Johann Strauss —Voces de la Primavera.
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Adeline casi se estremeció con los atronadores aplausos que resonaron por la sala. Todos comenzaron a celebrar a Su Majestad, con bendiciones y mensajes de felicitación. La música se volvió aún más festiva y agradable. La gente miraba con grandes sonrisas, aunque algunos nunca se encontraron las miradas.
Para algunos, su dolor era su risa. Ella podía verlo.
A pesar de eso, Adeline se obligó a sonreír, hasta que le comenzaron a doler las mejillas. Fue guiada por la escalera, con Elías a su lado. Sus ojos se encontraron con los de Lydia, quien la observaba con una mirada preocupada. Pero eventualmente, Lydia inclinó la cabeza, jurando una lealtad que ambas conocían.
—Un baile —susurró él en su oído.
La piel de gallina apareció en sus brazos. Él estaba tan cerca de ella, sus labios rozaron su oído por un instante. Luego, se marchó. Su voz enviaba un escalofrío a través de su cuerpo, que solo él podía provocar.