Me fui al baño, necesitaba relajarme, tenía celos de alguien que ni siquiera tenía rostro para mí. Cuando salí del baño Daniel estaba en el estudio. Me miró y me dijo:
-¿Podemos hablar?- Me senté en la silla que había a su lado y espere a que hablara. Daniel serio me dijo:
-Hoy estás rara, no sé que te pasa, creía que estarías contenta de estar los dos solos en tu cumpleaños.- Le miré, suspire para quitarme la presión del pecho y le dije:
-Estoy contenta con eso pero no puedo ignorar que estas toda la tarde pendiente del móvil. Siempre me dices que no quieres gastar mucho, pero hoy parece que no te importa. ¿Qué quieres que piense? Los celos me están fastidiando, solo pienso que cada vez que te mandan un mensaje me dejas sola. Sé que estoy siendo egoísta pero no puedo evitarlo.- Daniel solo dijo:
-¡Pero eso es una tontería! No es nada, ¿Cómo puedes pensar eso de mi? ¿Tan poco confías en mi?- No le entendí, que tenían que ver mis celos con la confianza. Le dije que no era eso pero ya estaba enfadado, como no quería que fuera a peor le dije:
-Bueno da igual, ¡ya no te lo diré nunca más!- Me levante, recogí mis cosas y cuando iba a salir Daniel me cogió del brazo diciendo:
-¿Adonde vas?- Su voz temblaba, le cogí la mano y le dije con la cabeza baja:
-No quiero pelearme contigo, no quiero que te enfades conmigo justo un día como hoy y por eso me voy a casa así no empeorare las cosas.- Daniel me abrazó y me dijo:
-¿Por qué eres tan tonta? ¿No puedes esperar un poco? ¡Por favor!- Asentí y le dije:
-Voy un momento al baño a refrescarme la cara- no quería que viera que estaba llorando. Me encerré en el baño, cogí una toalla y empecé a llorar, no soy buena sacando mis emociones.
Para cuando me calme mi rostro mostraba más de lo que me hubiera gustado. Me refresqué la cara, el pelo, la nuca y suspire antes de abrir la puerta. Al abrir me tope con Daniel que estaba allí, me miró, me cogió la mano y me llevo a su habitación cerrándola con pestillo. Después mostrándome el móvil dijo:
-¡Era una sorpresa! Solo quería asegurarme de que estuviéramos solos, he estado hablando con mis padres y con Carlos que esta convenciendo a mi hermana para que se quede a cenar en su casa. Ninguno de ellos volverá hasta tarde, ¿ahora me crees?- Cuándo mire a mi alrededor vi que habían velas por toda la habitación, olía a fresas, encima de la cama había un pequeño estuche. Le miré sorprendida y me dijo:
-Sé que no querías nada por tu cumpleaños pero pensé en hacer algo especial, yo te regalo algo y tú me regalas algo.- Me quedé mirándole sin comprender, Daniel aclarándose la garganta me dijo serio:
-Sé que te dije que no iríamos deprisa pero no puedo esperar más. Quiero ser el primero en tu vida y con suerte el último.- Después cogió el estuche y me lo dio diciendo:
-¡Ábrelo! No es mucho pero como tenia algo ahorrado y gastando menos...- cuando lo abrí vi dentro una pulsera con su nombre grabado en una placa con decoraciones de rosas, detrás la fecha de cuando empezamos a salir y debajo más pequeña la de ese día. Me quede de piedra, la pulsera era de oro, la toque y le miré, él se sentó y acogiéndome en sus brazos me dijo:
-¡Pruébatela! Quiero ver si te esta bien, pedí que quitaran un poco de cadena por que era enorme. Así que mira si me he pasado.- Me la puse por encima y me venia bien, le dije:
-¿Me la puedes poner? Dani me encanta pero es demasiado, yo no puedo regalarte cosas así. Habrá costado mucho, ¿verdad?- Daniel me puso la pulsera y me tapo la boca con la mano, me dijo mientras me besaba el cuello:
-No quiero que me regales cosas como esta, quiero que estés a mi lado siempre. Solo quiero que me des tus primeras veces, eso tiene más valor que todo lo que yo pueda ofrecerte. Me gustaría que hoy en tu cumpleaños me dieras una, ¿estas preparada?- Asentí sabiendo que ese día era el indicado.
