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38.65% Alma Negra / Chapter 75: 75

Capítulo 75: 75

La ambulancia iba a tardar mucho, así que me llevaron ellos mismos al hospital. Me atendieron rápido y William entró conmigo. Estuvo mirándome en todo momento, sabía que algo quería preguntar.

—Quiero saber qué sucedió allí, John.

—¿Realmente quieres saber?

—Sí, ¿Crees que hayan sido mandados por Keller?

—No, eso no iba a dirigido a ustedes. Planeaban matarme a mí. Créeme, que si hubieran querido matarlos, lo hubieran hecho ahí mismo.

—¿Quién eres en realidad, John?

—Si te digo lo más probable dejes de verme de la misma forma, y no quieras que te ayude y te comprendo. Acabo de ponerlos en riesgo.

—Yo sabía que no eras ningún agente, pero quiero saber quién realmente eres. Te abrí las puertas de mi casa, te brindé mi confianza, lo menos que puedes hacer es decirme las cosas. Está claro que no eres alguien malo, acabas de defendernos, y eso para mí significó mucho. Si algo le hubiera pasado a mí esposa, no podría perdonártelo, pero nada de eso sucedió.

—Esta bien, te diré quién soy y espero no dejes de verme de la misma manera, Sr. Cole.

—Soy todo oídos.

Le hice un breve recuento de quién era y él se puso pálido.

—¿Ahora entiendes porque no deberías estar cerca de mi? Si quieres que me aleje, dímelo, te haré caso. Es comprensible que te preocupes, no es algo que se escuche a menudo. Tu familia puede estar en riesgo si están cerca de mi.

—Yo debo pensar esto. Yo no soy un santo, pero esto sí lo tengo que pensar, y no es por lo que eres, más bien debo pensar las cosas, porque mi familia es quien puede pagar las consecuencias de tenerte cerca. Estoy agradecido contigo por todo lo que has hecho, y porque incluso acabas de defendernos; solo te pido que me des tiempo de asimilar esto. No te estoy juzgando, no te equivoques.

—Yo comprendo, piensa todo lo que tengas que pensar. No te preocupes por mí, yo estaré bien.

—Gracias, John.

Salió del cuarto y al rato entró Daisy, sus ojos se veían llorosos.

—¿Y tú por qué lloras? — le pregunté.

—¿Estás bien, John?

—¿Cuándo he estado mal?

—Perdóname por venir. Lo más probable no querías que lo hiciera, pero tu hermana quiso que entrara. No quería molestarte.

—No me molesta que estés aquí, eres tú quien está molesta y no quiere hablar conmigo.

—No quiero hablar del tema.

—¿Por qué? ¿Seguiremos en lo mismo?

—No voy a ceder. Las cosas no pueden ser como antes, John. Por más que trato, no puedo. No puedo verte como mi jefe, como un amigo, mi salvador , o como un conocido.

—¿Por qué? Todo estaba bien, Daisy. ¿Por qué tienes que joder las cosas? ¿Por qué tanto afán de que estemos juntos como pareja? Así como estábamos, estábamos bien.

—Tú estabas bien, yo no — alzó la voz —. Yo te amo, ¿No lo entiendes? Estar a tu lado es una tortura. Para ti es fácil porque no me quieres, pero a mí me lastima tener que verte todos los días. Que me beses o que me toques, solo me dan falsas esperanzas. Yo no puedo verte como antes, porque cada segundo que pasa, siento algo más fuerte por ti. No puedo obligarte a que me ames, pero no me pidas que actúe como si nada estuviera pasando, porque no puedo. Me lastima tener que verte todos los días.

—Consiguete alguien más entonces. Si tanto te lastima estar cerca de mi y que yo no pueda corresponderte como quieres, pues vete con alguien más. Yo no soy el hombre para ti, Daisy. ¿Cuándo vas a entenderlo?

—¿Esa es tu conclusión?

—Sí, ¿Así las cosas pueden ser como antes? ¿Si te doy ese privilegio, volverás a ser la Daisy de antes?

—Eres un idiota.

—Pues lárgate entonces.

—Está bien, me voy. No sé ni para qué vine, tú puedes cuidarte solo. Espero te mejores— una lágrima bajó por su mejilla y caminó a la puerta. No me sentía bien dejándola ir así

—Daisy… — le llamé, pero aún así se fue.

Otra vez me dejé llevar por la rabia. Soy un idiota. Yo no quiero que las cosas sigan así, ya no sé ni qué hacer, me voy a volver loco.

Al día siguiente

William vino temprano a verme y trajo consigo un desayuno.

—No tenías que molestarte, William.

—Ya te lo dije, gracias a ti mi esposa y yo estamos bien. Independientemente de quien seas en realidad, eso no va a cambiar mi forma de verte.

—¿Aún sabiendo que sigo en esos malos pasos?

—Aún sabiéndolo. Lo único que te pido es que no te acerques a nuestra casa, podemos encontrarnos en otro lado, en la oficina por ejemplo.

