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21.95% Instituto Furry / Chapter 9: ¿Qué somos?

Capítulo 9: ¿Qué somos?

Narra Dante

Todavía no me podía creer lo que había pasado, Anya me había besado, fue completamente inesperado, nunca me imaginé que ella tuviera ese tipo de sentimientos hacia mí, apenas llevamos días conociéndonos y todo parece tan repentino, creo que ella al igual que yo sabe que tenemos que hablar de esto con mayor profundidad, pero bueno, ya habría tiempo para eso luego, ahora tocaba reunirnos con nuestros amigos.

Ya habíamos dejado atrás la cabina de fotos, en todo el camino hacia la entrada del parque de atracciones Anya no soltó mi mano en ningún momento, no pronuncié palabra alguna, todavía estaba en shock, imagino que lo mismo pasaba con ella, después de un par de minutos llegamos al punto de encuentro y ahí ya se encontraban Glorland y Devin, que a juzgar por el semblante de sus caras les había ido bastante bien.

—Vaya, ¿Qué significa esto? —dijo Glorland al vernos llegar— ¿Desde cuándo se muestran tanto cariño?

Al decir esas palabras instintivamente nos vimos y luego vimos nuestras manos entrelazadas y apartamos nuestras manos, volví a ver a Anya y estaba sonrojada.

—Ay, no sientan pena, la diversión no es exclusiva de nosotros, me alegro que también sacarán provecho de esta salida.

—Ya, no los molestes, deja que asimilen lo que sea que haya pasado a su debido tiempo —dijo Devin.

—Si, creo que tienes razón, pero bueno, lo mejor es que lo asimilen mientras buscamos algo para comer, porque tengo mucha hambre.

—Si, yo también.

—De camino hacia acá Anya y yo vimos un local de hamburguesas, se veían bastante buenas ¿Les parece si vamos a cenar ahí? —dije después de salir del limbo mental en el que me encontraba.

—Bien, ya estás con nosotros jajaja, vamos, me vendría bien una buena hamburguesa.

—Hecho, vamos entonces.

Los 4 nos dirigimos a dicho local de hamburguesas, en el camino Anya entrelazó su brazo con el mío y camino junto a mí hasta llegar al lugar, la verdad que seguía con muchas dudas en mi mente, supongo que comer algo me ayudará un poco, no a despejarlas obviamente pero necesito energía para pensar bien.

Una vez en el establecimiento buscamos una mesa para sentarnos todos y pedir nuestra comida, para mi sorpresa no estaba tan lleno como me imaginaba, sobre todo con el montón de gente que hay en este parque de atracciones, ya en la mesa acomodamos nuestras cosas y vimos el menú que estaba arriba del mostrador para ver qué pedir.

—Veamos, ¿Qué puedo pedir?

—No sé, lo que se te antoje.

—A ver, está la Cheeseburger Clásica, la Spicy BBQ, la Teriyaki, ya sé, quiero una 3 Quesos con Tocino.

—Buena elección Glorland, yo creo que me pediré la Spicy BBQ ¿Y ustedes que comerán? —preguntó Devin.

—Yo creo que me pediré la Cheeseburger Clásica ¿Y tú, Dante?

—Mmmm creo que pediré la Mushroom Alfredo Burger, me da curiosidad probarla.

—Bien, si gustan voy a pedirlas yo, Glorland ¿Gustas acompañarme?

—Seguro, ya regresamos chicos, no se emocionen mucho —dijo de forma burlona a lo que yo le lancé una mirada de desagrado provocando que ella solo me saque la lengua como respuesta.

Una vez se fueron a pedir la comida Anya y yo nos quedamos solos en la mesa, pasaron un par de minutos en los que no dijimos nada, simplemente nos veíamos disimuladamente de vez en cuando, hasta que reuní las suficientes fuerzas en mí para hablar.

—Ha sido una linda tarde ¿No lo crees?

—¿Ah? Sisi, ha sido una linda tarde.

—Si...

—...

—Y bueno...ah...Estuvo bien lo que pasó allá ¿no?

—¿Te refieres a...eso?

—Si, a eso...

