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0.64% Dulce engaño / Chapter 1: Es hora de que terminemos esto.
Dulce engaño Dulce engaño original

Dulce engaño

Autor: Gabriela_Oliveira_8644

© WebNovel

Capítulo 1: Es hora de que terminemos esto.

Cuando Samara Arias recibió la prueba de embarazo, se sorprendió gratamente.

Después de tres años de matrimonio, finalmente lo había logrado, lo que era demasiado difícil para Samara.

Ella felizmente tomo la prueba de embarazo y salió, con muchas ganas de contarle a Álvaro la buena noticia, pero cuando se dio la vuelta, vio una figura familiar pasar.

¿Rebeca Villa? ¡El primer amor de Álvaro ha vuelto!

Samara la siguió rápidamente, descubriendo que Álvaro, que debía estar en el trabajo, la estaba acompañando y apoyando cuidadosamente. Era obvio que el niño en su vientre tenia mas de cinco meses.

-Álvaro, estoy bien... el niño esta bien.

-Es mejor examinarlo. Después de todo, es el ultimo heredero de la familia Ayala, y no se permite ningún error.

Rebeca sonrió con felicidad y Álvaro era muy tierno. Esta escena hirió profundamente a Samara.

- ¿Que estáis haciendo? -Samara agarro la prueba de embarazo en la mano. Sus uñas hirieron la palma de su mano a través del papel, pero el dolor no era comparable con el que sentía en su corazón.

Ella nasció con mala salud. Para concebir un hijo con Álvaro, durante los últimos años tomo todos los medicamentos caseros y visito todos los hospitales, e incluso varias veces casi murió. Sin embargo, no esperaba ver a Rebeca embarazada del hombre al que amaba en el día en que ella misma descubrió su embarazo.

- ¿Por que estas aquí? -Las cejas de Álvaro se arrugaron de repente y su mirada antes suave como el agua, se volvió fría y aguda, incluso el aire alrededor parecía haber enfriado un poco.

Al ver la actitud indiferente de Álvaro, Samara no pudo evitar preguntarle:

- ¿Por que estoy aquí? Álvaro, soy tu mujer, y ahora estas con tu amante para hacer una prueba de embarazo. ¿Tienes la cara dura de preguntarme por que estoy aquí? -Su interrogatorio atrajo la atención de la multitud.

Rebeca repentinamente lloro con agravio.

-Álvaro, lo siento, yo tengo la culpa. Si no hubiera vuelto, no te hubiera contado del bebe, o si hubiera abortado despiadadamente, tal vez no hubiera dejado que Samara lo malinterpretara. Lo siento, todo es mi culpa. -Al decir eso, se dio la vuelta y corrió.

-Josué, sigue a Rebeca y ten cuidado con su hijo. Si algo le pasa lo pagaras con tu vida. -En la voz de Álvaro había un poco de preocupación. Su asistente, Josué, corrió hacia Rebeca rápidamente.

Samara se le hacia difícil respirar. Álvaro nunca se preocupo por ella como se preocupaba por Rebeca.

- ¡Eres un bastardo! - De repente levanto la mano para abofetear a Álvaro con fuerza, pero no esperaba que el la detuviera. El agarre de Álvaro en su muñeca hizo que frunciera el ceño de dolor.

-Samara, hace tres años, cuando tu usando intrigas lograste dormir conmigo, yo no tuve otro remedio que casarme contigo, deberías haber sabido que no podía darte el amor que querías. Te lo advierto, el niño en el vientre de Rebeca es muy preciado, tiene mi sangre. Si te atreves a hacerle algo malo, no me culpes por ignorar cualquier relación entre nosotros. -Después de hablar, soltó su agarre.

Samara casi se cayo. Rápidamente se apoyo en la pared y desde su mano cayo la prueba de embarazo, cayendo frente a Álvaro.

- ¿Estas embarazada? -Álvaro se sorprendió.

