Caminaba bajo la lluvia en medio de la calle desolada, los recuerdos de mis acciones pasadas no me brindaban ningún remordimiento, el aire a mi alrededor era frío pero mi cuerpo hervía, mis pasos chapoteaban sobre la calle inundada, mis oídos habían dejado de escuchar los gritos a mi alrededor, mi cuerpo lentamente me inducía a detenerme, ya no sabía porqué seguía adelante.
Poco a poco fui dejando que mi instinto impulsivo se detuviera, ya había llegado demasiado lejos, observé mis manos ensangrentadas y aún podía notar el calor que emanaban, mis rodillas cedieron ante el peso del resto de mi cuerpo y caí sobre ellas, la lluvia arreciaba aún más, golpeándome completamente, recriminando mis pecados, aun podía ver sus rostros exigiendo que me detuviera ¿Por qué no lo hice?
Las incontables vidas que habían pasado frente a mí y que mis deseos se habían llevado por algo que buscaba me reclamaban, se apeñuscaban una tras otra para martirizarme, pero no podía sentir nada, su voz, su bella voz me tenía cegado, pero me había abandonado cuando más la necesitaba. Ahora todo estaba en llamas, envuelto por el fatuo despertar de mi legado; la ciudad ardía furiosa a mi alrededor, y yo en cambio solo podía quedarme ahí memorizando cada instante, percibiendo cada gota en mi piel, recordándola...
- Nikolay – dijo una voz
Mi cabeza giró rápidamente creyendo reconocer aquella voz. Vislumbré una luz en la distancia, a unos 50 metros de mí y creí ver una silueta, me levanté lastimando las fibras de mi cuerpo, y pesadamente avancé hacia la voz.
- ¡Diana! – mi voz rasgó el aire acallando momentáneamente la lluvia... pero nadie contestó.
A la distancia de 20 metros noté que no había silueta y que la luz provenía de un vehículo hecho destrozos pero que una de sus luces aún seguía intacta, mis emociones se dispararon, con rabia golpeé el suelo lastimándome los nudillos, miré al cielo y lo maldije en silencio... te la llevaste ¿por qué lo hiciste?.
Debía acabarlo ahora, debía encontrarla...
...era él o yo.