—¡Por fin! ¡Tu manada ahora me pertenece! ¡Ja! ¡Victoria al fin!
Kael yacía en el suelo. Se sentía derrotado e inútil. Su última oportunidad de vengarse, y como siempre, había fracasado.
—¡Vamos, atadlos, llevadlos de vuelta al palacio. Tengo un interrogatorio que hacer!
Sus guerreros rápidamente comenzaron su trabajo, atando a Kael y a sus derrotados guerreros.
Kael se sentía tan avergonzado de sí mismo. No podía creer que acabara de arruinarlo todo. Había fallado a sí mismo, a Oberón y a su manada.
Aegis seguía saboreando su triunfo, —Siempre has sido un fracasado, Kael. Todavía no entiendo por qué elegiste convertirte en lo que no eres. Ahora la derrota te mira de frente —se rió sarcásticamente.
Los guerreros de Aegis se los llevaron, Aegis seguía detrás, aún saboreando su victoria.
—Esto es lo mejor que he hecho en años —dijo con una mirada torva.
***
—Vamos, dime, ¿a dónde ibas?
—A ningún lugar —Kael se negó a decir nada sobre el paradero de Oberón.