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100% Kite Wars: Comet AR / Chapter 25: Reencuentro

Capítulo 25: Reencuentro

-Así que te vas... -me interrogó Masato.

Masato me había citado frente a un pequeño arroyo que delimitaba la ciudad. Mi intención no era ir a ese lugar, pero Masato estaba de alguna forma insistiendo en que esa reunión se diera.

Había pasado un mes desde el cierre del antiguo Comet AR. Kite Incorporated pudo, de alguna forma, reflotar su negocio. Pero tuvo que hacerlo de la mano de Maruyama R&D, su compañía rival. Ram y Rom nos habían prometido que, un día, Comet AR regresaría y podríamos jugar como en los viejos tiempos, pero sin los errores que nos habían orillado a tanto dolor y tanto pesar. Pero no había una fecha. La directora Fujimoto no me dio una extensión de plazo para reformar el club por lo que, inevitablemente, tuve que cerrarlo. Fue un duro golpe para los chicos, en especial para Masato: Comet AR era su vida, y tener que perder una parte de su vida... Y ahora, esto.

-Sí... -le respondí tratando de evitar la conversación. -Debo regresar a mi ciudad natal para cuidar de mi abuela... Desde que murió mi madre, se quedó sola y últimamente su salud se ha agravado, mi padre pensó que sería buena idea cuidar de ella ya que no tiene más familiares, pero debo irme.

Masato se levantó de donde nos encontrábamos ambos, sentados en la ribera de ese arroyo, y me tomó de la camisa del uniforme escolar.

-¿Por qué no me lo dijiste antes? -me gritó, pero su grito no era de furia, sino de rabia. Podía ver sus ojos llorosos y su impotencia al saber la noticia.

-No quería... -traté de calmarlo, aunque fue inútil. -No quería preocuparlos, por eso no les dije nada...

-¡Estábamos preocupados! -me gritó Masato. -¿Pero en qué estabas pensando, Norio? ¡Toda la semana estuviste alejado de nosotros! ¡Marina estaba asustada, pensó que te habíamos hecho algo y que por eso nos habías dejado de hablar!

-¡Solo quería que mi paso por este lugar fuera fugaz! -grité, a punto de llorar. -¡No quiero irme, pero tengo que hacerlo! ¡Solo quería irme como en mi antigua escuela, sin el arrepentimiento de abandonar a mis amigos, a unos amigos que nunca lo fueron en ese lugar!

-¿Entonces no somos tus amigos? -preguntó Masato aún más enojado. -La persona que me salvó de mis propios demonios... ¿No eres tú mi amigo? ¿Tú no eres mi amigo? ¿Aquel al que salvé de una muerte segura?

-¡Sí lo eres! -le grité, finalmente sin contener mis lágrimas por tan triste despedida. -Pero sentía que... si seguía hablando con ustedes más tiempo, no podría soportar el tener que despedirme... ¡Por eso dejé de hablarles, para que fuera más sencillo para mí!

-Entonces, acompáñame. -me contestó.

Lo seguí. Me levanté del suelo y comencé a seguirlo. Vi que nos estábamos acercando a la escuela, la que ya no sería mi escuela, la Secundaria número Dos. Apenas cruzamos la entrada del colegio, un fuerte estruendo se dejó soltar. Fueron los vítores de mis compañeros y algunos de mis profesores.

-¡Te extrañaremos, Norio! -gritaron todos al mismo tiempo.

No pude contener la sorpresa al ver a todos reunidos dentro del colegio, esperando únicamente a mi llegada.

-Chicos... -dije todavía atónito.

-Gracias por todo lo que hiciste por nosotros... -respondió Masato.

-¿Por ustedes? -pregunté, todavía sin salir de mi estado de estupor.

-Me enseñaste que debo seguir en el camino del bien... -me contestó Masato. -Muchas veces dudé de si el camino que estaba tomando era el correcto, incluso llegué a dudar de mí mismo. Pero tu determinación me hizo recuperar esas fuerzas que había perdido.

-Me enseñaste a ser un mejor profesor y a escuchar las inquietudes de mis alumnos. -respondió el profesor Tanaka. -Sin ti, estaría muerto por las garras del Gran Jefe.

-Me enseñaste a no hacerme de la vista gorda cuando alguien está en problemas. -respondió Nanami.

-Norio... -dijo Kaoru algo tímido. -Me enseñaste a no reprimir mis emociones y a aceptar las cosas como son. Que una decepción no es el fin del mundo y que algún día conoceré a alguien que me corresponda en mis sentimientos.

-Norio... Fuiste mi mejor amigo y no me abandonaste cuando el Club de Computación se cerró. -me dijo Marina.

-Chicos... -dije nuevamente algo inquieto.

