—¡Sí, necesito dinero, así que debo venderme por dinero! ¿Y qué? —Savannah se mordió el labio y alzó la cabeza con enojo.
Dylan apretó los dientes, la levantó y se dirigió hacia el vestidor. Pateó la puerta para cerrarla y la cerró con llave.
Afortunadamente, no había nadie más en la habitación.
—¿Qué haces? —Savannah se recuperó del susto y empezó a patearle y golpearle.
—¿No me estás pidiendo dinero? Pues compláceme, y puedo darte lo que quieras. Eso es mucho mejor que dejar que otros te toquen en bikini —el aire de la habitación estaba lleno de los gritos enojados de Dylan. Cada palabra y frase estaba llena de rabia y furia. Dylan la dejó en un banco en medio de la habitación.
Con un golpe, Savannah sintió que sus huesos se deshacían. Antes de que lograra levantarse, él se inclinó, tomó su hombro y arrancó la parte de arriba de su bikini.
La única ropa que le quedaba en la parte superior del cuerpo.