Me despierto rodeado de cuatro cuerpos desnudos. Hermosos. Sensuales incluso cuando duermen. Totalmente expuestas. Sus cuerpos se mueven suavemente con su respiración.
Elijo a Fen Huan. Duerme boca abajo. Abro sus piernas. Lubrico su culo. La penetro. Se despierta de golpe. Con la boca tapada por mi mano. Siendo penetrada analmente.
Tras un instante de confusión, se relaja. Se deja follar. Su lengua chupa mis dedos. Mi otra mano se ocupa de pellizcarla. De hacerla sufrir. Como le gusta a mi masoquista.
Cuando acabamos, Pen nos está mirando. Sentada. Su mano acariciando su clítoris. Claramente excitada. Se deja caer hacia atrás. Abre las piernas. Extiende los brazos. Invitándome. Obviamente, solo puedo aceptar la invitación.
Ayer fue un poco más caótico. Más salvaje. Con las cuatro jugando conmigo. Entre ellas. Ahora solo somos nosotros dos. Ignorando a las otras tres. Nuestros cuerpos entrelazados. Moviéndose despacio. Dulcemente. La saboreo poco a poco. Disfruto de su contacto. De su sonrisa. De su interior. De su exterior.
Nos quedamos abrazados y mirándonos cuando acabamos. Sonriéndonos. Hasta que unas voces nos interrumpen. Susurrando entre ellas. Pero sabiendo que las oímos.
–¿Nos toca ya? Ya deben de haber acabado.
–Yo también lo quiero así. Dulce y tierno.
–Yo preferiría más intenso.
––¡Ay!
Se quejan las dos cuando Pen les da una palmada en las nalgas. Se ríen las tres. Yo me acerco a Liu amenazante. Lo ha pedido intenso. Lo tendrá intenso.
—————
Por la tarde voy de nuevo a la tienda de la madre de Hai. Vendo la leche. Compro carne. Estoy comprando demasiada. Pero puedo almacenarla sin problemas. Además, las salamandras van creciendo y comiendo más.
Ya he conseguido que todas me acepten. Cuando las llamo, se acercan a mí. Les doy su comida preferida. Son sorprendentemente adorables. Aunque se pelean por la comida si llamo a varias. Al menos, puedo sacarlas y devolverlas sin problemas.
Podría vender leche de la etapa tres. Shun subió hace cinco días. Aún le cuesta creérselo. Sin embargo, tengo poca. Esperaré a la próxima semana.
Wei sigue creciendo. Sus meridianos se van medio abriendo medio creando. Se supone que se estabilizaran en unos años. Y se consolidarán cuando sea mayor de edad.
Ninguno sabemos en qué etapa estará. No tenemos experiencia. Tienen leche materna que va subiendo de nivel. Y un entorno con bastante qi.
Las gemelas han leído que algunas familias hacen algo parecido. Dándole leche de cada vez mayor nivel. Quizás diluyéndola al principio. Pero puede haber algunos inconvenientes si es incompatible. Al venir de diferentes madres. O si no está perfectamente diluida. Además de que puede resultar caro. Wei no tiene ese problema.
Guo Xua me mira de reojo varias veces. Se muerde el labio al menos un par. Parece impaciente.
Apenas tarda un instante en abrir la puerta lateral tras cerrar. Entro y la beso. Cierro la puerta con el pie. La empujo contra la pared mientras lo hago. Ella me recibe apasionada.
–Siento lo del otro día. Yo… Estaba muy alterada…– se disculpa cuando la suelto.
–¿Crees que una disculpa es suficiente?– la censuro.
–Yo…– me mira entre sorprendida y asustada.
–Vas a tener que pagar con tu cuerpo– exijo en tono amenazante.
Ella me mira primero sorprendida. Luego sonríe.
–Tonto… Me has asustado…
–¡Más te voy a asustar!– me río.
–¡Iiih!– emite un gritito cuando la cojo en brazos.
La llevo hasta el mostrador. La empujo suavemente contra él. Dándome la espalda. Sus pies en el suelo. Sus pechos contra la madera.
–¿Qué pensabas antes cuando me mirabas a escondidas? Querías esto, ¿verdad? Que te follara aquí mismo– la expongo.