—Me parece bien, no quiero poner en riesgo a tu familia. Por otro lado, anoche me llamó un contacto y al parecer encontró información de Nathan. Aún no me ha dicho lo que encontró, debo ir personalmente. Hoy me dan de alta, ya que solo fue un raspón, nada de otro mundo.

—Debes estar acostumbrado a esto. Yo en tu lugar estaría llorando como un bebé. Deberías tener cuidado para donde salgas, esa gente puede encontrarte.

—Ya es algo a lo que estoy acostumbrado. Voy a deshacerme de esa gente y seguiré en busca del viejo.

—Siento mucho lo de anoche, me fui sin avisar. En realidad todo lo que me dijiste, fue demasiado para que mi cerebro lo fuera procesando.

—Yo te comprendo mas de lo que crees, sé que no es fácil estar cerca de alguien como yo, y más teniendo familia. Será mejor mantener distancia, también la mantendré de mi hermana y su familia.

—No es justo que te aísles solo por eso. Debe haber otra forma.

—Sí, eliminando el problema de raíz. Ya ves que me siguieron hasta aquí.

—Puedes avisarme cualquier cosa. Tengo que ir a la empresa, espero te recuperes pronto.

—Claro que si, gracias por venir y por el desayuno.

—Nos veremos luego— salió de la habitación.

                       Daisy

Juliana y yo nos encontramos en una cafetería, ella quería hablar conmigo y no podía negarme.

—Me preocupa todo lo que está ocurriendo con esa familia y John, tuvo ese accidente y es preocupante. Las cosas están más graves de lo que pensé.

—¿No hay manera de que deje ese trabajo? — pregunté.

—Es algo que decide él, no soy quien para obligarlo, además de que fui yo quien le pidió que los ayudara.

—Sí, pero está arriesgándose demasiado.

—Lo sé, pero él sabe lo que hace.

—Si eres tu quien le dice, lo más probable le haga caso.

—No me hagas reír. John no es persona de hacerle caso a alguien. Has estado viviendo con él por alrededor de 10 años, y no parece que lo conocieras.

—Sé lo que digo, Juliana. Él haría todo por ti, eres su hermana.

—¿Eso qué significa?

—No me hagas caso, no es nada importante.

—¿Irás a visitar a John ahora?

—No, es mejor que vayas tú. No le gusta que me meta en sus asuntos. Voy a ir al Hotel, pues más tarde trabajo.

—Te ves desanimada, ¿Ocurre algo entre ustedes?

—No, para nada.

—¿Por qué será que los veo tan distantes? Antes lucían más cercanos.

—Él y yo no tenemos esa relación qué piensas. No soy su novia, ni nada por el estilo. Si vivimos juntos, es porque él me ayudó cuando más lo necesité, ahora solo lo ayudo en la casa, para pagarle todo lo que ha tenido que hacer por mi.

—Es una deuda muy cara entonces. Llevas 10 años con él, ¿y aún no la saldas?— sonrió.

—Supongo que soy la única que se le hace difícil estar lejos.

—¿Por qué no le dices lo que sientes?

—John no está interesado en mi, y ya tiene a alguien en su corazón.

—¿Alguien? ¿Quién? ¿Quién está en la vida de mi hermano?

—No me hagas caso, a veces digo cosas que no debo.

—Dile lo que sientes, antes que sea demasiado tarde. Estoy segura que mi hermano te quiere o al menos siente algo por ti. Te ha defendido siempre y busca tenerte cerca, aunque tu no lo notes. Por otra parte, como te había dicho, tuvo una vida dura y no está acostumbrado a abrirse a los demás. Es normal que sienta temor de expresar lo que siente.

—Lo tomaré en cuenta. Gracias, Juliana. Tengo que irme al Hotel. Gracias por el café, y cuídate.

—Cuídate, y piensa en lo que te dije— sonreí, y me levanté de la mesa.

Me despedí y salí de la cafetería. Me dolía el pecho de tanto aguantar esas ganas de llorar. Yo sé que no me ama, pero ¿Por qué me tiene que doler tanto? ¿Por qué me tuve que enamorar de él? Cuánto daría por poder olvidarlo como me pide, y poder hacerme la que no le importa, pero es imposible. Entre más lo intento, más me duele. Al acercarme al auto, me taparon la boca y me agarraron fuertemente los brazos. Forcejeaba para soltarme, pero no podía, la persona me jaló fuertemente hacia un auto y me metieron dentro. Otro hombre me tapó la cara con un paño y tiré patadas tratando de evitar que me aguantaran, pero entre más luchaba, menos fuerza tenía. Mis párpados se comenzaron a sentir pesados y mi visión se tornó borrosa. Estuve luchando, hasta que no pude aguantar más, pues el sueño que sentía me venció.

                          John

Mi teléfono sonó y me di cuenta que era Juliana.

—Dime.

—¡Unos hombres secuestraron a Daisy!— gritó.

—¿¡Qué!? ¿Viste algo?

—Solo sé que era un BMW negro, pero no logré ver la placa. Quise seguir el auto, pero los perdí.

—¡Maldición! ¡Dame la dirección de donde estás!


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