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—No estaba segura de qué esperaba cuando me llevaron a la casa, pero si había algo que sabía, era que fuera lo que fuera lo que tenían planeado para mí, iba a disfrutarlo.
—Maldición, tenía razón.
—Cuando me llevaron al sótano, me dejaron completamente alucinada con las cosas que me hicieron. Tocaron cada centímetro de mi cuerpo y cada pedacito de mi alma. Los amaba más que a nada, y nada en el mundo me completaría más que ellos.
—Excepto mis hijos, por supuesto.
—Para cuando la noche terminó y me subieron a mi habitación hacia mi cama, estaba exhausta. Se habían asegurado de que después de todo lo que me hicieron, recibiera el cuidado apropiado que necesitaba, desde limpiarme hasta acariciar mi cuerpo y besarme suavemente, mostrándome nada más que afecto.