Samara de rio, con las lagrimas goteando en las esquinas de sus ojos.

- ¿Te importa? Nunca me has querido. No importa lo bien que te trate... no te importa. Ahora que Rebeca te va a dar un hijo... ¡Álvaro, te amo, pero tengo dignidad y orgullo! Me are un aborto... es hora de poner un fin a este matrimonio. -El corazón de Samara dolía como si estuviera siento pinchado por un cuchillo, pero ella se dio la vuelta para irse.

Álvaro se notaba enfadado. Rápidamente camino hacia delante, cogió a Samara y salió del hospital.

-Samara, ¿Quién te crees que eres? Tu me obligaste a casarme contigo y ahora me dices que no quieres los bebes. ¿De verdad crees que yo no tengo temperamento? Déjame decirte algo, ¡la vida de este bebe esta en mis manos!

- ¡Suéltame! ¡Este bebe no tiene nada que ver contigo! -Samara lucho furiosamente, pero no pudo liberarse de las ataduras de Álvaro.

- ¿Tu hijo? ¿Acaso puedes reproducirte asexualmente? ¡Sera mejor que no me provoques! -Los hermosos ojos de Álvaro se entrecerraron abruptamente, lo que hacia que el ambiente fuera opresivo.

En ese momento, su teléfono sonó de repente. Álvaro dejo a Samara, pero al mismo tiempo la controlo con una mano, que estaba llena de posesión dominante.

Samara no pudo evitar sentirse triste.

- ¿Qué dices? ¿Rebeca quiere suicidarse? Cuídala, ¡voy ahora mismo! -Álvaro se puso nervioso, mientras el calor que sentía Samara en el corazón se enfriaba lentamente.

-Samara, vuelve a casa. Hablamos luego. -dijo Álvaro.

Al colgar el teléfono, el frunció el ceño con los ojos llenos de preocupación. Sin embargo, sus emociones no estaban ligada a ella.

Samara lo rechazo fríamente.

-Vete. Después de todo, ella es más importante para ti. -dijo Samara, pero su corazón estaba sangrando.

Álvaro todavía quería decir algo, pro al final, no dijo nada. Solo paro un taxi y se fue con prisa después de dejarla en el coche. Samara no pudo contener una sonrisa triste.

Tal hombre que siempre pensaba en otra mujer en su matrimonio, ¿su persistencia hacia algún sentido?

Después de volver a casa, la sirvienta saludo a Samara, pero ella se comportó como si no hubiera oído nada.

Miro a la habitación de color blanco y negro sin ningún diseño en ella. De repente se sintió muy humillada, su matrimonio era una farsa y debía ser terminado en este momento.

Samara espero toda la noche por Álvaro. Pero el no llamo ni una sola vez. Tal indiferencia la hirió más.

"Cariño, lo siento, no puedo darte una familia. Pero no te preocupes, te amare el doble en el futuro." pensaba Samara.

Las lágrimas descendían por su cara, pero al final firmo el acuerdo de divorcio que mando preparar. Cada trazo de su nombre era como un cuchillo clavándose en su corazón.

Al firmar, se quitó el anillo de bodas que le dio Álvaro, y lo coloco sobre el acuerdo de divorcio.

Antes ella trataba este anillo como un tesoro. Después de tres años, el anillo dejo una marca en su dedo. Ahora que se lo quito, el rastro todavía estaba allí. Como su amor por Álvaro, no podía ser borrado.

Samara creyó que era una cobarde. Temía que volvería a ser compasivo, así que recogió su equipaje y salió firme de casa.

-Señora, Rebeca no está bien de salud y el señor está acompañándola. Nos ordena que la llevemos al extranjero. Tenemos que irnos ahora. -Dijo un guardaespaldas.

Al llegar a la puerta, ella vio que el guardaespaldas le impedía el paso y se enfadó mucho.

- ¿Por qué tengo que ir al extranjero? No estoy de acuerdo. -dijo Samara.

