Mientras me acerco, ella mira mi cuerpo desnudo. Sobre todo mi entrepierna. Parece nerviosa. Indecisa. Pero también llena de lujuria. De deseo.
–¿Qué quieres que haga?– le preguntó.
Ella me mira a los ojos. Vuelve a mirar a mi miembro, ahora flácido. Traga saliva.
–¿Puedo… tocarlo?– pide.
Yo soy un esclavo. Y ella la estudiante que ha comprado mi tiempo. Como si pudiera negarme. Supongo que la situación es extraña. Con sus amigas tumbadas sobre la cama. Después de haber sido folladas. Bei Liu más descansada. Observa con interés. Bi Lang aún jadeando.
–Claro.
Me acerco más. Colocándome frente a ella. Acerca su mano, dubitativa. La pone sobre mi miembro. La mueve hacia delante y atrás. Con torpeza. Insegura.
–Es más grande que… ¿Cabrá?– se pregunta en voz alta.
Mi miembro no es pequeño, pero tampoco enorme. El de su novio no debe de ser muy grande.
–Ya has visto como cabía– respondo, señalando a sus amigas con la mirada.
Ellas ríen por lo bajo. Ella se sonroja. Acerca sus labios a la punta. La besa. La toca con la lengua. Sin saber muy bien qué hacer.
–Ellas dicen que se puede poner dentro de la boca. ¿Cómo…?
No sé muy bien que le han contado esas dos pervertidas. Ni exactamente cuál es la personalidad de Fen Huan. Como sea. Hoy estoy a su servicio.
–Abre la boca.
Ella lo hace. Lo meto dentro de ella. Con suavidad. Salgo un poco. Vuelvo a meter un poco. Ella se queda muy quieta.
–Haz ese movimiento con la boca. Envuélvelo con los labios. Usa tu lengua, sobre todo en la punta– le doy instrucciones.
Me resulta extraño explicar como hacer una mamada a una estudiante. Ella obedece. Mientras mi miembro se va endureciendo. Ganando tamaño dentro de su boca. Sus movimientos van ganando seguridad. Aunque le falta práctica y técnica.
–Si quieres ir más allá, puedes llevarlo hasta la garganta.
Ella lo intenta. Se ahoga. Lo va intentando varias veces. Metiéndola bastante dentro. Dándome placer. Apretándolo.
–Me voy a correr pronto si sigues así. Llenaré tu boca– le advierto.
Ella no responde. Tiene la boca llena. Incluso acelera. Mis manos acarician su cabeza. Pero sin forzarla. Tampoco me quiero arriesgar a hacerla enfadar.
–Voy a correrme. Ah. ¡Ya! ¡Aaaaah!– la lleno de mí.
Ella se separa de mí mientras la lleno. Mi semen en su garganta. En su boca. En su cara. Ella tosiendo un poco. Luego lo traga. Lo saborea con la lengua.
–Es amargo. Pero es bueno para la piel– asegura.
¿De dónde habrá sacado eso? Miro a Liu y Lang. Ellas apartan la mirada. Disimulando. Riendo. En serio…
–¿Quieres que lo haga ahora yo para ti?– le pregunto.
–¿El qué?
Me mira con una mirada inocente. Aunque también apasionada. Hay anticipación en ella.
–Estírate en la cama. Déjame hacer. Te gustará.
Mira a sus amigas. Ellas asienten. Obedece. Su respiración se acelera. Su rostro se pone más rojo. Me acerco a ella. Entre sus piernas. Mis manos suben por sus piernas. Subiéndole la túnica. Acariciándola. Con qi. Se estremece. Sorprendida por el suave placer.
Llego hasta su culo. Descubro sus bragas negras. De encaje. Mojadas. Las agarro. Tiro suavemente de ellas. Deslizándolas entre sus piernas. Descubriendo su vello rosado. Su abertura goteando.
Se las saco poco a poco. Excitándola. Rozándola con los dedos durante el recorrido. Añadiendo qi.
–Abre las piernas.
Indecisa, vuelve a mirar a sus amigas. Ellas asienten y ríen. Observándonos. Lascivas. Huan las abre. Mostrándome su zona más íntima. Más secreta.