–¡Aaaah! ¡Sí! ¡Aquí! ¡Hazme tuya otra vez! ¡¡Aaaaaahhh!!
La follo semidesnuda contra el mostrador. Sus pechos apretados contra él. Empujo una y otra vez desde atrás. Mis manos se recrean en su trasero. A veces buscan sus pechos apretados contra la madera. Resulta estimulante.
Ella grita con desesperación y lujuria. Su vagina gotea excitada. Sometida a mis caprichos. A mi qi.
–Quizás debería hacerlo cuando haya clientes– sugiero.
–¡¡Aaaaaahhhh!! Si me vieran… Puedo imaginarlo… ¡¡Aaaaaaahhhh!!
Parece que es también un poco exhibicionista. Como su hija. Quizás algún día pueda follarlas juntas. Por ahora, la llevo al orgasmo. Dominándola. Saciando su lujuria. Su soledad.
—————
Se abraza a mí débilmente cuando la cojo en brazos. Cuando la llevo hasta la cama. Aunque apenas inapreciable, el veneno en sus meridianos ha aumentado desde la última vez. Es decir, siguen dándoselo. Por supuesto, después de extenuarla con orgasmos, me he ocupado de eliminar el nuevo y parte del viejo. Poco a poco, podré desobstruirlos.
Me quedo con ella hasta que se duerme. Luego bajo. Allí están algunas de las chicas, incluida Hai y Wan. Hai porque conoce el lugar. Wan porque puede identificar las sustancias.
Están mirando alrededor, pero no parecen buscar nada en particular.
–¿Habéis encontrado alguna pista?– les pregunto.
–No había nada en los restos de comida, pero si en el té. No sé exactamente qué es, pero seguro que no es normal en un té– determina Wan.
–¿Puedes identificarlo?– le pregunto.
Ella es la única de nosotros que puede hacerlo. O tener alguna pista de cómo.
–Lo intentaré. ¿Puedo llevarme lo que queda?
–Hazlo. Me ha ofrecido otras veces. Pensará que me lo he tomado. O que se había acabado. Hai, ¿quién trae el té?
–Mamá no lo hace, eso seguro. Quizás lo pide a algún restaurante, o a su asistenta– sugiere ella.
–Kong, el próximo día compra de esto. Puede que los necesitemos– pide Shi.
Son identificadores con un collar. Se ponen a las mascotas para que se sepa que no son salvajes. Aunque no garantiza que alguien decida atacarlas igualmente.
Mientras ellas siguen echando un ojo, vuelvo a subir. Acaricio suavemente a Xua. Para despertarla.
–Kong…– me mira adormilada.
–Lo siento, no quería despertarte– le miento.
–Está bien. Quédate solo un momento más– me pide melindrosa.
–Por cierto, me he acabado el té. Lo siento– me disculpo.
–No pasa nada. Mañana le diré a Tao'er que haga más– dice en un susurro.
–¿Tao'er?
–Mi asistenta. La que te compra la leche. No intentes nada con ella… Eres mío…– responde ya medio dormida.
—————
–Mamá es demasiado confiada– se queja Hao.
Ha visto que puedo salir de la tienda. Que tengo completo acceso a ella. Podría robar o dejar entrar a quien quisiera. Bueno, hasta que salgo. Desde fuera, ya no puedo volver a entrar.
Caminamos con nuestros rostros ocultos. Por si acaso. Aunque de momento nadie nos ha visto. Me lleva por una entrada secreta. A las viviendas de la familia Guo.
La vigilancia es más estricta en las residencias principales. Las de los sirvientes bastante más laxa. Sobre todo, si conoces una entrada oculta.
Con la guía de Hao, llegamos a la habitación de Lin Tao. La comparte con otra sirvienta. Pongo mi mano en el cuello de su compañera. Circulo el qi y me aseguro de que no despierte hasta al menos dentro de unas horas. Luego creo una capa de qi para no dejar pasar el sonido.
Inmovilizo entonces a Lin Tao. Song, a la que acabo de llamar, le pone una venda. Luego le ata pies y manos. Ella se despierta de golpe mientras la están atando. Intenta resistirse. Revolverse. Patear. Pero no la dejo moverse. Es una mortal. No puede oponerse. Le tapo la boca. Pronto está del todo inmovilizada.