-Lo siento, señora. El señor dice que usted no tiene opción. -contesto el guardaespaldas.

Después, se adelantó y golpeo a Samara, lo que hizo que se desmayara. Luego fue arrastrada al coche. Fue llevada a un almacén abandonado y fue despojada de toda su ropa. Un hombre yacía a su lado acariciándola y todas las posturas embarazosas fueron capturadas por las cámaras.

-Señorita Villa, está hecho. -dijo alguien.

-Muy bien. Publica las fotos en internet, no creo que Álvaro todavía quiera a una mujer infiel. Arregla todo al salir.

-Si. -respondió el hombre.

Después de terminar la llamada, el hombre vertió gasolina a los alrededores del almacén y lanzo fuego.

Las llamas ardientes estallaron al instante y la temperatura era tan alta que hacía que la gente sofocara. Samara despertó y encontró que estaba en medio del fuego. El humo áspero la ahogo y las llamas la tragaron sin piedad.

- ¡Socorro! -grito Samara. Sin considerar que todavía estaba desnuda, ella cogió un palo golpeando la puerta del almacén. Pero escucho una voz que venía de fuera.

-Lo siento, señora. Todo es orden del señor. Puede ir al otro mundo tranquilamente, el señor escogerá un buen cementerio para usted -se oyeron las palabras del guardaespaldas.

Ella se puso tiesa. ¿Álvaro quería que muriera? ¿Por qué? ¿Solo porque ella también estaba embarazada como Rebeca? ¿Por qué quería que Rebeca fuera su esposa para que su hijo pudiera nacer con justo título?

"¡Álvaro Ayala, no tienes corazón! Incluso querías matar a tu propio hijo ¿verdad?" pensaba ella.

Samara estaba muy triste y gimió de dolor.

- ¡Álvaro, te odio! Estaba ciega, de lo contrario, nunca me enamoraría de un hombre tan cruel como tú. Si tuviera una vida más, te haría sentir la sensación de ser asesinado por tu amada. -Samara grito.

El fuego devoro sus palabras. Solo sintió que era difícil respirar y los parpados estaban muy pesados. No podía soportar más y se cayó al suelo dejando que el fuego quemara su piel y se tragara su alma.

Cinco años después.

El asistente entrego la información a Álvaro.

-Señor, esta es la información de la diseñadora enviada por el Grupo HJ. Se dice que llega hoy a la ciudad. ¿Enviamos a alguien para recibirla? He oído que es una diseñadora muy famosa en el extranjero y es difícil tener un diseño suyo. Si no fuera por la colaboración con el Grupo HJ, no habrían dejado que venga para ayudarnos. -dijo Josué.

- ¿Catalina Montenegro? -pregunto Álvaro. Sus ojos se entrecerraron ligeramente.

-Si, es la diseñadora Catalina. -contesto Josué y asintió apresuradamente.

Catalina era una diseñadora de coches deportivos que se había hecho famosa en los últimos años. Decían que su primer diseño "Alas de amor" gano el primer premio en el Concurso Internacional de Diseño. Antes de que este coche entrara en el mercado, todas las personas influyentes estaban compitiendo por él. Sin embargo, según lo que se dijo, Catalina solo produjo dos y el precio era muy alto. Aun así, todavía había mucha gente que lo quería.

Ahora por la colaboración con el Grupo HJ, Catalina vino personalmente a la ciudad y Álvaro era un amante de los coches deportivos. Por eso, Josué se lo recordó. Si podían hacer que Catalina se quedara en su empresa, entonces...

Álvaro entrecerró los ojos nuevamente. Tomo la información sobre Catalina y echo un vistazo. Al ver que tenía otro nombre, se quedó quieto.

¡Samara!

¿Samara Arias?

Álvaro se sorprendió al pensar en esto.

- ¿No tienes una foto de Catalina? - pregunto él.

