Mientras caminaba hacia los aldeanos, A Lu Zhi observaba las reacciones y expresiones en los rostros de los aldeanos. Al ver la vigilancia y el ligero miedo en sus ojos, mantuvo su expresión sonriente.
Estando no muy lejos de los aldeanos, A Lu Zhi sonrió cortésmente y —Buenos días, tíos y tías.
Los aldeanos se miraron entre sí durante un tiempo, y el hombre más viejo miró a A Lu Zhi y —Buenos días, niño. ¿Qué te trajo a nuestra pobre aldea? —dijo.
A Lu Zhi notó que, aunque los aldeanos desconfiaban de él y de su segundo hermano mayor, todavía eran lo suficientemente amables como para estar dispuestos a hablar con ellos. Aún con una sonrisa cortés en sus labios, —Solo queríamos hacer algunas preguntas —dijo.
El hombre mayor, en sus sesentas, miró a A Lu Zhi y A Lu Yu. Entrecerró los ojos al ver su ropa sucia hecha de pieles de animales. Pensando que los dos eran cazadores, asintió y —Si podemos responder tus preguntas, te responderemos —dijo.