—¿Se lo merecía, verdad? —dijo Fu Yu Shen frunciendo el ceño mientras miraba a su hermana—. ¿Y por qué siempre estás hablando a favor de esa mujer últimamente? ¿Tienes idea de cuánto he sufrido por su culpa? ¡Ella ni siquiera perdió un cabello, pero a mí me mandaron al Amazonas! ¡Si no fuera porque empacaba al menos cien baterías portátiles, habría muerto en ese bosque sin que nadie lo supiera!