—Oh...bueno...pues sí, estuvo bueno.

—¿Y cómo te sientes por ello?

—Pues un poco confundida, digo, actué por impulso, no tenía planeado hacer eso.

—Ni yo.

—Pero debo decir que me gustó.

—¿Ah sí?

—Sí, no me arrepiento de haberlo hecho.

—Yo tampoco.

—Me alegra oírlo —sonrió levemente, Dios, su sonrisa era tan linda, creo que ya estoy empezando a ceder— ¿Y a ti qué te pareció tomarnos de la mano? Espero no te haya incomodado.

—No, para nada, estuvo bien, solo que al final la soltaste.

—Claro que no, tú la soltaste primero.

—Más bien lo hicimos al mismo tiempo jaja.

—Si, tienes razón jaja.

—Fue más algo instintivo, o no lo sé.

—Ni yo, solo pasó así.

—Si jajaja, pero bueno, tampoco me arrepiento de eso.

—Oye, pero ahora nos toca preguntarles a esos dos cómo les fue.

—Tienes razón, que no crean que se irán tranquilos sin decirnos nada.

—Oye ¿Y le diremos a las demás sobre esto?

—Aunque no les dijéramos se enterarían de todos modos, esos dos les contarían a Taylor y a Rosé.

—Jajaja es cierto, bueno, supongo que les diremos de una vez.

—Sí, siento que se caerán de culo se levantarán y se volverán a caer.

—Jajaja me hago a la idea perfectamente.

Mientras conversábamos Devin y Glorland volvían con la comida, y ya después de haber hablado un poco con Anya me sentía más tranquilo, aunque todavía había cosas que quería preguntarle.

—Listo, la comida llegó, no se vayan a hacer los locos con el dinero eh.

—Ya, relájate coño, ni que fuéramos a salir corriendo sin pagarles, además tú te quedas en mi casa, de nada me serviría si quiera hacerlo.

—Cierto, bueno, olviden mi reacción, disfrutemos la comida.

—Si nos permites disfrutarla, ¿No quieres que te besemos los pies primero?

—Ya empezaste con tus cosas.

—Empezaste tú, Glorland.

—Devin, no me estás ayudando.

—Jajaja bueno pues, ya a comer.

Procedimos a degustar nuestras hamburguesas, la verdad es que la mía estaba bastante deliciosa, la carne estaba en su punto, los hongos le daban un toque particular pero que era exquisito, el queso derretido en la hamburguesa era una maravilla, el pan estaba suave con la textura perfecta, las papas tenían la sal justa, ni poca ni demasiada, simplemente de 10, y a juzgar por la expresión de los demás puedo decir que quedaron bastante satisfechos también.

Una vez comimos nuestras hamburguesas y papas y consumíamos nuestras bebidas empezaron a charlar y el tema de interés salió por fin.

—Bueno, ¿Nos piensan contar a qué se debió esa tierna muestra de cariño cuando llegaron? —preguntó Glorland.

—No hasta que ustedes nos piensen contar cómo les fue a ustedes.

—Ah, quieres hacerte el del rogar eh, siento que solo hay una forma de resolver esto.

—Te refieres a...

—Oh sí, a eso.

—Bien, que así sea.

—¿Al mejor de 3?

—Al mejor de 3 se ha dicho.

Glorland y yo procedimos a jugar piedra, papel y tijera para ver quién tenía que contar su anécdota primero, el juego comenzó y la primera partida la gané yo, luego hubo un empate, luego otro empate, después ella ganó el siguiente sacando tijera, finalmente gané yo sacando piedra para romper su tijera.

—Jajaja caíste, ahora escupe mujer.

—Ay, que agresivo, bien bien, déjenme que les cuente.

Narra Glorland

Devin y yo habíamos visitado varias atracciones, subimos a los carritos chocones, luego fuimos a uno en la que había un sujeto sentado encima de un contenedor lleno de agua que consistía en lanzar pelotas a una diana para hacer caer al sujeto, fue divertido cuando logré darle en mi tercer intento y el tipo cayó al agua, no me gustaría estar en su situación de tener que estar en una atracción como esa. 

