—Tienes que aprender a controlarte y para eso Luci te ayudara —Comentó Gabriel. Asentí sin más, aunque no me gustara la idea.
— ¿Y si no aprendo a controlarme? —pregunté en un susurro, manteniendo mi mirada en el suelo.
Estaba demasiado confundida y asustada. No sabía que debía de hacer de ahora en adelante.
—Acabarías con todo a tu alrededor —explicó Caleb, rápidamente alcé mi mirada hacia él.
— ¿Acaso puedo hacer eso? —los miré horrorizada a ambos, me levanté de aquel sillón donde había permanecido por varios minutos después de que Caleb me dijera el cambio de color de mis ojos.
Quería una explicación.
—Eso y más mi Luna —Gabriel se acercó y me abrazó—. Pero tranquila, no dejaré que eso suceda.
Le devolví el abrazo, posando mi rostro en su pecho. El suave latir de su corazón era algo que simplemente me tranquilizaba y era justo lo que necesitaba en este momento. Cerré mis ojos escuchando por último algunos susurros de su parte.
No sé en qué momento había sucedido, pero me había quedado dormida entre los brazos de Gabriel y recién me despertaba.
Estaba en mi habitación.
Todo estaba a oscuras excepto una pequeña parte la cual era reflejada por la luz de la Luna.
— ¿En qué momento me dormí? —pregunté, viendo a Gabriel despaldas a mí. Estaba asomado en la ventana. ¿qué miraba? —. ¿Qué haces ahí?
Fruncí mi ceño cuando no escuché respuesta de su parte.
¿Había pasado algo?
—Gabriel —llamé con nerviosismo. Me levanté de la cama para ir hasta él—. ¿Por qué no respondes?
—Aren —Me detuve en seco al escuchar ese nombre y más al saber que no era Gabriel—. Así me llamo.
Parpadeé varias veces atónita.
Vi en la situación que me encontraba y podría salir corriendo y gritar, o simplemente comunicarme con Gabriel por nuestro link que compartíamos. Pensé.
—Te alcanzaría antes de dar un paso y te taparía la boca —mis ojos se agrandaron al escucharlo, un escalofrió me recorrió de pies a cabeza—. He bloqueado tu comunicación con ese perro.
Nunca, pero nunca había escuchado un tono de voz tan sofrió como el de ese hombre. Me causaba escalofríos y muchos nervios.
—¿Co..como leíste m-mi pen..
— ¿Cómo leí tus pensamientos? —cuestionó en un tono burlón, se dio media vuelta y por la luz, pude notar el color tan inusual de su cabello…blanco—. Soy tu futuro esposo, ¿Qué clase de esposo seria si no lo supiera?
Ok, esto ya me estaba dando miedo.
—No te acerques —demandé, cuando empezó a caminar hacia mí—. Quiero que te vayas y no vuelvas más.
Hizo caso omiso a mis palabras y continuó acercándose, mis piernas se habían paralizado.
—Claro que me iré —quedé completamente sorprendida cuando pude verlo—. Pero cuando te lleve conmigo.
—No me quiero ir contigo…nunca lo haré.
Mi corazón palpitaba fuertemente y mi respiración se acortó cuando su mano tocó mi rostro, su mirada estaba fija en mi e igual la mía en él. No podía observar el color de los suyos, pero sin duda su mirada gélida atrapaba de una manera muy intensa.
— ¿Segura? —inquirió alzando una de sus cejas.
—S-Sí —titubeé y me recriminé por ello.
Empecé a sentir como su otra mano subía lentamente por mi brazo hasta llegar a mi rostro.
Todo mi cuerpo se erizo como nunca, sus caricias se sentían… ¿impresionantes? No encontraba palabras para describirlas, pero eran muy intensas.
—No —dije, pero estaba lejos de ser un no firme, era un no con dudas y no debería tener dudas a la hora de, si dejarme o no besar por él.
—Pronto te daré lo que tu cuerpo tanto anhela.
— ¿Qué? —me atreví a preguntar.
—Nuestra unión Emma.
No alcancé a procesar nada, sus labios se estamparon sobre los míos impidiéndome tener un pensamiento racional, en lo único que podía pensar era en sus labios, su textura, su grosor, el cosquilleo que provocaban sus dedos en mi piel
Esto era demasiado intenso… y estaba mal.
Abrí mis ojos que en algún momento los había cerrado y me separé abruptamente de su cuerpo.
— ¡ALEJATE! —Grité separándome, llevé mis manos a mi boca al ver quien se encontraba al frente—. ¿Cómo?
Cuestioné atónita al ver a Gabriel, miré mí alrededor y también estaba Caleb. Todo seguía igual, justo antes de que me quedara dormida… pareciera que el tiempo no hubiera pasado.
Pero yo me dormí y…
— ¿Qué sucede Emma? —Caleb se acercó hasta mí, se notaba confundido por mi reacción—. ¿Estás bien?
