Yu Yuehan se detuvo y miró hacia atrás.
Nian Xiaomu se había quedado parada en su lugar original y no lo había seguido.
Cheng Xiulu estaba de pie frente a ella y la sermoneaba con un aire de arrogancia. Nian Xiaomu frunció el ceño; parecía tener algo que decir, pero cuando miró a los huéspedes a su alrededor, se refrenó.
Cheng Xiulu no era alguien que supiese cuándo parar.
Se puso insufriblemente arrogante cuando vio que Nian Xiaomu no se atrevía a pronunciar palabra.
Quería aprovechar esta oportunidad para establecer su autoridad dándole una lección a Nian Xiaomu, así todo el mundo sería consciente de su estatus en la familia Yu.
Justo cuando quería hablar, oyó una voz baja y profunda decir: —¿Por qué no estás entrando todavía?
—La joven tía está reprendiendo a éste sirviente insensible. ¡Ya mismo voy! —Cheng Xiulu oyó la voz de él y estuvo encantada de que Yu Yuehan de verdad la hubiese saludado en frente de tanta gente.