—Algo pequeño y áspero le estaba lamiendo la cara a Armia.
En su sueño, era un gatito diminuto, todo pelusa y ronroneos. El tipo que Darien solía traer a casa, para la exasperación de su padre...
—Mmm... Ven aquí —murmuró Armia mientras acercaba más a ese gatito.
Pero entonces, se despertó.
La realidad se hizo presente cuando Armia abrió los ojos y encontró la lengua rosada de Isabella arrastrándose por su mejilla.
—¿Qué haces? —No era realmente una pregunta. Más bien una advertencia.
Isabella, predeciblemente, solo sonrió con una mueca, sus orejas de zorro se movían juguetonamente.
—¡Despertándote! Margarita dijo que has estado durmiendo demasiado últimamente —Su cola se movía con entusiasmo—. Pensé en ayudar, ¿sabes?
A pesar de eso, Armia no pudo evitar considerar si Isabella tenía otras motivaciones.
«Melisa mencionó que Isabella ha estado actuando extraño últimamente», pensó Armia, limpiándose la cara. «Aunque 'extraño' para Isabella es un listón bastante alto».