Su pijama entreabierto muestra su piel. Deja entrever sus formas. Es sexy. Podría aprovechar la situación. No estamos aquí para eso.
–Te vamos a hacer preguntas y tú las vas a responder. ¿Entendido?– le exige Song mientras la coge del pelo.
Es mejor que ella haga las preguntas. Podría reconocer la voz de Hao o la mía. Es más fácil que pregunte Song a que intentemos disimular la voz. Además, tiene práctica.
La sirvienta asiente. Le saca el trozo de ropa que le había puesto en la boca.
–¡Socorro! ¡Ayuda!
–¡Plaf! ¡Plaf! ¡Plaf!
Song la golpea varias veces. Aunque con cuidado de no hacerlo en la cara. Es mejor que no se vean los golpes.
–Parece que no lo has entendido. No te van a oír. Si no colaboras, será peor. Incluso dejaré a mi amigo que te viole. ¿Te queda claro ahora?– amenaza.
Yo muevo una mano a sus nalgas. Acariciándola obscenamente. Ella se pone rígida. Claramente asustada
–¿¡Quiénes sois!? ¿¡Qué queréis!?– pregunta asustada
–¡Plaf!
–Habla solo cuando te pregunte. ¿Entendido?– insiste Song.
Por un instante se queda callada. Song la vuelve a golpear.
–¡Plaf!
–¿Entendido?
–S… Sí
–Quiero que me expliques que has hecho hoy. Empieza– le ordena Song.
Ella explica su día. A veces tartamudeando. De vez en cuando Song hace preguntas. Hai mira con atención. Se la ve resentida con la sirvienta. Y un poco asustada de Song.
–Ese té, ¿cómo lo has hecho?– pide más explicaciones Song.
–He hervido agua. He añadido las hojas y he esperado.
–¡Plaf!
–Segunda oportunidad. ¿Qué más has añadido?– insiste Song.
–¡Na… Nada!– asegura, aunque ha vacilado.
–Mientes. Es tuya. Haz lo que quieras con ella
Me acerco. Meto mi mano entre sus ropas. Sobre su ropa interior agarro su pecho. No es muy grande. Le levanto la falda. Recorro sus muslos. Me acerco a su entrepierna.
–¡No! ¡Espera! ¿¡Qué vas a hacer!?– pregunta asustada
–¿Acaso no está claro? No te preocupes, igual te gusta– responde Song con tono burlón.
Le aprieto el pecho. No añado qi. Que apriete sus muslos no impide a mi otra mano acercarse.
–¡No! ¡Para! ¡Lo diré todo! ¡Puse algo más!– confiesa.
Me detengo. En parte es una pena. Aunque prefiero invertir el tiempo con las chicas después.
–Mi paciencia tiene un límite. No habrá una próxima vez. Si vuelves a ocultar algo, serás azotada, y follada por todos los agujeros. ¿Ha quedado claro?– vuelve Song a amenazarla.
–S…Sí– asiente con la boca y la cabeza.
La dejo ir. No sin antes pellizcarle el pezón.
–¿Qué más le pusiste al té?
–Unos polvos. Solo un pellizco.
–¿Qué son esos polvos?
–No lo sé. ¡De verdad! ¡No sé que son!– asegura asustada.
–¿De dónde los sacaste?
–Me los dio… la madam.
–¿Qué madam?
–Madam… Guo Li… Lihua– responde vacilante.
Hai aprieta los puños y los dientes. Es la confirmación que ya esperaba.
–¿Cuándo te los dio?
–A principios de cada mes.
–¿Dónde los guardas?
–En el segundo cajón. Bajo la ropa interior.
–¿Qué más me has ocultado antes?– insiste Song.
–Yo…
Duda. Pero Song no le da opción. Guarda silencio. Esperando la respuesta.
–Me encontré con Guo Junjie– añade vacilante.
–¿Qué más?– insiste Song.
–Tuvimos sexo…– confiesa en apenas un susurro.
–¿Cuán a menudo pasa? ¿Qué es él para ti?– sigue preguntando Song.
Está tan sorprendida como el resto. Aunque no lo demuestra en su voz. Que tenga de amante al hijo de Guo Lihua explica algunas cosas.
