—Lucas, si no puedes cuidarla bien, perderás tu trabajo —dijo Lance.
Entonces, Lance colgó el teléfono.
Lance rodeó con sus brazos la cintura de Yvette. Lance luego usó algo de fuerza y Yvette cayó incontrolablemente en sus brazos.
Los dos estaban tan cerca que sus pechos se presionaban mutuamente.
Yvette quería resistirse subconscientemente, pero Lance la sujetó fuertemente. Él se dio la vuelta y presionó a Yvette contra la cama.
Lance pasó su mano por la pantorrilla de Yvette hasta su tobillo, sujetándolo firmemente y frotándolo suavemente, como si midiera su tamaño.
Entonces, Lance dijo en voz baja:
—¿Quieres intentar escapar otra vez?
Lo que Lance hizo hizo que el corazón de Yvette latiera más rápido. Lance siempre era capaz de encontrar con precisión el punto sensible de Yvette, haciéndola perder el control.
Yvette jadeó por un momento. Dijo con voz suave:
—Sólo quiero bajarme de tu regazo.