Me acerco a ella. Acaricio sus muslos. Acerco mi boca. Saboreo sus jugos. Ella gime al sentir el qi entrando por zonas más sensibles.
Mi lengua sube por el exterior de su vagina. Buscando los pliegues que ocultan su perla de placer. La lamo. Aún protegida por ellos. Descubriéndola poco a poco. Exponiéndola.
–¡¡Aaaaah!! ¡¡¡¡HHHHHAAAAAaaaahh!!!! ¡Dios! ¡¡¡AAAAAAAAAAAAHHHHH!!!– gime, de placer y sorpresa.
Sus puños se cierran sobre las sábanas. Su cuerpo se arquea. Su respiración se acelera.
Llevo un dedo a su vagina. Acariciando sus paredes. Poco a poco entrando en ella. Se estremece. Ha tenido un pequeño orgasmo. Sigo estimulándola. Mientras ella parece haber perdido totalmente la razón. Sólo se estremece y gime. Hasta que llega a un fuerte orgasmo.
Las paredes de su vagina se estrechan contra los ahora dos dedos. Levanta todo su cuerpo. Arqueado. Gritando. Fuera de sí. Totalmente esclava al placer.
La dejo recuperarse. Jadeante. Sobre la cama. Mientras mi miembro erecto frota con suavidad contra el exterior de su entrada. Tarda un rato en darse cuenta. En mirarme nerviosa. En tensarse, sin saber qué hacer.
–¿Quieres que lo meta?– pido su consentimiento.
Ella me mira a los ojos. A mi miembro. A los ojos. A mi miembro. A sus amigas, que asienten. A mi miembro de nuevo. A los ojos. Hay miedo en los suyos. Y también pasión.
–No dolerá. Cabe perfectamente. Te sentirás bien– la intento tranquilizar.
–Más que bien– añade Bei Liu.
–Es increíble– se suma Bi Lang.
–Va… vale– asiente finalmente.
–¿Vale qué?– pregunto, como si no entendiera. Incitándola
–Mételo… dentro– responde, avergonzada.
Estoy tentado de molestarla un poco más. Pero mejor no arriesgarse. Así que introduzco la punta. Ignoro las risitas. Ella se tensa. La saco y vuelvo a meterla. Un poco más adentro. Con qi. Mis manos acariciando sus caderas.
Voy metiendo y sacando. Cada vez más profundo. Mientras mis manos suben por su costado. Acariciando su piel. Su estómago. Una juguetea con su ombligo unos momentos. La hace enrojecer. Aunque no tanto como cuando llego a sus pechos.
Los acaricio por abajo. Subo por ellos. Intentado cubrirlos con mis manos. Aunque son demasiado grandes para ello. Gime cuando aprieto. Cuando compruebo su suavidad. Cuando añado qi a sus pezones. Tiene un pequeño orgasmo. Cuando succiono uno de ellos con mi boca.
Estoy dentro de ella. He llegado al fondo. Entro y salgo. De momento con suavidad. Mis dos manos en sus pechos. Mi rostro frente al suyo. Me mira. Sin saber que hacer. Indecisa. Con mechones ondulados de su pelo rosado pegados a su frente. Le dan un aspecto muy sexy.
–¿Puedo besarte?– le pregunto.
Ella se queda en silencio unos segundos. Mirándome. Mordiéndose un labio.
–Liu dice que es mejor así. Que puede dar más… Hazlo. Enséñame. Bolin no sabe.
Les di esa excusa en el pasado. Parece que se la creyeron. O que han decidido usarla igualmente. Supongo que Bolin es su novio. Mejor recordarlo. Espero no tener problemas.
–Ah. Usa la lengua con la mía– le sugiero.
Ella me mira extrañada. No vale la pena explicar. Mejor mostrarle.
Mis labios se pegan a los suyos. Mi lengua entra por la suya, entreabierta. La cojo por sorpresa. No sabe qué hacer. Yo sigo avanzando. Sin dejar de penetrarla. Sin dejar de jugar con sus esponjosos pechos.
Logro encontrar su lengua. Jugar con ella. Pero no reacciona. Me separo de ella. La miro. Su boca entreabierta. Sus ojos muy abiertos.
–Es mejor si jugamos los dos. Ah.
Ella no parece entender al principio. Luego se sonroja. Asiente. Entre gemido y gemido. Parece nerviosa. Debe sentirse torpe.
