En el bullicioso pasillo del instituto Westwood High School, Sarah se encontraba junto a su casillero, organizando sus libros para la próxima clase. De repente, sintió un fuerte golpe en su hombro y giró para ver quién era.
Frente a ella, un chico con una sonrisa nerviosa se disculpaba por el accidente.
-Lo siento mucho, estaba apurado-, dijo, extendiendo una mano para ayudar a recoger los libros que habían caído al suelo.
Sarah sonrió, agradecida por su amabilidad. -No te preocupes, gracias por ayudar-, respondió mientras ambos recogían los libros juntos. Se presentaron: él era David, un estudiante de intercambio recién llegado de Inglaterra.
A lo largo de la semana, Sarah y David se encontraron en varias ocasiones en los pasillos del instituto. Comenzaron a charlar y descubrieron que tenían mucho en común, desde sus gustos en música hasta su amor por la literatura.
Era un típico lunes en Westwood High School. Sarah caminaba por los pasillos, saludando a sus amigos y compartiendo risas y chismes. A medida que se dirigía a su próxima clase, pasó por el salón de música y escuchó una melodía familiar.
Intrigada, Sarah se detuvo en la puerta y miró hacia adentro. Allí estaba David, sentado en una silla con una guitarra en las manos, con los ojos cerrados y cantando con una voz que envolvía la habitación en una atmósfera mágica.
Las notas de la canción fluían suavemente, y Sarah quedó hipnotizada por la actuación de David. Su voz tenía una cualidad única que resonaba en su corazón, despertando emociones que nunca antes había sentido.
Mientras observaba, Sarah se dio cuenta de lo mucho que había llegado a apreciar a David en las últimas semanas. No solo era su encantadora personalidad o su inteligencia aguda, sino también su pasión por la música y su talento natural.
Después de la canción, David abrió los ojos y vio a Sarah parada en la puerta. Una sonrisa tímida se formó en sus labios mientras bajaba la guitarra y se levantaba para saludarla. -Hola, Sarah-, dijo con una voz suave. -¿Qué te trae por aquí?-
Sarah sonrió, todavía cautivada por la actuación que acababa de presenciar. -Solo pasaba por aquí y escuché tu música-, respondió. -Tienes una voz increíble, David. ¿Tocas la guitarra con frecuencia?-.
-Si jaja.. suelo tocar muy a menudo- respondió David algo apenado mientras desviaba la mirada de Sarah.
Luego de eso sonó la campana que marcaba el inicio de las clases, -Tengo que irme a clase- dijo Sarah mientras se despedía, -¿Luego de las clases te gustaría ir por un café?- preguntó mientras mostraba una sonrisa que irradiaba energía.
-Claro- contestó David mientras se rascaba la cabeza. -Te espero a la salida de clases entonces-.
En la acogedora atmósfera de una cafetería local, Sarah y David se sentaron juntos, compartiendo una taza de café mientras continuaban su conversación. Sarah miró a David con curiosidad y preguntó: -¿Cómo era tu vida en Inglaterra? Debe haber sido emocionante vivir allí-.
David asintió, una expresión pensativa cruzando su rostro. -Sí, fue una experiencia única. Pero también hubo momentos difíciles-, admitió. -Decidí venir a estudiar a Florida porque quería empezar de cero, dejar atrás algunas cosas y buscar nuevas oportunidades-.
Sarah asintió comprensivamente. -Entiendo eso-, dijo con simpatía. -A veces, un cambio de escenario puede ser justo lo que necesitas para reinventarte y descubrir quién eres realmente-.
David sonrió, agradecido por su comprensión. -Exactamente-, respondió. -Quería dejar atrás el pasado y abrirme a nuevas posibilidades aquí en Florida. Y hasta ahora, estoy contento de haberlo hecho. Conocerte, por ejemplo, ha sido una de las mejores partes de esta nueva etapa en mi vida-.
Sarah sonrió, sintiéndose cálida por dentro ante sus palabras. -Me alegra escuchar eso-, dijo sinceramente. -Y quiero que sepas que estoy aquí para ti, David. Si alguna vez necesitas hablar o simplemente pasar el rato, no dudes en decírmelo-.