-No, el Grupo HJ protege muy bien sus datos personales. Hice todo lo posible para encontrar su información, pero no descubrí nada. Se dice que es una mujer muy bonita. -Contesto Josué.

Este hombre, no se había podido imaginar que una mujer fuera la diseñadora de un coche que impacto a todo el mundo con su capacidad. Además, ¡era una mujer preciosa!

Pensaba, "Esto no tiene sentido."

Después de todo, era raro que una mujer tan encantadora estuviera tan interesada en los coches.

No obstante, Álvaro no pensó en la pregunta de Josué. Miro fijamente a la información de Samara durante mucho tiempo. Lanzo unas miradas agudas haciendo imposible ver sus emociones con claridad. Sin embargo, sus dedos estaban inconscientemente golpeando la mesa una y otra vez, lo que hizo que el ambiente en la oficina fuera un poco serio.

Josué dijo prudentemente -Señor...

-Prepárate. Vamos al aeropuerto -interrumpió a Josué.

Álvaro finalmente hablo, con la mirada llena de firmeza.

¡Samara! Recordó el nombre otra vez.

Pensaba, "¿Es una coincidencia? o ¿son dos personas que tenían el mismo nombre?

Nadie encontró el cadáver de Samara en el incendio que ocurrió hace cinco años. La policía dijo que el fuego era demasiado fuerte y tal vez había quemado hasta las cenizas, pero el nunca creyó que estuviera muerta.

Ahora, ¡esta tal Catalina también se llamaba Samara! Él quería verla ahora mismo.

Josué estaba un poco aturdido. Después de todo, en los últimos cinco años, era muy raro que Álvaro fuera a recoger a alguien presencialmente, pero recupero la conciencia rápidamente y se dio la vuelta para prepararse.

Cuando el coche llego al aeropuerto, el vuelo de Samara acababa de aterrizar.

Samara salió del control de seguridad con su maleta. Tenía un largo pelo castaño, una buena forma física y rasgos faciales atractivos, por lo que inmediatamente atrajo la atención de todo el mundo.

El niño que estaba a su lado llevaba una ropa casual de color blanco. Tenía la piel muy tierna y unas pestañas largas. Llevaba una gorra y tenía una piruleta en la boca. Siguió los pasos de Samara tranquilamente. No obstante, mostro una arrogancia, haciendo que los demás se sintieran incomodos.

-Eduardo, ahora estamos en la Ciudad H y aquí no es Estados Unidos. Compórtate y sígueme. -Samara se quedó perpleja por la expresión de su hijo, pero al mismo tiempo, no sabía qué hacer con él.

La manera de actuar de Eduardo era cada vez más similar a la de Álvaro. No quería que su hijo siguiera así debido a que deseaba que aprendiera de ella.

-Mama. ¿por qué dices esto? -pregunto el niño. Eduardo se encogió de hombros con una expresión traviesa.

Samara se rio ligeramente y negó con la cabeza. Extendió el dedo, toco la frente del chico y dijo:

-No hables con ese tono. Eres mi hijo y te conozco perfectamente. Aquí debes cuidar tu comportamiento. ¿Me entiendes?

-No te preocupes. Tu vuelves para trabajar y yo quiero ver el lugar donde creciste. Cada uno a su bola... no hare nada raro. Mama ¿por qué estas tan seria? -respondió Eduardo.

Hizo una mueca para demostrar su insatisfacción.

Samara le toco suavemente la cabeza y dijo:

-Tengo que recordártelo porque te conozco muy bien. Vamos. Cuando salgamos de aquí llamare a Mayra y podemos vivir en su casa.

-Vale -contesto el joven.

Eduardo mostro una sonrisa muy agradable, mientras cogía a su madre de la mano y salía. De pronto, vio a una figura familiar. Esa persona era muy similar a él y se notaba que era un hombre muy serio. Pensaba, "Este debe ser Álvaro, ¿verdad?"