–Cada… vez que podemos. Él… me hará su concubina…– confiesa con timidez.
–Ja, ja, ja. ¡Qué ingenua!– ríe Song –. Bien, ¿qué más?
Acaba confesando todo. Aunque nada más tiene importancia. Nos da igual que haya cogido una pieza de pan de más. O que haya dado mal el cambio y se haya quedado con el resto. Aunque Hai frunce el ceño.
Mientras, Wan y yo hemos encontrado el polvo. Se ha puesto un poco en la lengua. Lo ha olido. Creo que ha usado qi también. Asiente con la cabeza. Parece que sabe qué es. La devuelvo. Ya lo discutiremos luego. Supongo que el té ya no hace falta
–Ahora nos iremos. No te muevas ni te quites la venda hasta que salga el sol. Y más te vale no decir nada de lo que ha pasado. Si no, te haremos otra visita, y no será tan agradable. Bueno, para él quizás sí– la amenaza.
Yo le acaricio suavemente las nalgas. Se vuelve a tensar. Luego nos esperamos un poco para asegurarnos de que no se mueva.
La dejamos llorando. Sigo a Hai. Todavía tenemos trabajo que hacer. También ella tenía esa sustancia en los meridianos. Y no podía ser Lin Tao.
Acabamos repitiendo el procedimiento con su antigua sirvienta. Curiosamente, también era amante de Guo Junjie. También le había prometido ser su concubina. Aunque parece que la ha abandonado. Suponemos que no la necesita después de que Gu Hai desapareciera.
Había echado unos polvos a bebidas de Guo Hai. Esta está furiosa. Se siente traicionada. Pero no le hacemos nada a su antigua sirvienta. Intentamos pasar desapercibidos. De momento.
Cuando volvemos, me ocupo de calmar a Hai. La penetro hasta dejarla exhausta.
Song me exige luego un premio por su trabajo. Es solo una excusa. Sabe que soy incapaz de negarle nada. Se acaba durmiendo acurrucada en mi pecho. Con su pelo naranja enredado entre mis dedos.
Al día siguiente, al mediodía, Wan confirma que la sustancia no es peligrosa. El té no añade nada excepto el medio. En realidad, nuestra alquimista explica bastante más. Su composición. Cómo se elabora. Varias propiedades de cada ingrediente. Es adorable cuando habla con tanta pasión. Intento escucharla, aunque no lo entiendo del todo. La mayoría de las chicas la ignoran.
No es peligrosa en nuestro caso. No tiene más efectos que depositarse en los meridianos. Que ir obstruyéndolos. Lo cual es de por sí bastante nocivo. Pero dado que yo puedo solucionarlo, no resulta un problema por ahora. Aunque tenemos que estar atentos si van más allá.
Supongo que la otra concubina quiere evitar que Guo Xua supere su actual etapa. Quiere debilitar a su competencia. Y lo mismo con Guo Hai hasta que desapareció. Puede que lo haga con más. Hay más concubinas y herederos. No son asunto mío. No obstante, sería bueno obtener más información. Podría ser útil.
–Quizás las podríamos usar– sugiere Shi.
–¿A quién?– pregunta Yu mientras saborea uno de los dulces que teníamos guardados.
–A las demás concubinas. Si también están afectadas, podían volverse contra la otra– explica Shi.
–Oh, eso es muy malvado incluso para ti– la alaba y critica Song a la vez.
–Parece divertido– interviene Yi –¿Cómo lo hacemos?
–No estoy segura. Depende de Wan. ¿Hay alguna forma de detectarlo?– pregunta Shi.
Todos nos volvemos hacia nuestra alquimista. Sin duda, logramos ponerla nerviosa. Aunque no por ello dejamos de mirarla. Es interesante verla así.
–Bue… Bueno, podría hacer…cerse. Si conseguimos unos pétalos de Sombra de Luna. De al menos un año…– explica ella.
–Podemos preguntar a nuestra herborista. Quizás mejor que no sea Kong– sugiere Liang.
–¡Eh! ¡A nosotros no nos consientes tanto!– se queja de repente Song.
–Ja, ja. No seas mala– ríe Shun.
