Cuando Sidney llegó a la oficina de Mabel Hawk, sus ojos instintivamente recorrieron los alrededores familiares. El lugar no había cambiado. Seguía siendo tan frío e impersonal como siempre. El diseño minimalista y elegante, la ausencia de cualquier toque personal: era exactamente como lo recordaba. Sin embargo, a pesar de la atmósfera estéril, no pudo evitar sentir una ola de nostalgia invadirle. Esta oficina, este edificio, había sido una parte significativa de su vida. Fue aquí donde lo enviaron a entrenar bajo la formidable Mabel Hawk, y en aquel entonces, estaba realmente aterrorizado.