En lo alto del vasto desierto, Ji Ning, de túnica blanca, estaba de pie frente al Dios Empíreo Feiyou. A lo lejos, más de cien Dioses Empíreos los observaban.
—Aunque la Isla de Montañas Infinitas no sufre la invasión milenaria, sufre una calamidad aún más aterradora cada vez que llega un nuevo Dios Empíreo. Los Dioses Empíreos que pueden llegar a este lugar son tremendamente poderosos. Aún así, alguno morirá cuando llegue la calamidad —dijo Dios Empíreo Picoduro y suspiró.
—Solo una amenaza mortal como esta puede hacer que nos volvamos más poderosos. Entre más fuerte te vuelvas, mayores serán tus posibilidades de llegar a la próxima isla —dijo solemnemente Dios Empíreo Dragónmarchito.