—No puede ser. ¿El alfa hizo eso? —María estaba en negación mientras observaba a Joel asentir.
—Yo fui el que cerró esta mañana por orden del alfa —dijo Avid, masticando su carne.
—¿Estás seguro de que esa es realmente la orden del alfa? —María murmuró, pero fue lo suficientemente alto para que Avid y Joel lo oyeran, ambos dejaron de comer y la miraron con incredulidad, lo que hizo que María se sintiera nerviosa.
—¿Realmente lo estás cuestionando? —preguntó Avid, su voz sonaba más profunda cuando miró fijamente a la anciana junto a él—. Es un insulto para un guerrero no saber de quién proviene la orden.
—Te estás pasando, María —intervino Joel, frunciendo el ceño—. Solo quieres odiar a la luna sin motivo alguno.