¡Tarek! Prepara a los magos! ordenó Ian, su voz calmada pero firme, mientras se acercaba al centro de la sala. Con un gesto fluido, convocó a sus dos esclavos de alma más poderosos: el dragón espectral y el Terror de Nivel 4.
El Terror de Nivel 4 apareció primero, una sombra tangible que se desplegó desde la nada, llenando el espacio con una oscuridad espesa. Sus ojos brillaban con una luz tenue mientras deslizaba por la sala, cubriendo el suelo con una niebla negra que parecía consumir toda la vida que tocaba. El troll reaccionó al instante, tambaleándose hacia atrás mientras intentaba protegerse de la energía que sentía invadiendo su espacio vital.
Rayos de Oscuridad. murmuró Ian, y el Terror obedeció de inmediato. De sus manos espectrales surgieron múltiples rayos negros, disparándose hacia el troll con una velocidad sobrenatural. El monstruo intentó esquivarlos, pero su tamaño y masa lo hacían lento. Los rayos impactaron en su cuerpo, buscando drenar su vitalidad y debilitar su energía.
El troll rugió, su voz reverberando por todo el laboratorio, y sus ojos brillaron con una furia inhumana. Sacudió los brazos, y de los mecanismos en su espalda surgieron múltiples cañones que dispararon ráfagas de fuego etéreo, directo hacia el Terror. Pero el Terror de Nivel 4 se volvió intangible justo antes del impacto, atravesando las llamas como si no existieran.
Ahora, dragón. dijo Ian con calma.
El dragón espectral apareció en medio de una espiral de llamas fantasmales, su presencia imponente haciendo temblar incluso los cimientos del laboratorio. Abrió sus fauces y, sin dudarlo, lanzó su Aliento de Fuego Espectral. Una ráfaga de llamas envolvió al troll, quemando no solo su armadura mecánica, sino también su esencia espiritual. El fuego no respetaba los límites físicos; atacaba directamente el alma.
El troll gruñó, luchando por mantenerse en pie mientras su cuerpo se estremecía bajo el peso del fuego. Sin embargo, su resistencia era notable. Las placas de metal en su cuerpo comenzaron a derretirse en algunos lugares, pero el monstruo siguió en pie, su furia creciendo con cada segundo.
¡Aprovechad la apertura! gritó Ian.
Los árboles vivientes, invocados por Ian, comenzaron a moverse con una velocidad sorprendente. Sus raíces se hundieron en el suelo y, de repente, emergieron enredando las piernas del troll. Las raíces gruesas y poderosas se aferraron al metal de las piernas del monstruo, inmovilizándolo parcialmente. El troll forcejeó, pero por un momento, pareció estar atrapado.
Magos, adelante! ordenó Ian.
Los magos goblin alzaron sus manos al unísono, conjurando esferas de energía oscura que lanzaron hacia el troll. Las esferas impactaron con fuerza, explotando en ráfagas de poder arcano que hacían crujir las placas de metal del monstruo. Tarek, a su lado, concentró su energía, canalizando un hechizo más poderoso. Una lanza de oscuridad pura emergió de sus manos y voló hacia el pecho del troll.
El impacto fue devastador. La lanza atravesó la coraza metálica y se hundió profundamente en su cuerpo. Por un instante, el troll cayó de rodillas, jadeando y soltando chispas de energía que se dispersaban por la sala. Pero no fue suficiente para derrotarlo.
Con un rugido gutural, el troll se levantó de nuevo, levantando ambos brazos y golpeando el suelo con una fuerza inmensa. Las ondas de choque resonaron por todo el laboratorio, sacudiendo los escombros y haciendo que las raíces de los árboles se rompieran en varios puntos. Era un Terremoto Espiritual, un ataque que no solo sacudía el terreno, sino también las mentes de los combatientes. Los magos goblin se tambalearon, desorientados, mientras el troll aprovechaba la oportunidad para liberar sus piernas.
Manténganse firmes exigió Ian, aunque podía sentir cómo el ataque afectaba incluso su propia percepción del espacio.
El troll, ahora libre, atacó con una brutalidad desmedida. Sus puños se estrellaron contra el suelo, enviando ráfagas de energía que se extendían como ondas devastadoras. Los árboles retrocedieron, sus ramas agitándose en un intento desesperado por mantenerse a salvo. Pero Ian no iba a ceder terreno.
El dragón subterráneo emitió un rugido profundo, su pecho inflamándose antes de desatar una nueva oleada de llamas. El troll intentó defenderse, levantando un escudo de energía que brillaba en tonos verdosos, pero las llamas lo atravesaron, fundiendo parte del metal de sus brazos.
No vamos a dejar que te levantes otra vez susurró Ian.
Desde las sombras, el Terror de Nivel 4 reapareció, esta vez invocando su habilidad de Oscuridad Total. La sala entera se oscureció, sumida en una niebla densa y opresiva que drenaba la energía vital de todos los presentes, excepto de Ian y sus aliados. El troll, cegado por la oscuridad, comenzó a tambalearse, sus movimientos cada vez más erráticos.
Aprovechando la oportunidad, los esclavos de alma de Ian, los aventurero, atacaron en perfecta sincronía. Eldra, la Elfa de Fuego, lanzó un tornado de llamas que giraba alrededor del troll, mientras Thalion, el Elfo del Viento, desataba una tormenta que azotaba al monstruo con vientos cortantes.
El troll no se rendía. A pesar de los ataques constantes, aún mantenía su fuerza, y con un rugido final, extendió sus brazos hacia el cristal en el centro de la sala. El cristal brilló, enviando una descarga de energía pura hacia el cuerpo del troll, revitalizándolo parcialmente.
Esto no ha terminado dijo Ian, su mirada fija en el monstruo.
El aire denso y cargado de magia chispeaba alrededor de los combatientes. El troll mecánico, con su armadura rota en partes pero aún imponente, seguía erguido. A pesar de las oleadas de ataques que Ian y sus almas de aventureros habían lanzado, el monstruo absorbía energía del cristal central, revitalizándose una y otra vez.
Los espíritus de los aventureros, sabiendo que enfrentaban a una criatura más poderosa que ellos individualmente, se mantenían en comunicación constante, compartiendo estrategias mientras atacaban.
Eldra, con los ojos fijos en el cristal que energizaba al troll, lanzó una ráfaga de fuego, envolviendo al monstruo en llamas purpúreas. Pero mientras lo hacía, habló rápidamente con Thalion.
¡El viento! Usa el viento para amplificar las llamas. Necesitamos que ese calor lo debilite más rápido de lo que se recupera.
El Elfo del Viento ya estaba preparado. Con un gesto suave pero decidido, convocó un torbellino que avivó las llamas de Eldra, transformando el calor en una tormenta infernal. El fuego bailaba en los aires, abrazando cada rincón del troll, derritiendo parte de su armadura metálica. Sin embargo, las piernas del monstruo seguían firmes.
¡Borin! Mantén el escudo firme mientras atacamos! gritó Eldra entre los rugidos del fuego.