—Caña parecía estar bien cuando se levantó del suelo, ya no tenía dificultad para respirar, pero cuando levantó la cabeza para mirar a Iris, la vista de sus ojos la detuvo en seco antes de tocarlo.
—Na… —susurró Caña.
Esta era su cara, él era quien estaba sentado frente a ella, pero Iris sentía que había perdido a Caña. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué sus ojos se volvieron de color rojo? Ese era el mismo color que… el licántropo.
—Na… —Caña susurró de nuevo—, se acercó a Iris, pero por instinto, ella retrocedió de él, lo que le hizo fruncir el ceño con este gesto. No le gustaba que ella estuviera lejos de él. —No te vayas, no te enfades, prometo que seré bueno.
La arruga entre sus cejas se acentuó cuando ella entendió lo que él dijo. ¡¿Qué quiso decir con eso?!
—¿Eh- qué?
—Na, prometo que seré bueno. No lastimaré a las personas. No los mataré —Caña se acercó a Iris y luego apoyó su cabeza en su regazo, mientras tomaba su mano para acariciar su cabeza—. Seré bueno, te lo prometo.