—No necesitas venir —dijo Caña. Puso su brazo alrededor de la cintura de Iris y la levantó para sentarla en su regazo, mientras él se sentaba en una silla. Era notable que ella había aumentado de peso. Todo su gran apetito ahora daba sus frutos.
Por supuesto, Caña no mencionaría nada al respecto, recordaba lo molesta que estaba Iris cuando la gente señalaba esto. De hecho, a él le gustaba así, ella lucía saludable. Ahora, cuando estaba desnuda, podía ver el pequeño bulto en su estómago, aunque no se podría decir cuando llevaba puesto un vestido.
—No. Quiero estar aquí —dijo Iris. Había algunas preguntas que quería hacerle a Rei y necesitaba escuchar la respuesta directamente, en la nota de si él estaba dispuesto a responder esto.
—Está bien —dijo Caña, besando su mejilla, bajando hacia su cuello, pero Iris lo detuvo cuando empezó a apretarle el pecho.
—Caña —dijo suavemente—. No. Rei estaría aquí en cualquier momento, ella no quería que la atraparan en esta posición.