La vuelvo a besar. A entrar con la lengua. Encuentro la suya a medio camino. La mueve con torpeza. Pero al menos la mueve. Juego con ella un rato. Uso un poco de qi. A la vez que voy acelerando mis embestidas. Que estrujo sus pechos con un poco más de pasión.
Me separo y la miro.
–Un poco mejor. Sigamos practicando– le sonrío.
Ella intenta devolverme la sonrisa. Pero le cuesta. Sus gemidos aumentan de intensidad. Vuelvo a sellar sus labios. A encontrar su lengua. A saborearla. Ella intenta responder. Pero todo su cuerpo está demasiado sensible. El placer se está apoderando de ella. Saco la lengua antes de que se corra. De que se tense. De que pueda morderme. Me separo a unos pocos centímetros de ella.
Su nivel está por encima del mío. Mejor no arriesgarse. Es suficiente con que su vagina me apriete. Con que sus muslos amenacen con cerrarse.
–¡¡Aaaaaaaahhh!! ¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHH!!!!! ¡¡¡¡¡¡HHHHHAAAAAAAAAAaaaaAAAAAAAAAAHHHHHHHh!!!!!!
No dejo de mirarla mientras se corre. Mientras se estremece toda ella. Sus ojos se cierran mientras lo hace. Sus gemidos retumban en la habitación. Tarda un poco en abrir los ojos. En mirarme. Humedecidos. Vidriosos. Rendidos al placer.
No la dejo reponerse del todo. La beso. Y vuelvo a embestir. Ella mueve la lengua. Intentando luchar contra la mía. Sus manos siguen contra la cama. Agarrada a ella con fuerza.
Su cuerpo se estremece una y otra vez. Su lengua se mueve poco, rendida a mí. Sus labios se dejan dominar. Resulta excitante follarla. Dominarla cuando sus fuerza es superior a la mía. Conquistarla. Seducirla. Hacerla mía. Puedo sentir como se está rindiendo a mí.
También puedo practicar un poco Armadura interior. Está en la etapa dos del reino del alma. Su qi es más denso que el mío. Pero no tanto como aquella estudiante. Cogiéndolo poco a poco, se va expandiendo y puedo usarlo. Así que puedo coger más de lo habitual. Hay un poco aún más denso, pero ese prefiero no tocarlo. Cuesta más usarlo.
Orgasmo tras orgasmo, va perdiendo el control. Cada vez más fuertes. Su cuerpo a mi merced. Las paredes de su vagina acosando a mi miembro. Hasta que la lleno de mí. Y le provoco un último orgasmo. Más fuerte. Más intenso.
Me quedo un rato con ella. Acariciando su pelo. Su rostro. Sonriéndole. Ella me devuelve la sonrisa, agotada.
–Descansa un poco. Tengo que ocuparme de ellas.
Asiente. Se me queda mirando. Parece expectante. Me acerco a Bi Lang. Aún tenemos tiempo.
–Kong… ¿Quieres algo…?– pregunta, un tanto insegura.
La cojo de los pies. Su cabeza queda contra la cama. Alzo el resto de su cuerpo. Sus rodillas quedan apoyadas en mis hombros. Mi rostro en su entrepierna.
–Espera, Kong. Ya hemos… ¡¡Iiiiiiiihhh!
Ataco directamente su clítoris. Acaricio y agarro sus muslos. Añado qi. Pronto vuelve a gotear. A excitarse, a gemir.
–¡No! ¡¡¡Aaaaaahh!!! ¡Otra vez no! ¡¡HHHAAAAAAaahh!!– protesta.
Pero no hace ningún intento de resistirse. Todo lo contrario. Se acomoda mientras juego con su entrepierna. Mientras la llevo al orgasmo.
Sin dejarla descansar. Bajo un poco su cuerpo. Lo suficiente para que pueda penetrarla. Su cuerpo se arquea
–¡¡¡¡HHHHAAAAA!!!! ¡Te está portando muy mal! ¡¡¡AAAAAAaaahh!!!
–Tu castigo por tenderme una trampa– me río de ella.
–¡¡¡AaaaaaaaAAAhhh!!! ¡Fue idea de Liu! ¡¡¡HHHHAAAAAAaaaHHhhh!!!! ¡No pares! ¡¡¡¡AAAAAAAaahhhh!!!!
