En una gran ciudad llamada Joltha, mayormente cubierta de arena con escasas construcciones, un Mustang aceleraba por la autopista. Se dirigía hacia un alto rascacielos adornado con hermosas luces, destacándose contra el paisaje de otra manera estéril.
Como era de noche, las hermosas luces hacían que la ciudad pareciera encantada.
El Mustang negro se detuvo a unos metros antes del edificio.
Los ojos de Xavier, mirando hacia abajo, escaneaban el edificio. Brillaba con luces por dentro, lo que solo podía significar que la gente había llegado para el intercambio.
Golpeó el diminuto auricular que Kace había inventado, el cual estaba colocado en su oído.
—Voy a entrar —dijo.
—Estaremos esperando tu señal —respondió la persona del otro lado.
Xavier condujo hacia el edificio. No había servicio de valet parking, así que aparcó su coche él mismo. Xavier bajó del coche y marchó hacia la entrada del edificio.
Cuando entró, Xavier escaneó la multitud.