La descarada actitud de Dave solo logró frustrar y exasperar más al anciano. No podía regañar a Hera o a Dave ya que no habían hecho nada malo, pero al mismo tiempo, no quería renunciar a Dave. Proveniente de una poderosa familia política, Dave podría ofrecer riquezas, influencia y valiosas conexiones para su nieta y para él mismo.
No podía evitar ser avaricioso, pero no quería presionar demasiado ni arriesgarse a perder toda oportunidad por completo. Así que estaba dividido.
—Señor, le damos la bienvenida a nuestro país y esperamos que esté disfrutando su estancia hasta ahora. Permítanos hacerle un recorrido cuando tengamos tiempo —ofreció dulcemente Hera al dignatario coreano. Al mismo tiempo, lo alejaba sutilmente, insinuando que no debería forzar el pasar tiempo con Dave si eso lo incomodaba.