—Me dormí...esta... mi...cama...él —no lograba decir nada coherente.
— ¿Por qué me bloqueas de tus pensamientos mi Luna? No puedo saber que sucede si no me dejas leerlos.
—No lo sé —musité, mis ojos picaron por las lágrimas que se acumulaban—. No sé qué sucede, me dormí… ¿Cierto?
Ambos me miraron confundidos, lo que hizo que entrara en desesperación.
—Me dormí y me levanté de mi cama —expliqué, sintiendo mis labios temblar—. Era de noche y había alguien en mi cuarto.
—Él solo te abrazo por varios segundos antes de que tú gritaras.
— ¿Por qué mientes Caleb? ¿Me estás diciendo loca? —empuñé mis manos, clavándome las uñas al hacerlo.
—Emm…él tiene razón. No paso ni un minuto.
"Es mejor que no digas más mi amor"
Di un salto al escucharlo.
—He visto a Aren —confesé—. Y en este momento acaba de hablarme, ¿Cómo es posible todo eso?
—Tengo que irme —anunció Caleb con su ceño fruncido—. Volveré mañana para arreglar todo.
Lo último lo dijo viendo a Gabriel, el cual asintió.
—Emma…mírame amor —negué, me volteé y quise ir a mi habitación, pero su mano me sostuvo reteniéndome.—. Nada te pasara al estar conmigo.
—Lo sé —susurro—. Pero si a ti por estar conmigo.
—Nunca me harías daño, aprenderás a controlar tu poder y viviremos felices criando a nuestros cachorros.
Ojalá solo fuera esa preocupación.
—No es por eso Gabriel, es por todo —manifesté abatida, no creía poder aguantar con todo—. Por toda mi vida, no sé hasta donde pueda aguantar, no estoy lista para esto y nunca lo estaré. No quiero esto.
Cerré mis ojos y empecé a llorar de nuevo, grandes sollozos salían y rápidamente un nudo en mi garganta se instaló. Sentí como era apresada por sus fuertes brazos.
Mi mente trajo un recuerdo.
Había podido recordar lo que había sucedido aquel día, donde Gabriel había pensado que quería acabar con mi vida. Recordé cada palabra dicha por Gloria, pero sin duda, solamente una retumbaba sin parar.
DESTRUCCIÓN
—Se...Seré tu...tu destrucción.
—Nunca digas eso mi Luna —me reprendió en un tono fuerte—. Eres lo mejor que me ha pasado, ¿Cómo podrías ser algo así para mí? No vuelvas a decir algo como eso, te lo prohíbo.
No dije nada, solo me separé un poco para admirar su hermoso rostro. Haría lo que fuera con tal de no verlos sufrir a los tres: Gabriel, Owen y Caleb.
Daria mi vida si fuese necesario.
Dos semanas después.
— ¿Cómo tendré mi mente en blanco? ¿Acaso eso es posible? —pregunté un tanto enojada por el pedido de Luci.
Hoy empezábamos las lecciones para aprender a controlarme mientras que los demás, habían empezado hace varios días. Entrenaban muy fuerte, Gabriel quedaba realmente agotado de las largas sesiones que hacían en el día… ¿Para qué? Aun no lo sabía exactamente.
Lo que sucedió aquel día donde vi a Aren no se volvió a repetir, quería creer que no era la razón por la que había estado pensativa y triste.
—Claro que es posible para alguien como tú —dijo tranquilamente—. Aparte de aclarar tu mente, canaliza todo tu poder y llévalo a tus manos.
Suspiré exasperada, ¿Cómo pretendía que hiciera todo eso? Sí, había leído libros, pero algo muy diferente la práctica que la teoría.
Cerré mis ojos para intentarlo de nuevo, pasaron varios minutos mientras intentaba sin tener éxito alguno, siempre terminaba pensando en algo.
No era posible.
—No puedo, me rindo —alcé mis manos en señal de derrota; me levanté del suelo dispuesta a ir por un gran banquete, tenía mucha hambre y quería dejar de lado esta clase para nada productiva.
Tal vez mañana lo lograría.
—Cobarde —escuché. Me detuve de inmediato para encaradla.
— ¿Cómo me llamaste? —pregunté totalmente incrédula.
—C-O-B-A-R-D-E —Deletreó gritando, la miré fijamente aun sorprendida—. Harás que maten a tus mates por no poder controlar y saber usar tu poder, eres una estúpida cobarde, solo tú serás la responsable de sus muertes, que lastima por ellos al tener como mate a una inútil.
Parpadeé varias veces procesando lo que acaba de decir. Sentí mi piel arder de repente y como empezaba hacer rodeada por una aura demasiado pesada.
Empuñé mis manos tratando de contenerme, pero era imposible. Solo una cosa pasaba por mi mente y era…
Matarla
Caminé los pasos que nos separaban lentamente, su mirada cambió y pude notar el miedo en ella, sonreí de satisfacción.
—Lo lograste —sonrió abiertamente.
