.
—No puedo olvidarlo fácilmente —respondió después de un tiempo.
Él tomó su brazo y la hizo mirarlo, sus pulgares acariciándola suavemente como si quisiera reconfortarla.
—Ya me ocupé de este tema. Nadie volverá a mencionarlo.
Su seguridad no conseguía aliviar su ansiedad.
—Esas personas que estaban hablando sin sentido fueron todas despedidas —continuó—. Este asunto está cerrado ahora. Nadie va a sacar este tema, ¿de acuerdo?
Abigail sabía que él había suprimido el asunto. Nadie en la empresa sabría nunca lo que ocurrió dentro de su cabaña ese día. La gente pronto se olvidaría de ello, pero la humillación que había sentido y el odio que había visto en los ojos de esas mujeres habían dejado una marca indeleble en su corazón.
Eso era algo que nunca olvidaría.