Eduardo miro a Samara y vio que su madre estaba buscando un número de teléfono. El chico se tocó el abdomen y grito de repente:

-Mama, me duele la barriga. ¡Quiero ir al baño! -la mujer escucho sus palabras, levanto la cabeza y vio que su cara estaba roja. Con las pantorrillas frotándose constantemente entre sí, parecía que ya no podía controlarse.

-Te acompaño -respondió ella. Mientras hablaba, extendió la mano para levantarlo, pero el chico salió corriendo.

-No hace falta mama. Vuelvo ahora mismo. -contesto él. Eduardo se alejó rápidamente.

Al verlo así, Samara sacudió la cabeza con cariño y llamo a su amiga.

-Mayra, soy yo Samara. Ya hemos llegado. -La persona a la que llamo era su mejor amiga. Durante estos cinco años, no habían perdido el contacto. Ahora Mayra era maestra de una guardería y se puso muy contenta al enterarse de que su amiga había vuelto.

- ¿Cuándo has llegado? Voy a pedir un permiso para buscarte. ¿Estás en el aeropuerto? - pregunto Mayra, que estaba extremadamente feliz.

-No hace falta. Eduardo me acompaña. Estamos llamando un taxi y vamos a tu casa directamente -contesto Samara, mientras caminaba sin darse cuenta de que había un hombre delante y los dos se chocaron.

-Lo siento, no te vi -respondió el.

Samara levanto la cabeza y apresuradamente se disculpó, pero se quedó sorprendida al verlo. ¡Era el! ¡Álvaro! ¡Qué casualidad!

Cuando Álvaro vio a Samara desde lejos, todo su cuerpo tembló.

¡Esa figura, esa forma de caminar era simplemente como Samara!

Involuntariamente se acercó y deliberadamente se inclinó hacia ella.

Josué estaba aturdido, nunca había visto a Álvaro entrar en contacto con ninguna mujer. Especialmente después del accidente de su mujer hace cinco años, se convirtió en un iceberg, haciendo que la gente se retirara involuntariamente. Fue la primera vez que tomo la iniciativa de inclinarse así.

No pudo evitar mirar a Samara y fue instantáneamente fascinado por ella.

Esa cara impresionante era simplemente perfecta al extremo, como si hubiera sido esculpida por un artista.

Álvaro también estaba asombrado.

Sin embargo, recupero rápidamente sus sentidos, frunció el ceño ligera e inconscientemente se retiró y dijo fríamente:

-Mira por dónde andas.

Samara se burló por dentro.

Esta cara actual no se parecía en nada al de antes.

Todavía recordaba lo doloroso que era el fuego en su piel. También recordaba que había sufrido nueve meses para proteger al bebe en su barriga y se había sometido a una cirugía plástica después de dar a luz.

Cada sueño de medianoche era una pesadilla y siempre lloraba en la almohada. Ahora que el culpable estaba justo frente a ella, no pudo evitar sostener su mano. Deseaba poder arrancarle la cara y sacarle el corazón, quería preguntarle porque era tan cruel, y más, ¿tenía corazón?

Samara sostenía la piruleta que Eduardo aún no había acabado, y en el momento en que Álvaro la toco, la piruleta también mancho su traje.

-Siento no haberme dado cuenta antes, tu traje esta sucio. Comprare uno nuevo y hare que te lo envíen como recompensa, ¿de acuerdo? ¿Cuál es tu número de teléfono? -La voz de Samara era algo ronca y profunda.

Un rastro de decepción brillo en los ojos de Álvaro.

¡No es ella! No era la cara de Samara, ni siquiera la voz.

Todavía recordaba que la voz de Samara era tan nítida. A pesar de que la mujer frente a él era preciosa, su voz era profunda y ronca. Tal vez para otros, esta voz era algo tentadora, pero a él le era completamente indiferente.

La expresión de Álvaro se volvió fría.

