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54.16% [+18] El Esclavo de mi Padre / Chapter 13: Enferma

Capítulo 13: Enferma

Fue todo un reto encontrar ropa que ocultara mis marcas.

Nunca pensé que mi cuerpo fuera tan frágil. Aunque también era verdad que nunca me habían golpeado o agredido de ninguna manera. Siempre los castigos fueron dirigidos a otras personas en mi lugar, y además, nunca fui descuidada para que yo me lastimara de ninguna manera. Quizás una caída y otra en la infancia, tropiezos, accidentes...

Oh, espera, siempre me había aparecido una marca en esos casos.

Apenas me percataba de ello, pero no el hecho de que había sido tan fácil dejarme moretones.

Al final, tuve que elegir un vestido de manga larga, con una gargantilla de lencería y medias largas. Y tuve que ocultarme bastante bien de que Martha no me viera.

Al bajar a desayunar, solo Ray pareció darse cuenta de mi cambio repentino de atuendo. Mi madre estaba un poco distraída de los ojos; parecía que apenas acababa de tomar su medicina. Papá ni siquiera levantó la mirada de su periódico, sin dignarse al saludo matutino, y a Cedric simplemente no le importaba la moda.

—¿Te bañaste? Con razón tardaste. —Fue lo único que dijo Ray, pero sus ojos parecían fijos en mi cuello. ¿Habría notado algo raro?

Hicieron sonar la campana y extrañamente volví a adivinar el desayuno antes de que saliera por las puertas. Sandwiches calientes de varios rellenos diferentes.

Fue uno de los desayunos más incómodos en el año, sin nadie que hablara de nada por varias razones. Mi enojo, el desinterés, simple incomodidad. Para cuándo terminamos, cada quien se marchó a sus actividades sin decir una palabra.

—Iré a revisar cómo van nuestros trajes. ¿Quieres venir? —Me preguntó tímidamente Ray, buscando señales de nuestro padre para no ser regañado. Sabía que estaba castigada, pero mientras él no me viera a la cara, no tenía por qué enterarse que había salido.

De cualquier manera, negué con la cabeza.

—No quisiera toparme con compañía indeseada. Me quedaré en mi habitación.

Por lo menos ahí no habría la posibilidad de encontrarme con Sergei. Ahora que ambos estábamos formalmente comprometidos vía nuestros padres, era bastante probable que buscaría cualquier momento disponible para acercarse a mí.

—¿Segura? Parecías bastante emocionada de ver tu disfraz...

—¿Puedes hacerme un favor? —Lo interrumpí sin querer, teniendo la cabeza volando en otras ideas.

—Mientras sea algo razonable.

—¿Puedes averiguar más sobre Sergei? —Eso pareció confundir a Ray. Tenía sentido si él pensaba que yo no quería nada qué ver con él... Pero para mí no. Se me había ocurrido una idea. —Cualquier cosa... Especialmente los malos rumores.

Eso último lo dije en voz baja, y de inmediato él comprendió. Aunque no parecía muy convencido.

—Diane, si pregunto por ahí solo podría provocar problemas...

—Solo búscalo. Siempre puedes decir que es para saber qué tipo de hombre está tan interesado en tu hermana menor. —Me crucé de brazos, indispuesta a aceptar un no por respuesta. —¿Qué tiene eso de raro?

—Nadie sabe aún que se van a comprometer.

—No te he dicho que lo digas. —Sus excusas eran pobres. Podía convencerlo. —Además, eres bastante cuidadoso, ¿No? Y también está el hecho de que quieren anunciarlo apenas cumpla los 21. No tengo ni opciones ni nada qué perder. Lo menos que puedo hacer es averiguar cosas de mi... futuro esposo.

No me gustaba nada decir esas palabras. Algo tenía ese timbre que no me generaba confianza e iba a averiguarlo.

Por otro lado Raymond pareció pensárselo. Me veía con ojos entrecerrados, como si intentará ver a través de mi cabeza lo que estaba pensando.

Si averiguaba algo de él, tal vez podía destaparlo y romper el compromiso.

—No lo sé, Diane. Es meterme en problemas no solo con los Kozlov, también con nuestros padres...

—¿Es Robin, no es así? —Solté de repente, ganando una mirada de sorpresa de Ray. Su cara se puso roja un segundo y supe que había dado en el clavo. Le sonreí malévola. —De todas las chicas, terminaste por caer por tu mejor amiga. ¿No es eso romántico?

Eso último lo dije con dramatismo, poniendo una mano en mi pecho mientras con la otra me echaba aire.

