—Así que así es.
Sunny miró la última imagen del mosaico, con una expresión oscura y resentida congelada en su rostro.
Representado en el centro del mural, un sol alimentado por sangre brillaba sobre las montañas formadas por cadáveres. Decenas de miles de personas habían sido sacrificadas para crearlo, y miles más debieron haber sido masacradas después para mantenerlo ardiendo en el indiferente cielo.
Los primeros sacrificios habían muerto voluntariamente, seducidos a la sumisión por sus fanáticos gobernantes. ¿Qué pasa con los que vinieron después? De alguna manera, Sunny lo dudaba.
¿Y para qué? ¿Cómo terminó todo?
Los siete sellos habían sido rotos, y la antigua civilización había sido aniquilada.
Pero el sol creado y alimentado por ella no fue destruido... solo corrompido. Aún se levantaba por la mañana y caía más allá del horizonte después del crepúsculo, iluminando el desolado infierno de su propia creación.