-No es necesario, es solo un taje -con eso, se quitó el traje y lo arrojo a la basura no muy lejos frente a Samara, era como tirar algo extremadamente asqueroso.

La esquina del labio de Samara se elevó ligeramente.

A los ojos de Álvaro, ella podría ser una mujer que le gustaba y quería obtener información.

Samara se burló mientras miraba su espalda, preguntándose qué tipo de expresión tendría el cuándo supiera que es la diseñadora a la que está a punto de recibir.

Álvaro estaba inexplicablemente incomodo, en cuanto a porque lo estaba, el mismo no estaba seguro.

Claramente no era Samara, pero ¿por qué le dio una sensación familiar?

¡No! ¡No es ella!

Samara definitivamente estaría extremadamente feliz si supiera que él había tomado la iniciativa de inclinarse. Conocía los sentimientos de Samara por él, pero no había ningún sentimiento en los ojos de esa mujer.

¡Sus ojos era muy parecidos a los de Samara!

Álvaro de repente se detuvo, Josué no se dio cuenta y se estrelló directamente contra su espalda.

-Señor, lo siento -Josué se tocó la nariz dolorida rápidamente y dio dos pasos hacia atrás antes de darse cuenta de que la mirada de Álvaro estaba en Samara.

Samara se dirigió al baño tras un breve contacto, la forma en que caminaba hizo que los ojos de Álvaro se estrecharan de nuevo.

-Señor, ¿está interesado en esa mujer? -Álvaro de repente miro a Josué de reojo y Josué rápidamente cerro la boca.

-Voy al aseo -Álvaro no sabía lo que pasaba, estaba tan enfadado que se dio la vuelta y rápidamente camino hacia el baño.

Josué rara vez veía a Álvaro así, por lo que no se atrevió a seguirlo y lo espero fuera.

Álvaro entro en el baño, encendió el grifo y se salpico con agua en la cara, tratando de despertarse. Pero de repente sintió que alguien tiraba de su ropa.

Álvaro frunció el ceño ligeramente y giro la cabeza viendo a un niño de unos cuatro o cinco años con la cabeza levantada. Su mano derecha tirando del dobladillo de su camisa, como si tuviera algo que decir.

- ¡Déjame! -los ojos de Álvaro estaban ligeramente fríos y el aura emitida por todo su cuerpo simplificaba la indiferencia, pero el niño frente a él no se inmuto.

Sus ojos le parecieron familiares.

- ¿Señor, puede hacerme un favor? -Eduardo miro directamente a Álvaro, esa mirada inocente y ansiosa hizo que el corazón de Álvaro se enterneciera de repente.

- ¿Dónde están tus padres?

-Mi madre no puede entrar, ¡es el baño de hombres! -Eduardo hizo una mueca, sonrojándose un poco.

Álvaro miro al niño y de repente suspiro:

- ¿Qué puedo hacer por ti?

-Mi cremallera esta atascada, pero tengo prisa, ¿puedes ayudarme? Por favor. -Mientras Eduardo hablaba, sus piernas se frotaban constantemente. Parecía que realmente no podía contenerse más.

Álvaro suspiro suavemente y se acuclillo.

El niño tenía unas bonitas facciones, era agradable a la vista. Normalmente, Álvaro no ayudaría, pero en este momento se sentía diferente.

-Eres pequeño, tu madre no debería ponerte este tipo de pantalones. -Al ver que la cremallera estaba atascada, Álvaro frunció el ceño.

- ¡Tengo cuatro años! ¡Ya soy un hombre! -Dijo Eduardo.

-Un hombre no tiene problemas con sus cremalleras. -Normalmente Álvaro no diría tanto, pero ahora no pudo evitar hablar frente al niño y no sabía por qué.

Una emoción brilló rápidamente en los ojos de Eduardo, Álvaro no la noto.

-Ya está -dijo Álvaro. En el momento en que Álvaro bajo la cremallera, Eduardo grito:

- ¡Señor! ¡No puedo contenerme!