Yo le saco la lengua. Ella se acerca a mí amenazante. Pero acaba conmigo. Jugueteando con Wei. Yu y Liang también se acercan. Se la acaban llevando.
–¡Eh! ¡A mí no me consentís tanto!– me quejo al cabo de un rato.
Ellas se ríen. Shun se acerca y me besa la mejilla.
–Te puedo consentir todo lo que quieras– me susurra sensualmente.
–Yo también– se acerca Lang.
–Y yo.
–Y yo.
Al final, acabo rodeada de ellas. Excepto Liang. Que se ha quedado con Wei.
–¡Suerte, Kong!– me anima entre risas.
—————
Por la tarde, voy a otra charla. Mi cuerpo lleno de chupetones. Las gemelas también se apuntarían. Pero su cultivación se supone que es bastante menor. De alguna forma, Ya Xiulan viene conmigo. Creo que es cosa de mis pervertidas.
Está un poco sonrojada cuando paso a buscarla. Lleva un vestido ligeramente más ceñido de lo normal. Se adivinan sus curvas. Aunque no tanto como mis pervertidas. Seguro que es cosa de ella. Se la ve algo incómoda.
–Te queda bien– la halago.
–Eh… Gracias…
Me sigue a un par de pasos atrás. En silencio. Tímida.
–¿Cómo va la joyería?– pregunto.
Sé que si quiero hacerla hablar, es el mejor tema. Quizás gane un poco de confianza.
–He… he mejorado un poco últimamente. Creo que pronto podré inscribir nueve runas a la vez– me explica.
–¡Felicidades!
–Es gracias a ti... Si no, no podría haber practicado tanto. Me habría costado meses reunir los fondos. Yo… No sé como agradecértelo…
Acaba la frase en un susurro. Veo de reojo que ha bajado la cabeza. Y que se ha sonrojado más.
–Es fácil. Te pediré más joyas. Espero que las hagas lo mejor que sepas– le propongo.
Me he detenido al decirlo. Mirándola. Ha abierto mucho los ojos. Me sonríe tímidamente.
–Yo… ¡Haré mi mejor esfuerzo en cualquier cosa que pidas!– asegura.
Luego enrojece. No sé exactamente por qué. ¿Quizás por lo que ha pensado que le podía pedir? ¿Quizás simplemente por ser asertiva por una vez? Bueno, no puedo dejarla así.
–Vamos, o llegaremos tarde– me giro.
–Sí…– me sigue.
—————
Se sienta a mi lado. Casi nos tocamos. Creo que eso la pone nerviosa. Al menos hasta que empieza la charla. Está sorprendentemente atenta. Claro que mi estándar es bajo. Me suelen acompañar mis pervertidas. Se distraen con facilidad. Aunque de vez en cuando las he visto concentradas.
Es una charla sobre el dao. Muy interesante. Aunque mucho no lo acabo de entender.
–… ¿Qué es el dao? Nadie lo sabe con certeza. Algunos dicen que es el final, el objetivo a alcanzar. Otros que es el camino. Otros que tan solo una guía. Quizás tan solo una ilusión. Que es etéreo y tangible a la vez. Quizás no sea realmente importante lo que realmente es. Lo que sí es necesario es saber que uno no puede desviarse de su dao. Si lo hace, su cultivación puede estancarse, incluso retroceder. Uno ha de ser fiel a sí mismo…
–…Un ejemplo de dao es el de ser el más fuerte. Es habitual. Puede pensarse que es un dao fuerte, robusto. Es cierto y falso a la vez. Si alguien con ese dao se encuentra a alguien con más talento que cree nunca podrá alcanzar, su dao puede agrietarse. Se necesita mucha fuerza de voluntad para seguir luchando por él, para no perder la confianza…
–…Está el dao de proteger a la secta, la familia, el reino, la pareja… Es un dao normalmente consistente, aunque tiene sus inconvenientes. Si se fracasa, el golpe es casi irreparable. Si se considera que ya se tiene suficiente poder para hacerlo, puede provocar que no se avance más, quedar estancado…
–…Los daos a veces pueden cambiarse, aunque no está exento de dificultades. No todos los tipos de cultivación son adecuados para todos los daos. Verse forzado a cambiar el tipo de cultivación puede significar empezar de nuevo. Hay algunos grandes nombres que lo consiguieron. Muchos anónimos que fracasaron…