Un fuerte grito se escuchó desde el fondo del patio. Era Hisoka, quien, apurado y sin perder tiempo, se paró frente a toda la multitud, de espaldas hacia ellos y de frente hacia mí, se arrodilló y bajó la cabeza.

-¡Perdóname, Norio! -gritó Hisoka con lágrimas en los ojos. -¡De verdad no sabes cuánto siento el haberte lastimado, burlado de ti e insultado! ¡Si pudiera regresar el tiempo para enmendar mis errores, lo haría! ¡Siempre quise ser tu amigo y justo ahora te vas...!

-Todo quedó en el pasado, yo ya te perdoné hace mucho tiempo. -le dije. Para ser sincero, todavía me dolía las vejaciones que Hisoka me hizo, pero no quería irme con un rencor en el corazón.

-¿De verdad? -preguntó Hisoka extrañado. -¡Gracias, Norio! ¡No importa si estás lejos, siempre serás aquel que trató de advertirme de los peligros del Gran Jefe, pero que nunca quise escuchar!

-No saben lo feliz que me siento de saber todo esto... -contesté, tratando de mencionar algunas palabras pero sin poder siquiera saber cómo reaccionar en una situación como esta.

-Norio... -respondió Masato. -Yo voy a hacerme cargo del club de Kite Wars.

-¿Pero cómo? -le pregunté. -No sabemos si Comet AR volverá algún día. Y si lo hace, seguramente ya no estaremos en secundaria para verlo.

-Confío en que eso ocurrirá. -me dijo Masato con mucha determinación. -No me importa si sucede mañana o en doce años, estaré preparado para llevar el espíritu de las Kite Wars a donde quiera que vaya, ese mismo espíritu que tú me contagiaste.

-¿Tendremos un duelo para entonces? -pregunté.

-¡Lo tendremos, y será el duelo más espectacular que el mundo haya visto! -gritó Masato.

-¡Hecho! -le contesté.

Al día siguiente, los chicos de la mudanza llegaron a mi casa para empacar todas las cosas. Mi padre, mientras, preparaba el auto para regresar a nuestra antigua ciudad.

-Te veo muy animado, Norio. Más que ayer. -me dijo.

-Me alegra saber que dejé una parte de mi corazón en mi vieja escuela de esta ciudad. -le respondí. -Siempre me pregunté qué tanto era importante para ellos, y ayer me di cuenta de que lo soy y mucho.

-¿Estarás en contacto con ellos?

-Eso espero, tengo sus números telefónicos.

Así, los dos subimos al auto y nos dirigimos a la carretera. Sería un viaje largo, alrededor de cinco horas, pero mi felicidad hizo más llevadero el camino. Prometí estar en contacto con mis viejos amigos, o al menos ese fue el juramento que Masato y yo hicimos.

Pero lo dejamos de cumplir a los pocos meses. Masato había perdido su número, y otros meses más tarde, le perdí el rastro por completo. Por alguna razón, si bien, mi corazón se sentía inquieto por haber perdido el contacto, lo fue asimilando poco a poco hasta el punto de ya no importarme.

Un año después, ingresé a la preparatoria y luego a la universidad. Me mudé a la capital del país para trabajar en Kite Incorporated. Ahí conocí a la que es mi actual mujer con la que tengo un fuerte e inquieto niño al que no le faltaba mucho para entrar a la secundaria. No tardé mucho en integrarme al equipo de seguridad informática de la compañía, y en poco tiempo me convertí en director de dicho equipo. Es un trabajo estresante, pero lo amo, tanto así que hace unos meses cumplí 15 años en ese puesto.

Fecha que pasé trabajando en la compañía. Finalmente se había logrado recuperar los datos eliminados del antiguo Comet AR. Muchos elementos, fotos y audios se habían perdido hacía mucho tiempo, y fue una labor titánica recuperar todos esos datos y agruparlos de tal manera de que se indexaran de manera automática a los perfiles de cada usuario. Lo primero que hice fue revisar mi propio perfil. Se habían recuperado miles de fotos dentro de la plataforma. La primera foto que vi en ella me puso atónito. Era yo mismo, treinta años atrás, portando un cometa rojo, y al lado, otro chico casi de mi misma edad.

En ese instante, todos los recuerdos de mi infancia y de la secundaria regresaron a mi mente en una especie de "flashback" donde todos los recuerdos despiertan de un solo golpe.

-Masato... Hasegawa... -pensé en voz alta.

-¿Dijo algo, jefe? -preguntó uno de los empleados de la compañía, quien también estaba revisando perfiles antiguos del viejo Comet AR de hace 30 años.

-¡Debo irme! -grité. -¡Recordé que hay un asunto pendiente en casa!