- ¿Que? -Justo cuando Álvaro hablo, la orina caliente y un olor extraño se acercó a su cara.

-Lo siento, no quería molestar -Eduardo se disculpó apresuradamente. Después entro a una cabina y cerró la puerta rápidamente.

Álvaro entonces se dio cuenta de que lo que tenía en la cara era orina.

- ¡Qué barbaridad! -Álvaro pensaba, "Yo, el presidente del Grupo Ayala, ¿fui rociado con la orina de un niño?" Estaba enfadado.

- ¡Sal! -grito Álvaro. No había estado tan enfadado en años.

Eduardo estaba en la cabina, llevaba en la cara una sonrisa triunfal, pero contesto con un tono lloroso:

-Señor, perdón, realmente no podía contenerme. Espere un momento. Le diré a mi mama que le compense con dinero, ¿está bien? O puedes hacer pis en mi cara.

Al escucharlo, Álvaro estaba sorprendido. ¿Orinar en un niño? ¡Que ridículo!

Se lavo rápidamente, pero todavía se sentía mal. Entonces froto su cara con jabón muchas veces, pero seguía oliendo a orina.

Eduardo notaba el movimiento fuera y se reía al pensar que le hacia un favor su madre. Esto era solo un pequeño castigo para él, en un futuro podría castigarlo más. Eduardo estaba alegre, pero dijo en tono lloroso:

-Señor, no me pegue. Puede considerarme su hijo... realmente no quise molestar. No se lo cuente a mi madre, ¿vale? -Al final, Eduardo fingió llorar. Álvaro se quedó congelado. En su conciencia estaba pensando, "¿Mi hijo? Si Samara no estuviera muerta, nuestro hijo tendría la misma edad"

Álvaro se miró al espejo, nunca había estado tan sucio. Su pelo estaba mojado y pegado a su frente, y su cara llena de rabia. "¿Los ojos?" De repente, Álvaro se dio cuenta de que los ojos del niño se parecían a los suyos. "Entonces me sentí cercano a él por sus ojos. En toda la Ciudad H, hay pocas personas con este tipo de ojos. Tal vez por eso soy paciente con él." Álvaro suspiro y dijo fríamente:

-No le cuentes a nadie lo que ha pasado hoy, incluida tu madre. ¿Vale? Si nos volvemos a ver, finge que no me conoces.

-Si, entiendo. ¡Prometo no decírselo a nadie! -Respondió Eduardo inmediatamente. Era tan obediente que no podía culparlo.

Álvaro tenía que soportarlo, echo un vistazo a la cabina y salió enfadado.

-Señor, ¿Qué ha pasado? -grito Josué.

Álvaro se fue con prisa y Eduardo salió inmediatamente al no escuchar ruido fuera. Mirando en dirección a donde Álvaro se había ido. Se rio. Saco la cámara que estaba debajo del lavabo y se la metió en el bolsillo. Después se lavó las manos y salió del baño.

Samara ya había salido del baño. Estaba preocupada por no ver a Eduardo. Cuando por fin iba a encontrar a su hijo, vio a Álvaro salir del baño enfadado, su pelo estaba mojado como si acabara de lavarse.

Álvaro era un hombre que prestaba atención a su apariencia, Samara lo sabía de sobras. Por eso, al verlo, se sorprendió. Si embargo, inconscientemente se escondió para que no la viera.

Estaba de vuelta y ellos y debían. Iba a recuperar todo lo que le pertenecía y no tenía prisa.

-Eduardo -Samara agarro al niño en sus brazos y lo miro de arriba abajo, al ver que estaba bien, se tranquilizó.

Eduardo sabia porque su madre estaba preocupada, pero fingió no saber nada y pregunto:

-Mama, ¿paso algo? Solo he ido al baño. ¿Por qué estas tan nerviosa? Mira mama, ese señor es guapo, ¿Qué te parece?


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