La mirada de Rain se dirigió a su rostro justo a tiempo para ver cómo sus párpados titilaban. Lentamente, con hesitación, sus ojos se abrieron.
—¡Dios mío! —exclamó Rain, su voz temblaba con una mezcla de alegría e incredulidad. Sin perder un segundo, extendió la mano y presionó el botón de emergencia.
En cuestión de momentos, la puerta se abrió de golpe y un equipo de médicos y enfermeras irrumpieron en la habitación. Rain se hizo a un lado, sin apartar los ojos de Alejandro. Lágrimas de alivio corrían por sus mejillas mientras el personal médico evaluaba rápidamente su condición.
—Se movió... abrió los ojos —susurró para sí misma, su corazón latía con fuerza mientras la esperanza la inundaba como nunca antes.