Mentí para salir de inmediato. Mi mente estaba revuelta. Por un lado no quería despertar esos recuerdos, pero por el otro, los recuerdos ya estaban ahí y me inquietaban. ¿Dónde estaría ese Masato Hasegawa de quien, hasta hace unos minutos, no recordaba nada, y ahora mi corazón deseaba incesantemente buscarlo?

Tomé mi auto y me dirigí a mi casa. Entré a ella y encendí la computadora, esperando encontrarlo ante la mirada sorpresiva de mi mujer. Pasé toda la tarde y la mitad de la noche yendo a foros, redes sociales, buscadores e incluso en las listas de desaparecidos y obituarios. Pero nada.

-Norio... Ven a la cama, son las 3 de la mañana. -me dijo mi mujer. -Mañana podrás buscar nuevamente a ese tal Masato.

Así lo hice, pero mis búsquedas subsecuentes fueron en vano. Una semana, dos, tres, finalmente había cumplido un mes. Un mes donde, diario, me sentaba frente a mi computadora y revisaba todos los nombres asociados a Masato Hasegawa. Pero no encontraba a nadie. Todos los resultados me llevaban a nada. No quería aprovechar mi puesto como director de seguridad informática de la empresa para infiltrarme en los servidores de Comet AR y tratar de buscar ahí, pero estuve tentado incluso si sabía que el solo intentarlo me llevaría al despido y posterior juicio por utilizar información privada para propósitos personales.

Mi mujer estaba preocupada. "¿Por qué tanta insistencia en buscar a esa persona?", me preguntaba todas las noches. Trataba de darle una respuesta, respuesta que se repetía todas las noches. Pero no parecía comprenderme. Era como si solo yo entendiera la importancia que tuvo Masato en una etapa muy oscura de mi vida. Estaba solo en esta búsqueda y tal vez así era como debía ser. Pero esa fue mi última noche de búsqueda, me había dado por vencido.

A la mañana siguiente, antes de prepararnos para desayunar, mi hijo había encendido el televisor para ver el programa de la mañana en la televisora local y para esperar a la hora de las caricaturas. Ya estaba a punto de abrir la yema de ese huevo frito cuando de repente, escuché algo en la televisión que me sacó de mis pensamientos.

-En este último segmento nos acompaña Masato Hasegawa, entrenador del equipo nacional de Kite Wars Comet AR.

Me levanté bruscamente de mi asiento, incluso aventando la silla al suelo ante la mirada molesta de mi mujer por mis modales y me fui directo a la sala donde estaba el televisor encendido. En la pantalla, estaba la presentadora del programa y, a su lado, un hombre ya entrado en edad, con algunas entradas que mostraban una ligera calva, explicando cómo había llegado a ser entrenador del equipo nacional, de la preparación que sus alumnos llevaban e incluso de cómo había decidido convertirse en entrenador.

-Verás, Ana... -dijo aquel hombre en la televisión. -Todo se lo debo a una persona que conocí hace 30 años, cuando estábamos los dos todavía en la secundaria. Él me enseñó que debo seguir en la senda del bien incluso si parece complicado, en su honor llevo el espíritu de Comet AR a donde quiera que vaya. A él siempre le dedico las victorias del equipo nacional. No sé dónde está ahora y dudo que lo vuelva a ver algún día pero, Norio Hashimoto, siempre serás mi mejor amigo, a pesar del tiempo y de la distancia.

-Papá... ese es tu nombre... -dijo mi hijo con mucha sorpresa. -¿Conoces al entrenador del equipo nacional de Kite Wars?

-Sí... -dije en automático, sin prestar atención a las palabras de mi hijo. -Hace 30 años...

Pero no tuve tiempo de decirle algo, tomé las llaves de mi auto y salí de forma presurosa, dejando a mi mujer y a mi hijo sin dar una explicación, esa la tendrían después. Puse el mapa para llegar lo antes posible a las oficinas de la televisora local y me dirigí hacia allí. Rezaba para que el tráfico me dejara llegar cuanto antes. Mis plegarias fueron escuchadas, puesto que en menos de quince minutos, me encontraba en la entrada de la televisora.

-Déjeme hablar con Masato Hasegawa. -le dije al guardia que custodiaba la entrada de la televisora.

-Puede hablar con él cuando salga. -respondió. -En estos momentos está tomándose unas fotos con la presentadora.

Así que esperé. Si pude esperar un mes hasta encontrarlo, diez minutos más no serían gran cosa.

Y luego, lo vi salir del edificio. Un hombre ya con algunas entradas en la cabeza y con algunos kilos de más. Pero inmediatamente lo vi, supe que era él.

-Ha pasado mucho tiempo, Masato Hasegawa. -le dije apenas lo vi salir del edificio.

Sí, nunca he sido bueno dirigiéndome a las personas. Es un defecto que me ha sido imposible cambiar en mis 42 años de vida.

