Los ojos de la chica de azul se tornaron acuosos y parecían extremadamente compasivos.
Aquellos que observaban se sintieron mal por ella y le dijeron a Bobby que le vendiera el gato a la chica.
—Claro, mil millones de piedras de cristal primales —dijo Bobby con sarcasmo.
Bobby se rió.
El chico Dar apretó los puños con fuerza y miró enfurecido a Bobby. Si no fuera porque estaban en el barco, quizás ya lo habría atacado.
El precio de mil millones de piedras de cristal primales de Bobby obviamente no tenía ninguna intención de comerciar. Solo estaba jugueteando con ellos.
—Cuando lleguemos al otro lado del río, te compraré un gato justo como este —dijo el Anciano que los acompañaba.
Loki maulló fuerte y sacudió sus patas como si intentara decir que no había otros gatos como él. Los pasajeros estaban convencidos de que Loki había entendido todo lo que estaba sucediendo y quedaron asombrados por su inteligencia.