—¿Qué estás haciendo?
Lola giró sobresaltada, su pulso acelerado sólo para después soltar un suspiro aliviado al darse cuenta de que no era otra persona más que Marci, su hermana. La hermana menor estaba en la entrada, aún sosteniendo el pomo de la puerta y mirándola con confusión y sospecha.
Con un profundo suspiro, Lola caminó hacia ella, tirando de ella hacia la habitación, y miró hacia afuera, escaneando si alguien la había seguido antes de cerrar la puerta y apoyarse en ella con un suspiro hasta que recordó que tenía compañía.
—¿Qué haces aquí, Marci? —preguntó, dirigiéndose a su cama donde su bolsa estaba abierta con sus cosas esparcidas por la sábana—, y además, ¿no te dije que nunca entraras en mi habitación sin llamar? —Le lanzó una mirada reprobatoria.
Pero la joven la ignoró, con la mirada fija en su bolsa de viaje—. ¿A dónde vas? —le preguntó.