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—Buenos días —dijo Zou Bai al ver el pelo desordenado de Jiang An y pensó en el cachorro que su abuelo había recogido de la granja. Cada vez que veía su pelaje desordenado, no podía evitar acariciarlo un par de veces.
—Buenos días. ¿Fuiste a hacer ejercicio? —preguntó Jiang An al mirar a Zou Bai con su ropa deportiva.
—Fui al gimnasio a ejercitarme. Deberías ir a comer y hacer tu ejercicio matutino primero. Yo voy a ducharme. Después iremos juntos —respondió Zou Bai con un asentimiento.
—¿Has organizado el horario de hoy? —preguntó Jiang An con curiosidad.
Zou Bai cruzó los brazos y tiró del dobladillo de su camiseta, se la quitó y caminó hacia el baño medio desnudo.
—Todo está organizado. Solo ven conmigo —dijo mientras caminaba.
Jiang An no pudo evitar echarle unos cuantos vistazos más a la delgada y musculosa figura de Zou Bai.