Luego nos subimos a una que me llamó bastante la atención, una que se llamaba "Tagadá" o algo así, era como una especie de plataforma enorme que se movía para todos lados, se inclinaba de forma extrema y giraba sobre su propio eje, el chiste del juego era agarrarte bien a tu asiento y a los agarraderos para no caerte al centro o bien fuera de la plataforma.

Una vez arriba nos colocamos en nuestros asientos y la plataforma empezó a brincar e inclinarse en distintas direcciones, vi a un chico que se cayó a las primeras de cambio y que solo podía recibir los golpes de la atracción haciéndolo a su antojo, todos saltábamos por el movimiento y buscábamos sujetarnos de cualquier forma, en esa etapa Devin y yo seguíamos imbatidos.

No fue hasta que la cosa esa empezó a girar que empecé a marearme mucho, como pude me aguanté las ganas de vomitar y cerré mis ojos para no seguir mareándome, Devin hizo lo mismo y mantuvimos las botanas que nos comimos en su lugar, lástima que no pueda decir lo mismo del resto ya que hubo una señora que no se aguantó y vomitó, lo peor fue cuando la atracción volvió a retorcerse y el vómito saltaba de un lugar a otro salpicando a varios en el proceso.

Cuando la máquina finalmente paró Devin y yo nos bajamos victoriosos por no habernos estampado contra el suelo o haber regurgitado frente a extraños, una vez asegurándonos de no haber perdido ninguna de nuestras cosas o que nuestros celulares se dañaran por los impactos nos fuimos a sentar a una banca que había por ahí para recuperar el aliento.

—Oye, la próxima vez que vengamos recuérdame no volver a subirnos a eso.

—Anotado. Aunque dentro de lo que cabe fue divertido.

—Si, aunque dejó de serlo cuando el vómito de esa señora empezó a rebotar por todas partes.

—Jajaja es cierto, aunque hay que agradecer que no nos salpicó nada a nosotros.

—Eso es verdad, o que no nos caímos como ese pobre sujeto, literal rebotaba como si fuera un pescado y la plataforma esa fuera una sartén gigante.

—Jajaja no lo había pensado de esa forma, pero me hago la idea.

—Jajaja

—Bueno, lo importante es que te la pasaras bien.

—Siempre me la voy a pasar mientras pase tiempo contigo.

—Awww me encanta ver que sigues siendo encantadora a pesar de estar completamente despeinada y desalineada.

—Mi encanto natural va más allá de cómo me vea, Devin, creí que ya habías entendido eso la primera vez que nos vimos.

—Claro, no en vano te pedí esta salida para poder verte.

—Supongo que tienes razón.

—Oye, pero no rehúyas al meollo del asunto.

—¿Cuál?

—Tú sabes.

—Ah claro, la pregunta.

—Sabes que necesito una respuesta, Glorland.

—Ya lo sé Devin, es sólo que se me hace difícil responderte ahora.

—Vamos, haz el esfuerzo sí —me miró esperando una respuesta de mi parte haciéndome esa mirada de perrito regañado que de alguna forma me enternecía cada vez que la veía.

—Bien, bien, pero deja de mirarme así... —suspiré— A ver..."¿Qué somos?"...Si te soy sincera, no lo sé, no sabría definir lo que tenemos justo ahora, desde el principio quise ser honesta contigo y decirte mi opinión sobre los furries en general, por lo que no es fácil dar este paso tampoco, obviamente que al darme la oportunidad de conocerte pude darme cuenta de que eres un gran chico, y que en serio me gustas, pero debido a eso y muchas cosas más no me siento lista del todo para ponerle una etiqueta a lo nuestro, y no es porque piense andar con uno y con otro, ese tipo de conductas me repudia, simplemente es por eso, porque todavía no me siento preparada pero quiero estarlo para ti algún día, solo te pido que me esperes y que confíes en mí.

Devin se quedó callado, mirándome atentamente procesando todo lo que le había dicho, me ponía un poco nerviosa no saber cómo iba a reaccionar.