–¡No es cierto! ¡Traidora!– niega esta.
–Después me ocuparé de ti– la amenazo.
Ella pasa la lengua sobre sus labios. Sugerente. En absoluto asustada. Ni cuando vuelvo a llenar a Lang y me acerco a ella.
Se pone a cuatro patas. Mueve el culo, insinuante. Lo golpeo. Se queja, sugerente. Llevo mi lengua a su vagina a su clítoris. Haciéndola correrse antes de penetrarla. De empujar en ella. Mis manos en su caderas. Dominándola. La parte superior de su cuerpo contra la cama. Rendida a mí. Al esclavo que han alquilado. Al que las folla y las llena. Las satisface.
Las dejo a las dos recostadas. Agotadas. Y me acerco de nuevo a Fen Huan.
Ella me mira entre asustada, nerviosa y expectante.
–¿Una vez más?– le pregunto.
No puedo tratarla como a las otras. No hay tanta confianza. Solo la he follado una vez. Ella asiente con la cabeza.
–¿Cómo lo quieres?
–Como a… Liu– susurra.
–Date la vuelta.
Nerviosa, se pone a cuatro patas. Su culo no está mal. Lo acaricio. Lo aprieto suavemente. Es suave. Elástico. Jugueteo con él, Y con su vagina. Hasta que está mojada y me pongo frente a él.
Froto mi miembro contra su entrada. Ella gime, entre excitada, expectante y frustrada porque no la penetre. Finalmente lo hago. Entro en ella. Esta vez empujo hasta al fondo. Despacio. Sin parar hasta que llego. Luego casi lo saco y vuelvo a meterlo.
Ella gime. Mientras poco a poco acelero. Añadiendo qi. Fijándome en ella. En su reacción. Se excita más mientras acelero, así que lo hago más y más rápido. Más y más fuerte. No parece tener bastante. Parece querer que la domine.
La sacudo muy suavemente. Su reacción es positiva. Así que lo hago un poco más fuerte. Y más. Al final, sus nalgas están rojas. Y yo la estoy penetrando casi salvajemente. Ella lo está disfrutando. Sin duda, es bastante pervertida. Por eso es amiga de esas dos. Tiene un orgasmo final muy intenso cuando la lleno.
Me acerco para besarla mientras jadea. Tumbada en la cama. Luego me acerco para besar a las otras dos. Y me visto.
–Esto ha sido demasiado– se queja Liu.
–Sí… Tendremos que repetirlo. No tendríamos que dejarlo ir– amenaza Lang.
Siento un escalofrío. Huan no dice nada. Pero me mira. Sonríe satisfecha. Me deja salir. Se ha acabado el tiempo. Me alejo de la cabaña. También algo cansado. Aunque estar en la etapa nueve tiene sus ventajas.
Paso por al lado de un estudiante. No sé quien es. Pero no me gusta su mirada. Parece enfadado. Lo ignoro. Y parece que funciona. No hace nada. Aunque eso no hace sino que me preocupe más. ¿Quién será?
Han pasado dos días. No ha sucedido nada extraño. No he vuelto a ver a aquel estudiante. Igual no era conmigo con quien estaba enfadado. Simplemente pasaba por allí.
Sai está durmiendo. Llena de mí. Dejo que Rui me limpie después de haberla follado de pie. Contra la pared. Como a Ning. A Rong y Bronceada las he hecho cabalgarme. Obligarlas a servirme.
Están bastante obedientes. Aunque no han mejorado mucho en su lealtad. Me tienen miedo. Y odio. Bronceada más. Pero ha aprendido a obedecer.
Me vuelvo a poner la túnica. No suelo hacerlo antes de recibir a las chicas. Pero hoy es diferente. Pongo mesas y sillas. Y llamo a todas menos a las gemelas. Ellas están esperando, nerviosas. Creen que se van a dar una sorpresa la una a la otra. No saben que el resto hemos estado conspirando contra ellas.
Las chicas han conseguido hacer algo parecido a un pastel. Yo he trabajado en la cocina estos días. Es fácil hacerse con ingredientes allí. No los tienen muy controlados. ¿Qué esclavo va a robar harina que no puede cocinar por sí mismo?