Daniel me besó y mientras hacia su beso más profundo se desabrocho la camisa. Al ver su pecho sin camisa le acaricie la espalda pegándome a su cuerpo, Daniel separándose un poco cogió el borde de mi jersey y me lo paso por la cabeza. Después hizo lo mismo con el polo, solo me quedaban la falda, el sujetador y las bragas. Me levanté y me quite la falda mientras él se quitaba los pantalones y abría las sabanas. No espero, me tumbó en la cama y se puso encima de mí, me besaba el cuello, la boca, los ojos, la frente, todo el cuerpo. Le sentí rebuscar en mi espalda hasta que encontró el broche del sujetador. Me pidió que me sentara, lo desabrochó y una vez suelto me lo quitó, con vergüenza le pedí que apagara la luz. Daniel me miraba deseoso y dijo suavemente contra mi piel mientras me besaba los pechos:
-¡No! Hoy no voy a apagar las luces, quiero verlo todo.- Empecé a sentir el cosquilleo y a ponerme inquieta. Cuando toco mi parte intima y empezó a masajear la zona, no podía dejar de gemir intentando contener mi voz. Daniel extrañado me dijo:
-¡Emi! Grita todo lo que quieras estamos solos, no pasa nada. Además me gusta oír tu voz.- Me quito las bragas y al ver que continuaba intentando bajar la voz dijo con sus labios contra mi muslo:
-¡Cabezota! Ahora te hare sentir, no podrás evitarlo tendrás que dejar que tu voz salga.- Cuando su lengua encontró mi secreto no pude evitarlo, grite, me sentía cada vez más deseosa. Le pedía que no se detuviera que quería más, Daniel acariciándome me dijo:
-¿Quieres hacerlo como siempre? O me ayudas y avanzamos un poco más.- Le mire y le dije que quería avanzar, se quito los calzoncillos y me mostro a plena luz su miembro. Le pedí que cerrara los ojos un poco, me daba vergüenza que me viera ponérmelo en la boca. Siempre habíamos estado a oscuras, pero ahora con luz me daba mucho corte pero lo hice. Daniel empezó a gemir, en unos minutos me dijo que me tumbara en la cama. Se me acerco y volvió a la carga con más besos, su mano izquierda fue hacia la mesita de noche. Cogió un paquetito y se giró, cuando iba a ponérselo me lo enseño y dijo:
-Hay que hacerlo bien, no quiero cagarla al principio, quizás cuando seamos mayores...…. Podamos hacerlo sin.- Le sonreí agradecida de que pensara en un futuro juntos. Se puso encima de mí, me abrió las piernas poniéndose entre ellas despacio. Antes de moverse coloco su miembro en mi entrada diciéndome al verme inquieta:
-¡Cálmate! Iremos despacio, avísame si te duele y parare enseguida, ¿vale? No quiero hacerte daño, dímelo nada más lo sientas.- Asentí y se recostó encima de mi, haciéndome más fácil abrazarle. Note como empezaba a entrar despacio pero firmemente, de repente note un dolor punzante apreté sus hombros pero al no decirle nada siguió entrando. El dolor se hizo mas intenso y me queje, solo dije un "¡ay!" Pero vasto para que se detuviera, asustado me dijo:
-¿Te duele? ¿Puedes aguantar o me aparto?- Al verle tan preocupado y asustado le dije:
-No es nada, es solo que no lo esperaba, dame un poco de tiempo.- Al momento que se me paso le dije que podía continuar, era curioso pero cuando lo entró del todo ya no dolía y me sentía llena.
No sentía lo mismo pero no dije nada, Daniel pareció darse cuenta y me dijo:
-Ahora empezaremos de verdad, me dijeron que ha veces se pierde un poco de excitación por el dolor pero solo hay que empezar de nuevo.- Extrañada le miré, Daniel me besó, al rato de sus caricias y besos me sentía más inquieta incluso que al principio. Entonces dijo:
-Ahora es el momento de intentarlo de nuevo.- Volvió a introducirse en mí, esta vez no dolió ahora estaba sintiendo mucho. Daniel me miraba constantemente, no quería perderse nada, empecé a sentir mucho. Mis gemidos eran incontrolables, me aferraba a él arañándole la espalda y mordiendo sus hombros. Daniel me miraba apasionado cuando le dije:
-¡Dani! Es demasiado, no puedo, siento demasiado. Hazlo despacio, ¡por favor!- Como si no me hubiera oído se puso mas violento, casi eufórica grite su nombre cuando sentí que mi cuerpo temblaba por completo. Estaba exhausta, era muy intenso, diferente a cuando lo hacíamos con las manos o con la boca. No podía pensar con claridad cuando Daniel me dijo con su boca contra mi cuello:
-¡Ahora voy yo! ¡Relájate!- Le hice caso, entonces empezó a moverse muy deprisa de forma muy agresiva. Un instante después se quedo quieto, gimiendo, yo podía sentir como su miembro temblaba dentro de mí. Después se dejo caer encima de mí y miro el reloj de su mesita de noche. Había pasado una hora y media, sus padres tardarían en llegar, nos quedamos un rato así, él tumbado encima de mi mientras yo le acariciaba la espalda. Daniel me dijo muy relajado:
-¡Estoy en el cielo! Me siento genial, pero será mejor que lo saque o tendremos problemas. ¿Quieres darte una ducha?- Cuando se levantó, me asuste al ver la sangre, se me vino a la mente la cara de su madre.