Meng Decheng sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal cuando vio la cautivadora mirada de la chica, llena de un aura abrumadora.
Una presencia tan aterradora. ¿Podría una chica poseer realmente tal aura?
Lo que más lo impactó fue que había adivinado directamente sobre el Segundo Joven Maestro.
—¿Qué tiene que ver mi jefe con el daño a nuestro laboratorio? ¿Estás intentando evadir la responsabilidad? Déjame decirte, no importa a quién conozcas, no importa. Esta es tu responsabilidad, ¡y debes asumirla! —acusó ferozmente Meng Decheng, tratando de afirmar que Nan Yan era la responsable de la situación.
—En ese caso, esperemos a que llegue la policía y entonces podremos determinar de quién es la responsabilidad —Nan Yan permaneció indiferente, su tono calmado.
—Usando métodos tan infantiles para conspirar contra mí, solo alguien tan tonto como tú lo pensaría.
—Meng Decheng se irritó por su tono burlón.