-Es verdad, soy yo. -preguntó Masato, aquel hombre que decía llamarse Masato. -Pero no entiendo por qué se dirige de una manera tan informal hacia mí.

-Dices que me dedicas las victorias del equipo nacional de Kite Wars, ¿pero no puedes reconocerme cuando me ves?-dije, intentando contener la emoción.

Los ojos de Masato se abrieron como platos al escucharme decir esas palabras.

-¿Eres tú, Norio? ¿Norio Hashimoto? -preguntó.

-Han pasado 30 años... Y nunca dejaste de jugar. -le mencioné.

En un instante, me sentí como hacía 30 años, vistiendo el uniforme de la Secundaria número 2 de aquella ciudad, aquella misma escuela a la que ambos fuimos. Recordé cómo me defendió de los ataques de Hisoka, de cómo me rescató de morir a manos de las garras del Gran Jefe... Y no pude evitar llorar.

-¡Fui un mal amigo! -grité con lágrimas en los ojos. -¡Si me hubiera importado, no habría pasado 30 años hasta verte nuevamente! ¡Fui un estúpido y no sabes cuánto lo siento!

-¡Yo soy quien debería sentirlo! -me contestó Masato. -¡Cuando perdí mi número, pensé que era mejor dejar algunas cosas atrás, y cuando me di cuenta, ya era entrenador del equipo nacional! Todos me preguntaban por ti, Marina, Nanami, incluso el profesor Tanaka, ¡pero no sabía qué decirles! ¡Por eso utilicé la entrevista de hoy, esperando que alguien que te conociera pudiera localizarte y pasarme tu contacto!

-Es como un milagro... -le dije. -Mi hijo puso ese canal y justo estabas tú, hablando sobre mí...

-¿Ya no entras en Comet AR? -preguntó Masato. -Revisé tu perfil y me di cuenta de que llevas más de 20 años sin entrar.

-Ahora estoy del otro lado... -respondí. -Trabajando para Kite Incorporated.

-Entonces supongo que ambos logramos nuestros sueños... -me respondió Masato.

-Eso creo... -le dije. -¿Crees que puedas perdonarme por haberme olvidado de ti casi 30 años?

-Ambos fuimos culpables. -dijo Masato. -No hay nada qué perdonar. Tú fuiste una parte importante en la peor etapa de mi vida, hay mucho que deberíamos contarnos. Por supuesto que quiero seguir siendo tu amigo.

-Eso es lo que debería decir yo. -le contesté. -Me salvaste de morir y me rescataste de la oscuridad disfrazada de luz. Yo soy quien debería estar avergonzado.

-Dejémoslo así. -dijo Masato, tratando de evitar una conversación más culposa. -¿Recuerdas la promesa que nos hicimos?

-¿La de tener el duelo más espectacular del mundo? -pregunté. -Claro que recuerdo esa promesa, pero dudo que sea el duelo más espectacular del mundo. No he practicado en años y tú eres el entrenador del equipo nacional, acabarías conmigo al instante.

-No lo sabremos si nunca lo intentamos. -respondió Masato, al mismo tiempo que tomaba su celular para invocar el mundo de Comet AR.

Ambos terminamos en el universo alterno de Comet AR. Si bien, lo conocía de pies a cabeza por mi ocupación, el regresar a ese lugar me trajo mucha nostalgia.

-"Red Cat", el cometa de mi madre. -dije apenas lo vi frente a mí. -Hace mucho que no te veía, mi viejo amigo.

En ese momento, salió un holograma de una linda chica, quien comenzó a arbitrar el duelo entre Masato y yo. Como era de esperarse, en cuestión de segundos, Masato me venció. No fue el duelo más espectacular del mundo, pero fue el duelo más espectacular de nuestras vidas en 30 años.

Fin.


REFLEXIONES DE LOS CREADORES
Gargadon Gargadon

Este final lo considero un anexo no canónico de lo que se ha estado escribiendo hasta ahora. En realidad, ya que "Kite Wars: Comet AR" lo venía cocinando desde 2018, este final lo pensé para 2019. Pensé en abandonar este final cuando empecé a escribir la historia alrededor de 2020 y vi que iba a cambiar muchas cosas durante el desarrollo, pero algunos eventos en mi vida me han hecho pensar que tal vez este final sí debí escribirlo. Así que saco algunas consideraciones a la luz.

Piensen que el capítulo anterior y verdadero final tuvo un desenlace diferente: Kite Incorporated no se disolvió, sino que recibió inversión de Maruyama R&D para seguir sobreviviendo, el club de Kite Wars se disolvió casi al instante y Hisoka nunca se disculpó con Norio sino hasta este final. Tal vez algunos sucesos de los últimos meses hayan influido en cómo terminé escribiéndolo, pero la esencia de la despedida y el posterior reencuentro son los mismos que planeé en 2019.

Sin más, les dejo el capítulo.

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