Las lágrimas de Pequeña Pluma eran como un grifo que se había abierto. No importaba cómo la consolaran, ella no podía detenerlas.
Siempre había sido muy cálida con Zou Bai. Jiang An sentía que probablemente le gustaba más su papá, pero ahora que lloraba así, entendía que los niños amaban a sus padres por igual.
Jiang An acarició suavemente su cabeza —Pequeña Pluma, Mamá está realmente bien. Mañana estaré bien.
Jiang Yu se acurrucó en sus brazos y sollozó —¿De verdad?
En ese momento, Jiang Yi se acercó y dijo —Hoy quiero dormir con Mamá.
Aunque no expresó su preocupación por Jiang An, sus palabras ya le habían hecho entender a Jiang An.
Ella abrazó a los niños de ambos lados y dijo —Está bien, Mamá dormirá con ustedes esta noche.
Cuando Jiang Huai escuchó esto, inmediatamente sonrió y miró a Zou Bai con sorna —Entonces deberías dormir solo hoy.
Zou Bai respondió con una sonrisa. Luego, caminó hacia el sofá y se agachó —Papá y Mamá los acompañarán, ¿de acuerdo?