Mientras Rain estaba ocupado, Van tuvo la idea de decirle al hombre tigre de rayas rojas que moviera las pesas un poco más cerca de la arena y aunque no le gustaba recibir órdenes, lo hizo... para su sorpresa... apenas podía levantar una sola.
Los otros guardias parecían confundidos e intentaron lo mismo, pero pronto se dieron cuenta de lo que estaba pasando. Van resopló, pero Isa simplemente se encogió de hombros.
—Deberías intentarlo también —dijo Isa.
—... ¿Por qué? —Van frunció el ceño.
—Solo inténtalo —dijo Isa.
Van sabía que algo estaba pasando, pero ya sabía qué tan pesadas eran. Se sorprendió al ver que solo una de ellas era tan pesada como dos pesas que Rain había levantado antes... su fuerza había aumentado tanto gracias a la lucha contra los dragones.