No respondí, la agarré del cuello con una sola mano y apreté para cortar su respiración, de la sonrisa que tenía anteriormente no quedaba nada.
—No…pue..puedo..re-respi…rar
Algo gritaba en mí que parara, que no lo hiciera, que yo nunca le haría daño a una persona, pero…simplemente no podía detenerme, la ira me cegó.
—Tranquila, todo acabara pronto —llevé mi mano izquierda a su pecho sintiendo el latir tan rápido de su corazón—. Me gustan tus latidos —Confesé, cerrando mis ojos y dejándome llevar por aquel ritmo.
Cuando escuché que sus latidos bajaron drásticamente, los abrí… no creía lo que veía, pero en mi mano izquierda tenía su corazón que poco a poco dejaba de latir.
Subí mi mirada a ella y sus ojos ahora estaban vacíos, no había vida en ellos.
La había matado.
La solté de inmediato. Miré a mi alrededor sin saber que hacer, tenia miedo de que alguien pudiera llegar así que corrí adentrándome aún más al bosque.
No sabia cuanto tiempo llevaba corriendo, pero se sentía como si fueran horas y lo mas sorprendente es que no estaba cansada. Sabia que debía de alejarme de todos antes de que terminara por matarlos al igual que lo había hecho con Luci.
Me detuve en un rio cristalino a beber y remojar un poco mi rostro. Mientras lo hacía no dejaba de pensar en lo que debía de hacer.
¿A dónde me iría?
Un ruido atrás de mi me alerto.
Volteé rápidamente a ver que había sido, aunque no pude ver nada sabia que alguien estaba observándome. Me levante a mirar un poco.
— ¿Quién anda ahí? —al instante en que pregunte quise golpearme, esto no era una película de terror.
Ahogué un grito cuando al voltearme, me encontré cara a cara con Jennifer, una muy distinta Jennifer, no se parecía en nada como hace días atras. Sus ropas se veían muy finas y sus ojos tenían su color habitual.
— ¿Dónde está mi padre? —pregunté, al saber que ella sabría sobre su paradero.
— ¿Por qué debería de saber dónde está el pulgoso de tu padre? —sonrió.
—Porque tú lo tienes —respondí entre dientes, al intuir que no diría nada—. Si no saldrá de tu boca el lugar en donde está mi padre, perfectamente te puedes ir.
—Sé dónde está hija…y en qué condiciones.
¿Condiciones?
—Dime —susurré, viéndola desconfiada.
—Morirá en un par de horas por la cantidad de plata que se le está suministrando.
La miré unos segundos pensando que había escuchado mal, pero al ver esa sonrisa tan sombría que tenía, supe que había escuchado perfectamente bien.
— ¿Qué tengo que hacer? —quise saber.
Con todo lo que estaba pasando, sabía que en mis manos tenía la posibilidad de salvarlo y lo haría, no importaba lo que me pidiera, lo haría con tal de salvar a mi padre.
—Algo sencillo —sacó algo muy pequeño de su bolsillo de abrigo—. Casarte con Aren.
Tragué fuerte al escucharla, un pedido jodidamente difícil.
"Hazlo por tu padre"
Me repetía una y otra vez al observar el anillo que tenía entre sus manos.
— ¿Cómo sé que no es una mentira de tu parte? ¿Cómo sé que en verdad tienes a mi padre? — cuestioné un tanto desconfiada.
—No te daré ninguna prueba, simplemente te diré que el tiempo corre y su estado empeorará con cada segundo que pase… en ti esta su vida.
—Primero quiero verlo —exigí—. Y solo así acept..
No alcance a terminar al escuchar la voz de Gabriel.
—¡Emma no! —volteé sorprendida.
¿Qué hacía aquí?
—Dile que se vaya —ordenó Jennifer en un susurro.
—Emma aléjate de ella —su voz está un poco distorsionada.
Owen.
—No puedo, te haré daño como se lo hice a Luci...la maté y te juro que no quería hacerlo —su ceño se frunció en confusión—. Mi padre está muriendo, tengo que salvarlo.
Gabriel se quedó unos segundos en silencio, solo mirándome detenidamente.
Estaba comunicándose con alguien.
—Emma, ven —su tono de voz era serena pero fuerte a su vez—. No mataste a Luci, ella se encuentra en la manada. Amor solo acércate.
Volteé a mirar a Jennifer.
—Tú —susurré retrocediendo—. Tú hiciste todo esto. Me hiciste pensar que la había matado.
—Solo la parte del corazón —confesó burlonamente—. Lo demás fue obra tuya, casi las matas hija mía.
Cuando alcancé a reaccionar había sido tarde.
Tarde para darme cuenta que todo había sido un montaje y que había cumplido con su cometido…alejarme de la manada y poder hablar conmigo.
Tarde para saber que quizás mi padre no estuviera en sus manos.
Tarde para correr a los brazos de Gabriel y estar a salvo.
Escuché unos dedos tronar y después de eso, no supe nada más.
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