Con sus palabras, Hera le comunicó sutilmente a Luke que había estado al teléfono con su mejor amiga Athena, lo que la había distraído y hecho perder la noción del tiempo. Luke le sonrió amablemente pero no dijo nada. Luego le hizo un gesto para que volviera a sentarse en su silla y ayudó a retirarla para ella, mostrando sus modales de caballero.
Luke estudió silenciosamente el rostro de Hera, su mirada era firme e inquebrantable. Hera podía sentir la intensidad tras sus ojos, como si pudiera ver a través de ella, directo a sus pensamientos y emociones. Se sintió expuesta, vulnerable bajo su escrutinio, como si él pudiera discernir cada aspecto oculto de su ser con tan solo una mirada.