—Sus ojos rojos se oscurecieron con un deseo primal al contemplarla tras su clímax, su cuerpo resplandeciente y ruborizado, justo como él prefería. Aún profundamente dentro de ella, liberó sus manos y agarró una de sus hermosas piernas. Plantando besos a lo largo de su tobillo, trazó suaves mordiscos por su pantorrilla, saboreando cómo su cuerpo temblaba mientras se calmaba de la intensidad de su clímax.
—Cuando volvió en sí, Oriana encontró su mirada, su aliento llegaba en pesados jadeos. Sus ojos se entrelazaron en un intercambio silencioso de lujuria y anhelo. Se inclinó hacia ella, acercando su rostro al de ella, dejando que sus alientos calientes bañaran su piel. Sus ojos rojos se concentraron intensamente en sus labios entrecortados antes de capturarlos en otro ardiente beso.