No ha sido fácil. La cocina es un lugar muy perseguido. Muy requerido por los esclavos. Se pueden comer las sobras. Pero entre favores y algo de antelación, lo he conseguido.
A escondidas, Yi le ha estado haciendo un collar a su hermana con una piedra que encontró. Y Yu unos pendientes. Es su cumpleaños. El de las dos. Han comprado algunos materiales con puntos. Separándose la una de la otra con cualquier excusa para hacer las compras a escondidas. Y fabricándolos a escondidas. Junto a lo que recogieron duran la expedición.
Las chicas han ayudado a las dos. Sin que las gemelas supieran que también ayudaban a la otra. Se han divertido bastante. En especial Bai Wan. Creo que es la que más ha disfrutado de poder conspirar contra sus primas.
Estamos todos sentados. Con bebidas, pastel y algo más de comida que he conseguido obtener, tenía guardada o las chicas han preparado. Llamo entonces a las gemelas. Cada una a un lado de la mesa.
–¿¡Qué es esto!?– se sorprende Yi.
–¿Qué pasa?– pregunta Yu.
–––¡Feliz cumpleaños!––– gritamos todos.
Tardan unos segundos en reaccionar. En avergonzarse. En sonreír.
–¡Malditos! ¡Habéis estado preparándolo a escondidas!– nos acusa Yi, casi con lágrimas en los ojos.
–Gra… Gracias– llora Yu.
Las hacemos sentar a la mesa. Entre risas. Y abrazos. Pronto se calman. Y exigen explicaciones. De cómo lo hemos hecho. De cómo hemos conspirado contra ellas. Sin que se dieran cuenta. A sus espaldas.
Entre burlas, les vamos contando. Entre exclamaciones de sorpresa. Algunas amenazas amistosas. Bromeando. Abrazos. Besos. Conmigo, un poco más apasionados. Y muchas risas.
El pastel está delicioso. Al menos desde el punto de vista de un esclavo. No sé si las gemelas o Wan piensan igual. Parecen disfrutarlo. Hay mucho amor puesto en él. Aunque fuera una piedra, nos lo comeríamos entre risas.Y, la verdad, está muy suave. Y dulce.
Todas han ayudado con una u otra cosa. Excepto las gemelas, claro. Yo no he podido ayudar en cocinar, pero sí en reunir ingredientes. Y algunas herramientas.
Estoy al frente de la mesa. Cada una de las gemelas a un lado. Me acerco a Yu. Le beso y lamo la mejilla. Tenía un poco de crema. Se sonroja. Se gira. Me besa en los labios por unos segundos.
Vuelvo a sentarme. Noto un extraño silencio. Miro alrededor. Todas me están mirando. Todas con crema en la mejilla. Eso sí que no lo esperaba. Se ríen. Supongo que de la cara que he debido poner.
–Más te vale empezar– ríe también Yu.
Así que, una a una, limpio la crema con mis labios. Y me relamo con los suyos. Ma Lang está algo tímida. Bai Wan completamente roja. Todas mirándola. Al final la aplauden. Lo que la hace ponerse más roja.
Paso junto a Yi al volver a mi sitio. Me coge de la ropa. Me susurra al oído.
–Dámelo.
Sin que su hermana lo vea, pongo en sus manos una pequeña caja, envuelta para regalo. Me siento. Yu me mira. Creo que quiere pedirme lo mismo. Pero hago ver que no me doy cuenta. Parece querer protestar, pero su hermana llama su atención.
–Felicidades, Yu– le dice, acercándole el regalo.
Su cara de sorpresa es adorable. Realmente no lo esperaba. Y eso que ella misma también lo ha hecho. Y que son gemelas. La abre y descubre un bonito collar. Quizás no es excepcional. Tampoco soy un experto. Pero está hecho a mano por su hermana. Sé que puede darse cuenta cuando lo coge en sus manos. Se levanta para abrazar a su hermana. Se le escapan algunas lágrimas.
Antes de volver, se acerca a mí.
–Pónmelo– me pide.
Me da la espalda mientras le pongo el collar. Y lo ato por detrás. El cierre es delicado. Hecho manualmente por Yi. No es una experta. Pero lo ha hecho con paciencia y dedicación. Mientras, las manos de Yu están a su espalda. Pidiéndome que le de su regalo.