—¡No le digas a nadie! —Gritó ahora como un tomate, similar a como yo me ponía. Por algo éramos hermanos. Le saqué la lengua, pero le sonrei tambien. Soltó un gran suspiro antes de acceder. —Bien, pero yo no tuve nada qué ver con esto, ¿Me escuchas?

Puse los ojos en blanco, pero seguía con mi sonrisa. Por lo menos ahora lo tenía de mi lado.

Con eso, yo regresé a mi habitación. Mis energías se bajaron de repente, solo pensando en la pelea con mis padres y en ese perturbador futuro que me esperaba.

Me acosté en mi cama. En un rato tenía que seguir con mis lecciones de bordado, pero no me animaba en absoluto la idea.

Sin percatarme de ello, mi cabeza empezó a divagar en pensamientos sin sentido y eventualmente eso me arrulló al sueño.

...

Cuando desperté, definitivamente ya no era la mañana, pero no sabía exactamente qué hora era.

Mi primera apuración fue ir a mi clase, pero un dolor de cabeza evitó que llegara más lejos que sentarme.

—Ouch...

—Milady, tómelo con calma. —De repente Martha estaba a mi lado. No la había escuchado entrar. No me había despertado el ruido que hizo. —¿Cómo se siente?

—¿Eh?

—Milady, hace un par de horas había venido a avisarle de sus clases con la señora, pero no logré despertarla. Estaba ardiendo de fiebre. —Parpadeé confundida, pero mi dolor de cabeza parecía corroborar sus palabras. Me toqué la cara, sorprendiéndome de efectivamente sentirme caliente. —Le puse un par de compresas frías y pareció bajar, pero de todas maneras la señora iba a marcarle a un médico...

—No, no es necesario. —La interrumpí con rapidez, levantándome de la cama con prisas. Sin embargo, sentí el cuerpo dolorido, tembloroso y débil. ¿Cómo había enfermado tan rápido? ¿Y de repente? —Martha, dile que no es necesario. Solo tomaré una pastilla para el dolor de cabeza y ya. No necesita marcarle a un doctor.

—Pero milady...

—Solo hazlo. —Le ordené con voz más firme, a lo que no tuvo más opción que obedecer.

No podía dejar que me viera un doctor. No mientras todo mi cuerpo estaba cubierto de marcas. Y no es que el doctor fuera el problema... Sino que lo era mi madre. Siempre tenía que estar a un lado mientras me revisaban. Sería una conversación que sin duda alguna no quería tener.

Fui al baño por un paño fresco, momento en el que me ví al espejo y por fin me di cuenta por qué tanta apuración sobre mi estado. Tenía la cara y las orejas rojas. Me veía y sentía cansada. Tenía un poco de sudor en la frente y los ojos me los notaba dilatados.

¿Habría sido la noche en el suelo? Tal vez había hecho más frío de lo que esperaba. Pero si era un simple resfriado, podía entender por qué la fiebre.

Regresé a mi cama, echándome de nuevo pero ahora con un paño sobre la frente. El frescor me ayudó un poco, pero pronto llegó Martha de nuevo y ahora llevándome una charola con un té fresco y algunas pastillas.

—¿Segura que no quiere marcarle al doctor? Se ve un poco débil...

—Creo que solo fue por dormir fuera de la cama, no te preocupes. Solo necesito un poco de medicina, descansar y te prometo que estaré como nueva mañana.

Martha pareció dudarlo, pero no dijo nada más mientras me acercaba las cosas y después me dejó sola.

Después de tomar el té y descansar otro rato, mis pensamientos comenzaron a divagar una vez más.

Si quería ver mi disfraz... Pero la idea de tomarme con Sergei me daba escalofríos. ¿Acaso mi hermano descubriría algo? ¿Y si lo hacía qué podría hacer al respecto?

No quería estar con él... Quería...

Sin percatarme de lo que realmente estaba pensando viajando entre el sueño y la enfermedad, imágenes del esclavo se vinieron a mi cabeza.

A pesar de lo ocurrido... Solo podía pensar en sus manos sobre mi, sobre mis piernas... Su cercanía, su aroma que me volvía loca.

Si él me había provocado tantas sensaciones... ¿Qué pensaría él de mí?

Seguramente me odiaria por mantenerlo encerrado. Por no hacer más de lo que estaba a mi alcance. Quizás pude haberlo liberado... Y así, tal vez... Solo tal vez... Podría huir con él de esta vida.

Volví a quedarme dormida, imaginando que regresaba a sus brazos.


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