—Siendo algo cursi, eres todo lo que en la vida había querido, pero no solo en tu forma de tratarme sino también incluso en cómo llegas a ponerme a prueba, es una sensación extraña, te juro que tienes mi mente hecha un lío justo ahora, pero es en medio de esa incertidumbre y esa confusión que me doy cuenta de que lo que siento por ti es real, y que es lo más fuerte que he sentido por alguien en mi vida entera, no me importa cuánto tiempo te tome quiero esperarte, todo lo bueno en esta vida y lo que vale la pena toma su tiempo, y sin duda tú eres alguien que vale la pena la espera.

No me esperaba esa respuesta de su parte, me sentí tan aliviada al escuchar esas palabras saliendo de su boca, estaba súper feliz, tanto que simplemente me acerqué a su rostro y lo besé, era la primera vez que lo besaba, las ganas no me faltaban desde la primera cita pero obviamente al estar presentes los demás no me animé hasta ahora, el correspondió mi beso y sentí como acariciaba mi cabello con cariño, sus manos se sentían firmes y suaves a la vez, puse mis manos en su pecho y pude sentir levemente como su corazón latía con fuerza, al pasar unos minutos nos separamos para vernos a los ojos y fundirnos en un lindo abrazo.

—G-Gracias Devin —alcancé a decir en voz baja.

—No me agradezcas, lo hago con gusto —empezó a acariciar mi cabeza.

—¿No te cansas de ser tan lindo?

—Contigo nunca.

—Basta, me matarás de un coma diabético.

—Entonces paro, lo que menos quiero es que te mueras.

—Ay jeje —me acerqué para darle un beso en la mejilla provocando que él se sonrojara—

—Oye, ya va siendo hora de que nos reunamos con los demás ¿Vamos?

—Claro cielo, vamos.

...

—Y así nos fue a nosotros.

—Wow, que lindo momento tuvieron —dijo Anya.

—La verdad es que sí, todo gracias a este grandulón.

—Jaja fuimos los dos, la verdad es que es linda cuando se pone sensible.

—¿En serio? Cuando se pone sensible parece una bestia incontrolable —dijo Dante.

—Óyeme, más respeto no, estoy aquí escuchándote.

—Por eso mismo lo digo.

—Como sea, el punto es que ahora es su turno de contarnos cómo les fue.

—Bien, ya relájate, a eso vamos coño.

—Por fin.

Y así Dante empezó a contarnos lo que les había pasado a ellos, las atracciones que visitaron, y como terminaron en una cabina de fotos para finalmente besarse y ya luego reunirse con nosotros, sabía qué hacía bien en insistirle en que me acompañara e invitara a Anya, era cuestión de tiempo la verdad, ahora solo falta que aplique la misma estrategia con Taylor y Rosé y mi trabajo como cupido habrá terminado.

Después de escuchar la historia de Dante y habiendo recibido el dinero de ellos por las hamburguesas nos dispusimos a salir del local y dirigirnos al estacionamiento para esperar a la mamá de Dante que vendría por nosotros, Devin se iría por su cuenta así que nos despedimos de él y quedamos en seguir en contacto y planear una siguiente salida ya sea él y yo solos o con la otra parejita.

Pasaron unos cuantos minutos hasta que Denise llegó por nosotros, nos subimos a su auto y pusimos rumbo a la casa de Anya para dejarla ahí sana y salva, luego de un recorrido algo largo llegamos, Denise se bajó con ella para encaminarla a la puerta y Dante hizo lo mismo para despedirse de ella con un tierno abrazo, los padres de Anya abrieron la puerta y saludaron a Denise y Dante y le agradecieron a ella por traer a su hija a casa.

Una vez todos se despidieron Dante y Denise volvieron al auto y ahora sí volvíamos a casa.

—¿Nervioso por haber saludado a tus suegros?

—Shhhhhh

—¿Cómo que suegros? —preguntó Denise.

—Ah claro Denise, se me había olvidado comentarte, Dante tiene una anécdota bastante buena que contarte de lo que pasó hoy en el parque de atracciones.

—Gracias Glorland, oportuna como siempre —dijo Dante mirándome enojado.

—Jajaja para eso estamos, siempre te cubriré la espalda.


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