–…Muchos artesanos tienen un dao sencillo. El de comprender mejor su oficio. El de desentrañar sus misterios. Algunos son más competitivos. Como ser los mejores en su campo. O alcanzar cierto nivel. Crear algo concreto. La mayoría de estos daos suelen ser estables, aunque nunca se puede saber con certeza…
–…La venganza es un dao peligroso y obsesivo. Suele acompañar de un crecimiento rápido, aunque también de un gran riesgo. La pregunta más difícil de responder viene si se logra la venganza: ¿Y ahora qué?…
–…Es importante meditar sobre el dao. Conocer el propio dao es conocerse a sí mismo. Es anticipar las preguntas. Prepararse para las dificultades. Intentar no equivocarse de camino. No engañarse a sí mismo…
–…Preguntaros qué es lo que queréis. Qué querréis cuando lo logréis. Y después. Preguntároslo una y otra vez. Preguntaros para qué queréis la fuerza. Preguntaros cómo la queréis. Pero, sobre todo, no os toméis muy en serio las respuestas. Muchos aún no tenéis un dao. O está demasiado oculto en vuestros corazones. Vuestras primeras respuestas seguramente estará equivocadas. Incluso así, es importante meditar. Equivocarse es parte del camino…
Está un buen rato explicando diferentes tipos de daos. Dando ejemplos de cultivadores. A algunos estudiantes se les ve asombrados ante algunos de los nombres. A Yan Xiulan le brillan los ojos. Sobre todo cuando se mencionan a artesanos. También hay un dao para ellos. Ni se da cuenta de que me ha cogido de la ropa.
Me pregunto por unos instantes cuál es mi dao. ¿Qué es lo que quiero? Sé que no quiero volver a ser esclavo. Sé que quiero estar con las chicas. Sé que no me gusta que otros me digan lo que tengo que hacer. O lo que tengo que ser. Quiero ser libre. Con ellas. No estoy seguro si tiene algo que ver con mi dao.
Mi vecina se suelta de golpe. Se ha debido de dar cuenta. Me giro. Vuelve a estar roja.
–Lo… Lo siento– se disculpa.
–¿Qué tal la charla? ¿Ha sido interesante?– le pregunto, no dándole importancia a que se cogiera a mi ropa. No la tiene.
–¡Mucho! Aunque hay tanto que no he entendido…– reconoce algo deprimida.
–Ja, ja. ¡Cómo todos! ¿Qué haces ahora?– le pregunto.
–Iba al taller…
–¿Te acompaño?– le propongo.
–No… No hace falta, no quiero molestar…
–No es una molestia, me encanta estar contigo. Ven, hay mucha gente por allí.
Se pone roja cuando se lo digo. Más aún cuando la cojo de la mano. Lo he hecho sin pensar. Ahora ya está hecho. Si la suelto, será peor. Creo. Me gusta el tacto. Es suave.
Toda la gente sale por la salida principal. Está un poco congestionada. Yo la llevo por unos pasillos interiores. Por donde se mueven sirvientes y esclavos. Otros simplemente no los conocen. Yo he trabajado aquí.
Ella me sigue sin decir palabra. Tampoco intenta soltarse. Me paro un instante para dejar pasar a un esclavo. Ella choca contra mí. Huele dulce.
–¿Estás bien?– le pregunto
Ella asiente. Roja. Aprieta mi mano fuerza. Me gustaría besarla aquí y ahora. Creo que no se resistiría. Pero igual se sentiría forzada.
Abro mi mano con suavidad cuando salimos. Ella tarda unos segundos en darse cuenta y soltarse. Hago como si no me diera cuenta.
Le pregunto sobre su profesión. Sobre cómo eligen los materiales. Me entero de que hay varios niveles de materiales. En cierta forma, similares a los niveles de cultivación. Lo de las runas no lo acabo de entender del todo. Dependen del tamaño. Del material con el que se inscriben. Dónde se inscriben.
Lo mejor que es un artesano, lo mejor que inscribe cada runa. Sus runas son más poderosas. Pueden hacerlas más pequeñas. Pueden intentar las más difíciles. Pueden enlazarlas unas con otras. Haciendo patrones. Incluso formaciones, si se domina el campo. Me resulta misterioso.
