Iris no pudo dormir ni un guiño, mientras el licántropo se tomaba su tiempo para dormir o pelear contra los monstruos que se acercaban a esta cueva. Se despertaría inmediatamente cuando detectaba a algún intruso y lo enfrentaba.
Sin embargo, cuando Iris estaba absorta pensando en qué podría hacer con este licántropo, divisó un destello de rojo en el rincón oscuro, el cual se movía hacia ella y sorprendió a Iris porque sabía muy bien qué era.
¡Era el pequeño lagarto!
—¿Cómo puedes encontrarme aquí? —susurró Iris mientras extendía la mano para tomar a su pequeña criatura. Afortunadamente, el licántropo no se despertó, probablemente porque no detectó ningún peligro.
Iris estaba asombrada de ver que su pequeña mascota encontraba el camino hacia ella. Si esta criatura era tan astuta, ¿podría hacer algo más?