Para la mayoría de la gente en el Sector 3, el día había comenzado con normalidad.
El sol se levantó, sus hermosos rayos iluminando todo el sector. Los coches flotantes surcaban el cielo, su rugido un ruido de fondo familiar mientras la gente se dirigía al trabajo o a la escuela.
Los vendedores automáticos se instalaban a lo largo de las calles iluminadas con neón, vendiendo comidas y aparatos avanzados, mientras los drones revoloteaban entregando mercancías a los altísimos bloques residenciales.
Las pantallas holográficas cobraban vida en los espacios públicos, transmitiendo las noticias matutinas y anuncios de las últimas innovaciones. Los ciudadanos, vestidos en diversos estilos, paseaban por el bullicioso centro de la ciudad. La atmósfera era una mezcla de felicidad y frustración, como solía ser.
Para todos en el Sector 3, era solo otro día más, uno que terminaría tan aburrido y predecible como siempre.