-Y que me dices de ti Sarah, ¿naciste aquí?- preguntó David mientras tomaba un sorbo de su café.
-No- respondió Sarah mientras terminaba de tomar su café. -Yo nací en California vine a Florida después de la muerte de mi madre y además que mi padre consiguió un nuevo trabajo aquí- el tono de voz de Sarah era un poco apagado y triste pero continuó, -Mi padre es un empresario importante, nunca me ha faltado el dinero, sin embargo, mi papá casi nunca está en casa y siempre pasa trabajando.. es un poco frustrante- concluyó Sarah mientras una pequeña lágrima caía de su mejilla.
David escuchaba atentamente mientras Sarah compartía detalles sobre su vida. Cuando ella terminó de hablar, David notó la tristeza en sus ojos y preguntó con gentileza: -¿Te molesta mucho no tener la atención de tu padre, Sarah?-
Sarah suspiró, sintiendo un nudo en la garganta. -Sí, a veces sí-, admitió con sinceridad. -Mi padre siempre está ocupado con su trabajo, viajando de un lado a otro, y apenas tenemos tiempo para estar juntos. A veces me siento como si fuera una extraña en mi propia casa-.
David asintió con comprensión. -Debe ser difícil sentirse así-, dijo con simpatía. -Pero estoy seguro de que tu padre te ama mucho, incluso si no siempre puede mostrarlo de la manera que te gustaría-.
Sarah sonrió débilmente, agradecida por las palabras reconfortantes de David. -Gracias-, dijo suavemente. -Es reconfortante saber que alguien entiende-.
Luego de eso ambos salieron de la cafetería para despedirse y regresar a sus casas.
-!Espera¡- grito Sarah mientras David se marchaba.
-¿Que pasó?- pregunto David algo confundido, -en California es normal gritarle a las personas después de despedirse?- dijo acercándose mientras mientras soltaba mini carcajadas.
-Y parece que en Inglaterra todos son muy comicos, ¿Verdad?- respondió Sarah con un tono sarcástico, -Bueno el punto, llevamos unas semanas conociéndonos pero aún no tengo tu número, ¿Me lo podrías dar?- pregunto sonrojada mientras evitaba hacer contacto visual.
-Claro jaja.. aquí tienes- respondió mientras apuntaba su número en el teléfono de Sarah. -Ahora podremos escribirnos más seguido-.
Luego de eso ambos se despidieron con un abrazo y se dijieron hacia sus casas.
El bullicio del instituto Westwood High School se calmó momentáneamente cuando un nuevo estudiante entró por las puertas. Todos los ojos se posaron en él mientras caminaba por los pasillos con confianza. Era alto, de tez blanca y cabello oscuro, con tatuajes visibles en sus brazos y piercings en su ceja derecha y labio.
Mientras David estaba inmerso en sus clases de música, tocando la guitarra y explorando nuevas melodías, Sarah caminaba por los pasillos del instituto, perdida en sus pensamientos. De repente, escuchó murmullos y risas procedentes de la entrada principal.
Cuando se acercó, vio al nuevo estudiante de intercambio. Su actitud desafiante y su aura de chico malo eran evidentes para todos. Sarah notó cómo varios estudiantes lo observaban con cautela, mientras él caminaba con paso seguro y una sonrisa arrogante en su rostro.
En ese momento, una voz se levantó entre la multitud. Era uno de los matones de la escuela, un chico conocido por sus problemas de comportamiento. -¡Eh, tú! ¿Quién te crees que eres?-, gritó, desafiante.
El nuevo estudiante no se inmutó. En lugar de eso, se detuvo y miró al matón con calma. -Solo soy un chico nuevo tratando de encontrar mi camino-, respondió con voz tranquila pero firme.
La tensión en el aire era palpable mientras los dos chicos se enfrentaban, cada uno evaluando al otro. Sarah observaba la escena con curiosidad, preguntándose qué pasaría a continuación.
De repente, la campana sonó, rompiendo el momento de tensión. Los estudiantes comenzaron a dispersarse hacia sus clases, dejando a los dos chicos mirándose el uno al otro. Sarah sintió una sensación de intriga y anticipación en el aire, preguntándose cómo la llegada del nuevo estudiante afectaría la dinámica del instituto.