–Estás preciosa– le digo, besándole en la mejilla.
Ella se sonroja ligeramente. Me sonríe. Sin dejar de sonreír, se vuelve hacia su hermana.
–Felicidades Yi.
Está tan sorprendida como Yu. ¿De verdad tampoco esperaba que su hermana hiciera lo mismo? Todos nos reímos. Wan se lo está pasando en grande. A mí me toca ponerle los pendientes. Besarla. Decirle lo preciosa que está. Está radiante.
Todas las felicitan de nuevo. Y alaban los regalos. Son sencillos y únicos. Las gemelas se vuelven a abrazar. Ya se pelearán más tarde. Quizás mañana.
De repente, todas se miran. Luego me miran a mí. Me temo lo peor. Y no me equivoco. No tardan en inmovilizarme. En decirme que merecen un premio por su esfuerzo. En follarme. Algunas medio vestidas. Otras se quitan la ropa.
Las gemelas están especialmente dulces. Desnudas. Solo vestidas con su regalo. Cabalgándome una sobre la entrepierna y la otra sobre mi boca. Mi lengua juega con su vagina. Su clítoris. Mi miembro penetro a la otra. Luego se turnan. Quizás acaben teniendo más atención que el resto, pero nadie se va a quejar. Al fin y al cabo, es su cumpleaños.
Me aseguro de que lo disfruten. De llevarlas al límite una y otra vez. De que se corran a la vez, abrazadas. Me gustaría abrazarlas también, pero me han atado.
Shi, Song y Liang me hacen una felación entre las tres. Imposible resistirse. Luego me besan dos mientras la otra se sienta sobre mí. Me acarician. Mirándome. La otra con sus pechos rebotando. Los modestos de Shi. Los aún más modestos de Liang. Los abundantes de Song.
Ninguna de ellas parece sentirse culpable por atarme. Liang me trata algo más dulce. Song y Shi se ríen más de mí. Las amenazo varias veces con represalias. No son amenazas infundadas. Pero no parece que les de mucho miedo. Más bien me sonríen sugerentes. Seductoras. Provocativas.
Ma Lang me cabalga sin dejar de besarme. Casi pidiendo perdón. Pero pienso vengarme de ella igualmente. Y lo sabe. Puedo que incluso lo desee.
Luego se van y me dejan atado. A solas con Wan. Saben que aún no se atreve a hacerlo delante de todas.
–Lo siento. No puedo soltarte– se disculpa.
–No te preocupes. Lo entiendo. Espero que tú también entiendas que tendrá consecuencias– la amenazo, sin poder evitar reírme.
Ella abre la boca para decir algo. Pero se calla. Aunque sonríe. Traviesa. Parece que va ganando confianza.
Acaba montándome. Sus enormes tetas rebotando. Su barriga apretada contra mí cuando me besa. Sus carnes tiemblan cuando se mueve. Y mañana pienso estrujar ese culo que ahora se esconde tras ella. Puede que incluso lo golpee. Aunque no sé muy bien como reaccionaría.
Luego se acaba durmiendo junto a mí. Está muy roja cuando se acurruca en mi pecho. Cuando le beso la frente. Pero acaba durmiéndose plácidamente. Aún estoy un rato con ella antes de devolverla.
Me acomodo junto a Sai. Aprovecho para acariciar sus llenos pero no enormes pechos. Antes he vuelto a comprobar que su qi tiene algo especial. Es como si reflejara el mío. Le he preguntado. Me ha dicho algo parecido. Aunque no le ha dado mucha importancia. ¿De qué le puede servir a una esclava?
—————
Hoy me he despertado pronto. Antes que Sai. Está acostada de lado. Aprovecho para acariciarla. Para besarla en el cuello. Para estrujar su culo. Para acariciar su pelo castaño.
–Mmmm. Aaaah– gime entre sueños
Se va incluso humedeciendo. Voy añadiendo qi. Subiendo la intensidad.
–¡¡Aaaahh!! ¡Kong! ¡Aaaahh! ¿¡Qué haces!?– se despierta, sorprendida y confundida.
–Despertarte– la beso en el cuello.
–¡Aaaahhhh! Pues tendrás que hacer más… ¡¡Aaah!! …si quieres despertarme– me dice sugerente.