Me pierdo un poco. Al menos ella parece haberse olvidado un rato de su timidez. De lo que ha pasado antes. Vuelve a hablar con confianza. Hasta que nos despedimos.
–Gracias por acompañarme a la charla– me despido.
–¡Gracias a ti!– responde algo nerviosa.
Se gira y se va casi corriendo. Veo que se coge la mano de una forma extraña. Sus orejas rojas. Al menos no parece que esté enfadada.
—————
Las chicas se ríen cuando me hacen explicar la charla. Sobre todo sobre Yan Xiulan. Se quedan pensativas con el dao. Con lo que soy capaz de explicarles.
–Mi dao es Kong– murmura Liang.
–Y el mío– se apunta Song con una sonrisa seductora, acercándose.
–Yo también me apunto– ríe Shi.
–Vas a tener que hacerte responsable de ser mi dao– ríe Yi.
Wan no dice nada. Me temo que prefiere la alquimia antes que a mí. Aunque no tengo tiempo para pensar en ello. Todas se están acercando demasiado. Amenazantes. Seductoras. Incluso las que no han dicho nada.
Soy incapaz de escaparme de sus garras. Aunque son unas garras deliciosamente suaves. Unas garras que no me importan que me atrapen. Que jueguen conmigo. Que me introduzcan en ellas. Que me abrumen de placer. Que se apoderen de mis labios. De cada centímetro de mi piel. Que llenen mis manos con sus muslos. Sus pechos. Sus nalgas.
Tenemos sexo caóticamente. Aunque inesperadamente dulce. Todas ellas me cabalgan. A veces acostado. A veces sentado. Las demás juegan con mi cuerpo. Entre risas y gemidos.
Luego, Lang se queda conmigo. De lado. Apretada a mí. Sus nalgas demasiado cerca. Sus pechos demasiado lascivos.
–¡Kong! ¡Espera! ¡No podemos! ¡Ah! ¡Si continúas, yo…!– protesta cuando la ataco.
–¿Qué pasa si continúo?– le susurro al oído mientras estimulo su pezón.
–¡Aaaah! Yo… no podré resistirme ¡Aaah!– gime con pasión
–Pues no te resistas– la tiento.
–Pero ellas…– casi se rinde.
–Ja, ja. Ellas ya lo saben. Pero no te han dicho nada– le revelo.
–¡¡AaaaaahhhH!! ¡Qué malas! ¡¡¡HHHHAaaaaaahhh!!!
Hasta aquí ha durado su resistencia. Levanta ella misma la pierna para que la penetre. Los dos de lado. Yo detrás de ella.
Vuelvo a entrar en ella por segunda vez esta noche. Aunque ahora puedo disfrutar su explosivo cuerpo con tranquilidad. Tentarla. Provocarla. Excitarla más y más.
–¡¡Más!! ¡Kooong! ¡¡¡AAAAAaaaaaaahhhhHHH!!! ¡Más fuerte! ¡¡¡AAAAAAAAAAHAHHHHH!!!
Los últimos días lo habíamos hecho relativamente suave. De vez en cuando, le gusta más intenso.
Acelero. Añado más qi. La cojo con más fuerza. Ella gime totalmente sumida en el placer. Encadenando orgasmos. Apretándome dentro de ella. Dejándome jugar con sus abundantes pechos.
La acabo poniendo bocabajo. Empujándola contra la cama. Sintiendo a cada embestida como todo ella vibra. Hasta que no puedo más. Hasta que la lleno. Hasta que todo su cuerpo se tensa en un último y potente orgasmo.
–Aaaaaah… Kong…– son sus últimas palabras antes de dormirse. Exhausta.
Está otra vez de lado. La abrazo por detrás. Sus brazos abrazan los míos. Beso su pelo.
Me acabo durmiendo mientras decido como follarla mañana. No llego a una conclusión. Tendrá que decidir ella.
Comentario de párrafo
¡La función de comentarios de párrafo ya está en la Web! Mueva el mouse sobre cualquier párrafo y haga clic en el icono para agregar su comentario.
Además, siempre puedes desactivarlo en Ajustes.
ENTIENDO