No se mueve. Me deja hacer. Solo reacciona cuando llego a sus labios. Devolviéndome el beso. Cuando colabora en separar su pierna. En alzarla. En dejarme penetrarla. Los dos de lado.
Su mano acaricia mi brazo. Mi mano llega hasta su pecho. Mis labios y lengua juegan con su cuello y oreja. Con su hombro. Ella gimiendo. Llena de mi miembro. Entrando y saliendo de ella.
No es tan apretada como las chicas. Aunque pudiera, no tiene ninguna razón para provocarlo. Cuando más la dejen en paz, mejor para ella. Eso hace que no me vea tan presionado. Que no tenga que concentrarme tanto en no eyacular. Pero no por ello deja de ser deliciosa. No es comparable a las chicas, pero es sensual. Erótica. Y siempre ha sido buena conmigo. Y, por qué negarlo, me gusta follarla. Penetrarla. Abrazarla. Sobarla. Mimarla. Besarla. Llenarla de mi semen. Hacerla llegar al orgasmo. Oírla gemir.
–¡Aaaahh! No me importaría despertarme siempre así. Aaaah– confiesa, besándome.
Nos quedamos un rato abrazados. Es agradable sentir el calor de su cuerpo. Su tacto. Su olor. La suavidad de sus pechos.
–¡Aah! ¡Para! Tenemos que levantarnos…– me detiene Sai, reticente.
—————
Voy de nuevo todos los días por la mañana a copiar cuadernos. No es un problema. Pero sí el que vuelva a estar pedido. Esta vez es un estudiante. Al menos no es ese Bolin. Pero me tiene preocupado. Y no tengo tiempo de averiguar quién es o qué quiere. Por si acaso. Los planes del otro día siguen en pie.
Pero, antes, tengo que subir a Ma Lang. Le sorprende que sea tan fácil. Aunque seguramente ya se lo habían dicho. Ella ha subido siete etapas por sí misma. Y la octava ha sido un momento. Casi sin esfuerzo. Aunque el esfuerzo lo hace a continuación.
Por supuesto, es imprescindible comprobar su resistencia en la etapa ocho. Así que disfruto de su interior. De sus apetitosos pechos. De sus totalmente fervientes besos. Puedo notar que está un poco más devota a mí de después de subir. Aunque no mucho. Ya lo era bastante.
Excepcionalmente, ella me abraza y me besa. Me pide estar un poco más así. Juntos. Sin dejar de besarme durante un buen rato. Supongo que subir de nivel es la confirmación que le faltaba. Que no está por detrás de las demás. Que no es relegada. O considerada de nivel inferior.
Al principio, tenía que ser la sirviente de las chicas. Pero ya es una más. Aunque parece que le gusta hacer de sirvienta. Más que luchar. Lástima que, por ahora, no podemos prescindir de ella.
Es la primera vez que pide mimos. Que me sonríe así. Tan íntimamente. Parece feliz. Lo que la hace más preciosa que nunca. Cuando tengo que devolverla, no puedo evitar darle un largo y último beso.
Y parece que es muy fácil de leer. Al cabo de un rato está sonrojada. Rodeada de las chicas. Que la están interrogando. Creo que ha empezado cuando han visto que no dejaba de sonreír. Supongo que no le ha quedado más remedio que confesar todo. Liang la abraza. Song también, pero sin dejar de reírse.
No sé cómo, acaban todas abrazadas. Hablando de algo. Por desgracia, tengo que interrumpirlas al cabo de un rato. He llegado frente a la cabaña de los que me han alquilado. Tienen que estar preparadas.
Se abre la puerta y me recibe un estudiante que no conozco. Me hace pasar. Tengo que concentrarme para mantener mi sello. Puede romperse en cualquier momento. Y recuperar toda mi cultivación. Es una precaución necesaria.
Veo que hay otro estudiante dentro. Es el que me encontré el otro día. El que me miraba enfadado.
–Me llamo Tan Bolin. ¿Sabes quien soy?– me pregunta. Su tono de voz es hostil.
No estoy seguro del apellido. Pero el nombre es el del novio de Fen Huan. Y no creo que sea casualidad. Parece que, esta vez sí, me he metido en un problema serio.
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